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Grupos cercanos a Yeltsin y Putin se disputan un gigante del petróleo ruso

Rusia privatiza hoy una de las mayores empresas del sector

Pilar Bonet

Rusia celebra hoy una subasta de privatización que puede alterar la correlación de fuerzas empresariales y políticas en la industria petrolera. Por el 74,95% de las acciones de la compañía estatal Slavneft están dispuestos a pujar grupos de intereses próximos a la familia del ex presidente de Rusia, Borís Yeltsin, y sectores procedentes de San Petersburgo, que tratan de consolidar su poder a la sombra de su paisano Vladímir Putin.

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Miles de manifestantes piden al G-7, en Kiev (Ucrania), que cumpla el pago de las compensaciones por el cierre de la central nuclear. Durante la protesta, los asistentes pidieron también la reapertura de la planta, cerrada hace dos años.

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Las figuras claves detrás de la pugna son el oligarca Román Abramóvich, que controla la empresa Sibneft, y el banquero y senador Serguéi Pugachov, con buenas relaciones entre los funcionarios procedentes de los cuerpos de seguridad del Estado que rodean al líder ruso.

La aparición en escena de la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), que anunció su intención de concursar por Slavneft pocos días después del reciente viaje de Putin a Pekin, dio una dimensión internacional a la pugna. Sin embargo, a última hora de ayer las informaciones eran confusas. Según unas fuentes, la CNPC se había retirado y esta decisión fue acogida favorablemente por un portavoz del Gobierno. Según la agencia Interfax, los chinos seguían negociando para participar.

Medios del sector petrolero afirmaban que el mismo Putin había animado a China a participar en el concurso. El presidente, señalaron, habría buscado también en vano otros socios internacionales en el marco de una estrategia para reforzar su propia posición y para introducir elementos ajenos al sistema surgido a partir de las privatizaciones truculentas de la época de Borís Yeltsin.

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El anuncio sobre la posible presencia china desencadenó una reacción de corte nacionalista en la clase política rusa. La Duma estatal, donde hay numerosos intermediarios de empresas petroleras, pidió al Gobierno que no permitiera concursar a los chinos en una resolución que fue apoyada por 255 diputados y rechazada por 63.

La opción china

China tiene intereses objetivos en la privatización de Slavneft, ya que la compañía controla yacimientos en la zona siberiana desde la cual debe partir el planeado oleoducto a través de Siberia oriental. La construcción de este oleoducto, para el que existen dos variantes, una exclusivamente por territorio ruso y otra desde Rusia hasta China, es uno de los grandes proyectos estratégicos de Moscú para diversificar sus exportaciones y desarrollar la infraestructura de transporte por oleoducto (prácticamente inexistente) en las regiones orientales del país.

El oligarca Román Abramóvich, uno de los amigos de Yeltsin, está detrás de la puja presentada por la empresa Sibneft. Abramóvich, que tiene buenas relaciones con el Gobierno de Mijaíl Kasiánov, posee ya un importante paquete de acciones en la empresa que aspira a controlar. Recientemente, ha comprado las acciones de Slavneft pertenecientes a Bielorrusia, un paquete del 10,38% por el que ha pagado 207 millones de dólares. Además, un 13% de las acciones de Slavneft dependen de un fondo controlado de forma paritaria por Sibneft y la empresa TNK, del grupo Alfa, que tiene importantes vinculacines en la Administración presidencial. Al no poder participar directamente en el concurso por ser estatal, Rosneft lo hace por medio de una compañía interpuesta. Detrás de esta puja, está Serguéi Pugachov, que controla el banco Mezhprombank.

Medios petroleros no excluyen sorpresas que podrían contar con el beneplácito del mismo Putin. Una señal sería la adjudicación de Slavneft a Surgutneftegas, una empresa dirigida por Vladímir Bogdánov, un especialista con fama de competente que goza de la confianza del presidente, pero que se mantiene en un discreto segundo plano. El precio de salida de la compañía es de 1.700 millones de dólares y los expertos piensan que la venta podría alcanzar los 4.000.

Slavneft es una de las seis principales empresas rusas y tiene unas excelentes perspectivas de desarrollo en el futuro por contar con unas enormes reservas en Siberia. En el año 2001 se calculaban en 807 millones de toneladas y la producción fue de más de 13 millones de barriles anuales.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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