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El Cervantes premia una voz de la vieja Castilla

Jiménez Lozano obtiene un Cervantes anunciado

El nombre del escritor vallisoletano circulaba desde hace días en medios universitarios y periodísticos

José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930), vallisoletano de adopción y de corazón, ganó ayer el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras en español, dotado con 90.151,82 euros. Gran conocedor de la mística española, autor de obras como El grano de maíz rojo, El mudejarillo o El viaje de Jonás, inspirador de la gran exposición Las edades del hombre, Jiménez Lozano recibió ayer tarde la noticia de la concesión del premio en su casa de la localidad vallisoletana de Alcazarén, junto a su esposa, Dora, y una nube de periodistas, y se mostró muy satisfecho con el galardón.

Jiménez Lozano es uno de esos escritores cuya obra ha sido marginada, precisamente por la amplia base intelectual de la misma, y es que su denso contenido conceptual de naturaleza filosófico-teológica ha sido uno de los principales obstáculos para muchos lectores. El escritor y periodista reconoció "el complejo universo" de algunas de sus novelas y ensayos. Para sus últimos trabajos, como El viaje de Jonás, el también ganador del Premio Nacional de las Letras 1992, utilizó el calificativo de "inocentes", pero aseguró que, a pesar de la dificultad en el tratamiento de su extensa obra, "al lector no se le puede insultar dándole migadas las cosas; no se le puede tratar como a un bobo. También debe poner algo de su parte".

"Al lector no se le puede tratar como a un bobo. Debe poner algo de su parte", dijo el premiado
"Vive por y para las letras y es un humanista cristiano confeso", señaló García de la Concha
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La noticia del Cervantes la recibió Jiménez Lozano "con la misma tranquilidad y sosiego de un día de diario". La llamada oficial le sorprendió contestando por correo electrónico a una estudiante italiana sobre el significado de algunas de nuestras expresiones y, entre llamadas telefónicas y atención a la prensa, comentó que no se siente identificado con ninguno de sus libros, "pero sí con los personajes de los mismos, ya que son gente con la que he vivido muchas cosas".

El autor de títulos como El sambenito, Los lobeznos, Un dedo en los labios, Los cementerios civiles y la heterodoxia española y Las señoras se ha caracterizado por ser ajeno a cualquier tipo de encubrimiento. "No entiendo que se utilice la palabra indigente cuando se puede decir pobre", comentó ayer en su casa. "Yo he escrito siempre desde la honestidad y creo que tanto los periodistas como los escritores no deben hacer cosas extrañas como el que los adjetivos se coman a los nombres; o poner palabras raras; una cosa compleja no se puede hacer barata", afirmó en clara referencia al periodismo de hoy en día y a los autores de los llamados best seller.

Convencido de que el Cervantes no es algo que se le debía, recordó al autor que da nombre el premio y le agradeció "el habernos enseñado a juntar letras y a escribir claro", pero afirmó en tono irónico que su propia obra no es modelo de nada y que "sin mí puede continuar la civilización occidental perfectamente". Jiménez Lozano también recordó a sus maestros, Américo Castro, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, y señaló que "la literatura es en estos momentos la simbolización de las cosas reales", porque los hombres, añadió, "no pueden vivir en un mundo sin significados".

Cuando ayer, Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado de Cultura, anunció el nombre de José Jiménez Lozano en la sala de prensa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, no hubo la más mínima sorpresa. "Lo ha obtenido por ser un escritor de notable calidad", dijo De Cuenca, que excusó la presencia de la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, que tenía una comparecencia en el Senado.

Víctor García de la Concha, presidente del jurado en su calidad de director de la Real Academia Española, explicó el mecanismo de la votación: "Hemos seguido el método del Premio Goncourt. Al ser un jurado par hemos elegido entre tres finalistas que no vamos a hacer públicos", dijo. Jiménez Lozano obtuvo siete votos y llegaron a la discusión final Juan Marsé, con dos votos, y Ángel González, con uno.

Los diez miembros del jurado son, además de García de la Concha, Rafael Conte, crítico literario de EL PAÍS; Salvador Bueno Menéndez, director de la Academia cubana; Antonio Fontán, catedrático de latín jubilado; Ignacio Abad, del Instituto Cervantes; Victorino Polo, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Murcia; Gabriel Albiac, escritor y columnista de El Mundo; José García Velasco, director de la Residencia de Estudiantes; Carlos Thiebaut, catedrático de Filosofía en la Universidad Carlos III, y Juan van Halen, poeta y senador del PP. El colombiano Álvaro Mutis, ganador del Cervantes 2001, no pudo asistir a las votaciones.

El Cervantes 2002 era un premio anunciado. Lo publicó Juan Palomo en el Cultural de El Mundo (12-9-2002); diversos medios tenían los artículos encargados desde hacía varios días y lo que es más, incluso en círculos universitarios hispanistas se sabía desde hace semanas el nombre de Jiménez Lozano. Esos mismos círculos aseguraron que el escritor vallisoletano era el candidato de Moncloa y que se había constituido un jurado ad hoc para que le fuera concedido el premio sin sobresaltos.

Es conocida la devoción que José María Aznar siente por el autor de La boda de Ángela. José Jiménez Lozano obtuvo el Premio Castilla y León de las Letras en 1989, siendo entonces presidente de esta comunidad Aznar. El anterior autor español que ganó el premio, en 2000, fue Francisco Umbral, también de Valladolid.

De Cuenca aseguró ayer, rotundo: "El jurado no ha estado sometido a presiones". De la Concha, por su parte, ensalzó los méritos del prolífico escritor, al que, según muchos, le han llegado los reconocimientos de forma tardía. "Es un escritor castellano viejo, hombre ligado a la tierra de Castilla, abierto al estudio de los judíos, moros y cristianos. Yo le calificaría como un letraherido, alguien que vive por y para las letras, aparte de un humanista cristiano confeso", dijo.

"Y además, sabe latín", apuntó el filólogo Fontán, "es algo que para mí tiene mucho mérito". La corriente del jurado pro Jiménez Lozano debió ser tan convincente en las tres horas de deliberaciones, que incluso captó nuevos adeptos, como es el caso de Salvador Bueno Menéndez: "Yo tengo que ser sincero y reconocer que no he leído al señor Jiménez Lozano, pero lo he votado porque me han convencido los méritos expuestos por los miembros del jurado", afirmó.

Fontán insistió: "Quise venir preparado a la deliberación final y consulté sus obras en la Biblioteca Nacional. Tengo que decir que constan 71 libros publicados. Ha demostrado ser un buen poeta, con seis obras escritas, un excelente narrador, con 22 piezas y un excelente ensayista y periodista, destacando como director de El Norte de Castilla". Un rasgo que le une a su amigo Miguel Delibes, que fue quien propuso su candidatura al Cervantes este año.

Conte también abundó en sus méritos y quiso alejar polémicas, como las de la politización, que ha pesado también en otros fallos del Cervantes: "Hablemos de literatura y no de listas de ventas, ni de televisión. Nos sorprendió hace años cuando le dimos el Premio de la Crítica 1988 por El grano de maíz rojo y nos sigue sorprendiendo ahora con su nuevo libro, El viaje de Jonás, con su literatura sencilla y anacrónica", dijo.

El crítico y Gabriel Albiac defendieron también su independencia: "No sé por qué se habla de politización, él es un hombre progresista", dijo Conte. "No tiene afiliación política, es un eremita de la literatura, un hombre de letras puro", subrayó Albiac.

Todos trataron de alejar la polémica sobre un premio demasiado anunciado. Albiac atribuyó los rumores a pérfidas campañas cibernéticas: "Ya se sabe que a veces se lanzan bulos por Internet nombrando a algunos autores precisamente para perjudicarles, en este caso les ha salido el tiro por la culata".

Información elaborada por Francisco Forjas, Jesús Ruiz Mantilla y Rosa Mora.

José Jiménez Lozano, en su casa vallisoletana de Alcazarén.
José Jiménez Lozano, en su casa vallisoletana de Alcazarén.AGUSTÍN CACHO
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