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Argentina libera el ahorro

El fin del 'corralito' será insuficiente para reactivar la economía, según los analistas

Alejandro Rebossio

Nueve meses después de lo previsto y un día antes de cumplir un año, el corralito financiero de Argentina se desarmará mañana. Las cuentas corrientes y de ahorro quedarán liberadas. A diferencia de lo que hubiera ocurrido cinco meses atrás, el Gobierno del peronista Eduardo Duhalde, los bancos y los analistas desestiman un retiro masivo de fondos, siempre y cuando no surjan noticias negativas sobre el horizonte político y económico.

Los bancos españoles BBVA Francés y Río (SCH) saldrán fortalecidos de la apertura del 'corralito' por su liderazgo
Existen opciones de inversión a corto plazo más rentables que el dólar, como los depósitos a plazo y los títulos públicos
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Pese a la nueva medida, muchos ahorradores continuarán protestando para recuperar su dinero. Muerto el corralito, sobrevive el llamado corralón. Instaurado en enero, resultó una vuelta de tuerca sobre la congelación de los depósitos a plazo: cada dólar ahorrado se convirtió en 1,40 pesos ajustados por la inflación, lo que en la actualidad representa dos pesos, pese a que la divisa norteamericana cotiza a 3,59. El corralón también retrasó la devolución de la mayoría de los fondos hasta la segunda mitad de 2003 y la primera de 2004.

La Corte Suprema de Justicia se reunirá el próximo día 10 para fallar sobre su constitucionalidad. El Gobierno y los bancos albergan la certeza y el temor de que el tribunal supremo decida la redolarización de los ahorros. Las entidades carecen de recursos suficientes para afrontar el cambio de moneda y, por eso, suponen que la solución radicará en que el Estado, en suspensión de pagos, asuma el coste con la emisión de más deuda.

"La decisión de ir abriendo el corralito y el corralón es positiva porque elimina restricciones y ayuda a generar crédito, que está en los niveles de los años ochenta", apunta Daniel Artana, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). "El Gobierno asume el riesgo de abrir el corralito porque intenta reactivar la economía. Corre el riesgo de que los fondos se usen para comprar dólares si vuelve la desconfianza. Pero lo que se libera (20.804 millones de pesos, 5.795 millones de dólares) no es mucho para reactivar ni para encarecer el dólar", admite Artana. La divisa está controlada desde hace cinco meses por las restricciones fiscales, monetarias, a la compra de divisas y a la salida de capitales. Además, el superávit comercial ascenderá este año a 15.000 millones de dólares. El economista de FIEL considera que la estabilidad del tipo de cambio dependerá de las negociaciones dilatadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y del grado de populismo o seriedad de los candidatos para las elecciones presidenciales de abril.

De momento existen opciones de inversión a corto plazo más rentables que el dólar: los depósitos a plazo, los títulos públicos que el Estado está pagando, las acciones y las obligaciones negociables de las compañías, según Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea. Los ejecutivos de finanzas de grandes empresas esperan que se recuperen los tipos de interés de las letras del Banco Central (Lebac) tras la defunción del corralito.

"La apuesta más riesgosa ya se dio cuando liberamos el corralón hasta 10.000 pesos y la mayoría de la gente dejó su dinero en el banco", confiesa el ministro de Economía, Roberto Lavagna. El presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, adelanta que si mañana aumenta la demanda de dólares, dejará que el peso se deprecie y sólo más tarde intervendrá en el mercado para recuperarlo. "Van a pagar caro (el dólar) y después lo van a tener que vender barato", desafía.

Desde marzo hasta diciembre de 2001, el sistema bancario argentino había perdido 18.000 millones de dólares y sólo retenía 50.000 millones. La profecía finalmente cumplida de la suspensión de pagos, la congelación de depósitos y la devaluación del peso, atado al dólar desde 1991, desencadenaron la desconfianza de los grandes capitales. El Gobierno del radical Fernando de la Rúa y su ministro de Economía, Domingo Cavallo, impuso el 3 de diciembre y por 90 días el pronto bautizado corralito. Así se lo llamó porque sólo permitía movilizar los depósitos a la vista para saldar cuentas mediante cheque o tarjeta de débito y apenas autorizaba a retirar en efectivo 1.000 pesos mensuales (1.000 dólares de aquella época).

La falta de moneda circulante paralizó la economía. Los saqueos de comercios y las caceroladas derrocaron a Cavallo, el 19 de diciembre, y a De la Rúa, al día siguiente. El senador Duhalde asumió la presidencia el 1 de enero con la promesa de devolver en dólares los depósitos realizados en esa divisa, en la que confiaban los argentinos por temor a una depreciación del peso. Cinco días después, Duhalde y su entonces ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, anunciaron la devaluación y la creación del corralón.

La Corte, en abierta confrontación política con Duhalde, declaró el 1 de febrero la inconstitucionalidad de la congelación por considerar que aniquilaba el derecho a la propiedad. La sentencia puso al sistema financiero al borde del colapso. Duhalde firmó un nuevo decreto ratificando el corralito y el corralón, pero resultó insuficiente para evitar que decenas de miles de ahorradores presentaran recursos de amparo judiciales en demanda de su dinero.

Cadena de canjes

El ministro Remes Lenicov propuso en abril un canje compulsivo de los depósitos a plazo por bonos del Estado. Renunció por el rechazo del Congreso y la ciudadanía a la iniciativa. Su sucesor, Lavagna, lanzó en junio el primer canje voluntario de depósitos por títulos públicos en dólares a 3 y 10 años. Tres meses después presentó un segundo trueque por bonos a 11 años, que finalizará el próximo día 12. Lavagna también liberó en octubre los depósitos del corralón menores a 10.000 pesos (2.785 dólares) y se encontró con la sorpresa de que el 70% de los fondos se quedaron en el sistema financiero.

El ahorro en los bancos se elevó del nivel mínimo de julio, 49.848 millones de pesos (13.885 millones de dólares), a los actuales 54.140 millones de pesos (15.080 millones de dólares), mientras que el peso y la economía dejaron de caer. Mientras tanto, los ahorradores que rechazan los canjes esperan que la Corte determine la devolución inmediata de sus dólares.

Ahora preocupa el 'corralón'

El sistema bancario argentino, contra todos los pronósticos, tiende a normalizarse antes de tiempo. "Se ajustó por su cuenta, ahora es más pequeño, pero no ha habido muchas quiebras", comenta Jorge Vasconcelos, de Fundación Mediterránea. Los bancos españoles BBVA Francés y Río (SCH) saldrán fortalecidos de la apertura del corralito "porque son líderes del sector", reconoce Rafael Ber, de la consultora Argentine Research. La preocupación persiste, no obstante, por la posible redolarización de los depósitos a plazo. Es ese caso, el presidente del Banco Central, Pignanelli, se muestra a favor de un canje de ahorros por bonos. Lavagna rechaza un mayor endeudamiento. "Otra posibilidad es que cada banco negocie la devolución con sus clientes", defiende Pablo Goldin, de la consultora M&S. El corralón sigue vivo para desgracia de Argentina.

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