Guipúzcoa premia al industrial Juan Zelaia por su apoyo al euskera

El empresario Juan Zelaia Letamendi (Oñati, 1920) recibirá el próximo jueves el premio Anton Abbadia 2002, un galardón con el que la Diputación de Guipúzcoa reconoce su labor en favor del euskera y de la cultura vasca. Esta labor se ha materializado a lo largo de su vida en el impulso y el patrocinio de numerosas iniciativas educativas y culturales y que continúa hoy en día con la presidencia de Kulturaren Aldeko Euskal Fundazioa (Fundación vasca a favor de la cultura).

Nacido en el caserío Upaingoa del barrio Zañartu de Oñati, Zelaia estudió Ingeniería Industrial en Bilbao y se introdujo en el mundo industrial a través de la empresa de pilas Cegasa, de origen familiar, a partir de la cual creó Tuboplast Hispania, dedicada a la fabricación de envases de plástico para farmacia y cosmética, e Hidronor, dirigida a la recuperación, tratamiento y gestión de residuos industriales.

'Ikastolas'

Pero el empresario oñaitarra, cuya actividad profesional se extiende a numeros países de Europa y América, siempre ha estado muy vinculado a la cultura vasca y sus creadores. Zelaia ha seguido muy de cerca la creación y desarrollo de las ikastolas, a las que ha ayudado económicamente, al tiempo que ha impulsado y patrocinado las labores de normalización del euskera, la publicación de ensayos, la investigación de antiguos manuscritos o las relaciones con la diáspora vasca.

El ahora galardonado con el premio Anton Abbadia, dotado con 12.000 euros y una escultura de Xabier Laka, puso en marcha en 1994 Euskal Fundazioa, una institución que sirve precisamente de vehículo para promover iniciativas culturales propias y ajenas. Con sede en Oñati, la fundación, que actúa tanto en Euskadi, Navarra y el País Vasco francés como en las comunidades vascas del mundo, respalda proyectos de investigación y enseñanza, publicaciones y actividades relacionadas con el bertsolarismo, la música y los espectáculos.

El departamento foral de Cultura y Euskera instauró el premio Anton Abbadia en 1996, con el objetivo de reconocer "la labor callada" que llevan a cabo personas y entidades "cuasianónimas" para difundir la cultura vasca y el uso del euskera.