La familia Agnelli toma las riendas de la crisis de Fiat y arremete contra la cúpula
Dimite el consejero delegado, pero el presidente se aferra a su puesto apoyado por los bancos
El Grupo Fiat vivió ayer una de las jornadas más agitadas y tormentosas de su historia centenaria. Para empezar, la familia Agnelli, encabezada por Umberto (hermano menor de Giovanni Agnelli, el Avvocato), tomó las riendas de la crisis e informó al primer ministro, Silvio Berlusconi, de inminentes cambios en la cúpula del grupo. El primero en dimitir fue el consejero delegado, Gabriele Galateri, y se esperaba también la salida del presidente, Paolo Fresco. Sin embargo, Fresco, respaldado por los bancos acreedores del grupo, permanecía a última hora de ayer aferrado a su puesto.
Lo de Fiat se ha convertido en un culebrón y, en el capítulo de ayer, clave en el desarrollo de toda la serie; los Agnelli decidieron retomar el control del grupo y descabezarlo. Pero Umberto Agnelli se encontró que su plan no les hace ninguna gracia a los cuatro bancos acreedores de Fiat. Las entidades no dudaron en demostrar su "disenso" y su "viva preocupación" por el rumbo que están tomando las cosas en el grupo. La posición de la banca impidió a los Agnelli, al menos de momento, culminar con su plan y permitió al presidente de Fiat, Paolo Fresco ("el americano", que sustituyó a Cesare Romiti en junio de 1998), mantenerse en su puesto. Sin embargo, se espera que mañana, cuando se celebre un consejo extraordinario de Fiat, el actual presidente se vaya. Al menos éste era el desenlace por el que ayer apostaba el ministro de Industria, Antonio Marzano.
Los medios de comunicación italianos no podían menos que dedicar ayer decenas de páginas a relatar e interpretar el sorprendente desarrollo de la crisis del primer grupo industrial italiano. Una crisis industrial y financiera que está tomando cada vez más la apariencia de un culebrón con traiciones en la cúpula, defenestraciones y "apuñalamientos" más o menos camuflados.
Los hechos son escasos. Todo lo que se sabe es que se ha producido una nueva fractura en el seno del grupo, con una parte de la familia Agnelli (controla más del 30%) decidida a dar un golpe de timón e intentar nuevas fórmulas para frenar la hemorragia de pérdidas de Fiat Auto que amenazan al conjunto del grupo. Otro sector del accionariado y los propios bancos acreedores es partidario de seguir adelante con el plan de reestructuración recientemente aprobado, que reducirá en un 20% la producción de automóviles y dejará en la calle a 8.100 trabajadores.
Cambio de estrategia
Los cuatro bancos acreedores, IntesaBci, Capitalia, Unicredito y San Paolo-Imi, han visto con claridad cómo el cambio de presidente y de consejero delegado del grupo equivale a un cambio de estrategia que podría dejarles con un paquete de acciones Fiat en las manos, en lugar de los 3.000 millones de euros, prestados en mayo pasado al grupo, con la condición de que redujera a la mitad la deuda de 6.000 millones antes de marzo de 2003. Los institutos se movieron ayer con celeridad y difundieron un comunicado en el que señalan: "Las decisiones de hoy podrían comprometer la aplicación del plan industrial en su momento acordado y sobre el cual se han basado las recientes decisiones del Gobierno".
Los Agnelli no están solos en su defensa de una nueva estrategia que, según algunas de las hipótesis que se barajan, podría pasar por la creación de una empresa que reúna los coches de lujo del grupo, Ferrari, Maserati y Alfa Romeo, en cuyo capital participaría la alemana Volkswagen. A este respecto, un portavoz de Maserati reconoció ayer que la firma está en conversaciones "desde hace tiempo" con la casa Audi. Vincenzo Maranghi, "hombre fuerte" de Mediobanca, el banco de negocios milanés presente en el accionariado de Fiat ( controló el grupo durante la larga etapa de Romiti), apoya también esa alternativa, que iría acompañada de una renuncia por parte de Fiat a ejercer la opción de venta de Fiat Auto a General Motors en 2004. Las acciones del grupo cayeron ayer el 3,65%.
La batalla dentro del grupo afloró el lunes, cuando una agencia de noticias anunció la inminente dimisión de los dos principales directivos y facilitó los nombres de los sustitutos. Uno de ellos, Gianluigi Gabetti, de 78 años, actual vicepresidente de Ifi, financiera de la familia Agnelli, representa la línea de continuidad de la dinastía fundadora. El otro, Enrico Bondi, de 68 años, próximo a Mediobanca, se especializa en el "salvamento" de grupos en crisis y se encargaría de liquidar los negocios no esenciales de Fiat para reactivar el sector automovilístico.
Una de las primeras decisiones de Bondi, un hombre que goza de la confianza del primer ministro, Silvio Berlusconi, sería convertir en acciones Fiat el préstamo de los grandes bancos. Una iniciativa contra la que reaccionó hace meses el gobernador de la Banca de Italia, Antonio Fazio, que declaró que los bancos han hecho ya todo lo posible por ayudar a Fiat, y "no se les pueden pedir más sacrificios". Ayer se supo que Fazio mantuvo el lunes una entrevista secreta con Paolo Fresco para conocer la situación interna del grupo.
La oposición de centro-izquierda expresó ayer sus dudas sobre el verdadero papel que ha tenido el Ejecutivo, y concretamente Berlusconi, en este golpe de timón de Fiat. Los que permanecieron al margen de la polémica fueron los 5.600 trabajadores del grupo ya despedidos. Estos empleados se preparan para la huelga general convocada el viernes en Turín.
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