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LA POLÍTICA MONETARIA

El BCE abarata el precio del dinero

Los tipos de interés de la zona euro pasan del 3,25% al 2,75% para impulsar a la debilitada economía europea

Javier Moreno

La evidencia de que Europa bordea de forma peligrosa la recesión se impuso ayer finalmente en Francfort. Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo (BCE), recortó el precio del dinero en medio punto, para situarlo en el 2,75%, tras más de un año en el que la autoridad monetaria ha ignorado las peticiones desesperadas de empresas y gobiernos de todo el continente. Los datos de inflación, cuyo peligro agita siempre Duisenberg para resistirse a bajar los tipos, no han cambiado mucho. Pero la presión era ya irresistible. "Honestamente, si hubiéramos recortado los tipos hace un mes, todo el mundo se habría sorprendido", explicó el presidente tras la reunión del Consejo de Gobierno. "Me atrevo a asegurar que hoy están ustedes menos sorprendidos".

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Efectivamente, esta vez no hubo decepción. Se produjo la rebaja de tipos. Y fue de la magnitud que esperaban los mercados financieros: medio punto. A estas alturas, las previsiones para Alemania, la gran potencia económica del continente, son de crecimiento nulo para el primer trimestre del año que viene. Y Bruselas advirtió el miércoles de que la UE en su conjunto corre el riesgo de una contracción a principios de 2003. Así las cosas, recortar sólo un cuarto de punto habría resultado irrisorio, y su efecto devastador para la confianza de los empresarios. Duisenberg, pese a todo, se lo planteó ayer, según reconoció a la prensa.

"En el Consejo de Gobierno hemos tenido una buena discusión. No sobre si bajábamos los tipos o no, sino sobre la magnitud del recorte, un cuarto de punto o medio punto", admitió. "Tras la discusión, decidí que el Consejo se inclinaba por recortar medio punto".

Creciente nerviosismo

Se trata de la segunda vez que el presidente del banco se permite dar una idea del ambiente en las reuniones del Consejo, formado por 18 miembros, algo poco habitual. En la última ocasión ya reveló que se había producido una "fuerte discusión". Ambos enfrentamientos reflejan el creciente nerviosismo entre los agentes económicos por la inmovilidad del BCE, cuyo empecinamiento en batallar el hipotético fantasma de la inflación amenazaba con llevar a Europa a la catástrofe, según la mayoría de observadores. Y de paso, amenazaba con liquidar su credibilidad como conductor de la política monetaria europea.

Desde que estalló la burbuja tecnológica, en 2000, la Reserva Federal de EE UU ha recortado los tipos 12 veces (un total de 5,25 puntos), hasta situarlos en el 1,25%; el BCE lo ha hecho cuatro (y sólo 1,5 puntos, sin contar ayer). Pese a compartir el mismo análisis económico ambas instituciones parecían habitar en mundos diferentes.

De hecho, Duisenberg tuvo dificultades para explicar qué ha cambiado desde el 7 de noviembre. "En general, desde la última reunión", dijo, "los argumentos a favor de un recorte de tipos se han reforzado; se ha incrementado la evidencia de que las presiones inflacionistas están cediendo, debido principalmente a la renqueante expansión económica; más aún, los riesgos negativos para el crecimiento económico no se han desvanecido".

Los datos preliminares para noviembre, sin embargo, muestran que la inflación en la zona euro se mantuvo en el 2,2%, sólo una décima menos que el mes anterior. Es más, el índice ha estado por encima del objetivo oficial del 2% durante 26 meses de los cuatro años que lleva en marcha el euro. Lo que sí ha cambiado brutalmente es la percepción de que, a menos que el BCE recortase los tipos, Europa se encamina a una recesión a principios de 2003. Duisenberg reconoció que estas malas perspectivas han contado. "Nuestra decisión debería ayudar a mejorar el futuro de la economía de la zona euro, al proporcionar un contrapeso a los riesgos actuales, y por tanto incrementar la confianza".

Aparcadas de momento la ortodoxia y la prudencia, la pregunta más insistente de los periodistas ayer fue: ¿Hay margen para más recortes de tipos? Duisenberg contestó con una obviedad: "Afirmativo". Pero dos frases en el comunicado oficial colocadas juntas de forma estratégica, sugiere que la autoridad monetaria considera que ya ha cumplido su parte, y que los gobiernos europeos no deben esperar más estímulos en los próximos meses. Primera: "Déjenme señalar que, con la decisión de hoy [por ayer], los tipos de interés del BCE han alcanzado un nivel muy bajo según estándares históricos". Y a continuación: "El Consejo de Gobierno seguirá vigilando de cerca todos los factores que puedan afectar a la inflación en la zona euro".

"Me gustaría dejar claro", añadió, "que hay una urgente necesidad de implantar de forma decidida la agenda sobre reformas estructurales; notamos con preocupación que muchos países avanzan demasiado lentamente, y hacemos un llamamiento a los gobiernos a que emprendan acciones decididas".

Duisenberg aprovechó para esbozar la reforma del Consejo del BCE, por la entrada de nuevos miembros. Lo más importante es la reforma del sistema de votación, para evitar que, con el aumento de miembros, se pueda tomar una decisión por un conjunto de países que no representan la mayoría de la economía. El Consejo de Gobierno se ampliará de 18 a 21 miembros. El comité ejecutivo (seis personas) tendrá derecho permanente de voto, y el resto de países irán rotando mediante un complejo mecanismo para evitar que los países pequeños puedan subir o bajar los tipos sin contar con los grandes.

Repercusiones en España

En el caso de España, la decisión del BCE tiene efectos contrapuestos. Será beneficioso para los titulares de hipotecas, positivo para que la inversión de las empresas se recupere y negativo para los ahorradores. Para el sector público, la principal ventaja será para el objetivo de déficit cero, ya que el Estado podrá financiarse más barato y reducir el coste de la deuda, que representa cerca del 10% de los gastos totales.

Pero todo esto puede convertirse en agua de borrajas si, como teme el ministro de Economía, Rodrigo Rato, la rebaja de tipos se traduce en más inflación. El riesgo es mayor para España, que mantiene un diferencial con la UE de 1,7 puntos, en el nivel histórico más alto. Ayer Rato matizó que la decisión del BCE no incidirá directamente en la financiación de las familias y empresas, puesto que las hipotecas y los créditos ya habían descontado la rebaja. Con el nivel de inflación en el 4% y los tipos de interés en el 3,75% antes del recorte de ayer, las condiciones monetarias en España eran ya muy laxas.

Los datos del segundo trimestre indican que, pese a la desaceleración, el crédito al sector privado mantiene un alto crecimiento del 12,2%, el doble del crecimiento nominal (sin descontar la inflación).

Wim Duisenberg, ayer durante la rueda de prensa celebrada tras bajar los tipos de interés.
Wim Duisenberg, ayer durante la rueda de prensa celebrada tras bajar los tipos de interés.ASSOCIATED PRESS

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