La Iglesia chilena pide perdón por la pederastia de un arzobispo
La Iglesia católica chilena pidió ayer perdón por los abusos a menores cometidos por el arzobispo emérito de la ciudad de La Serena, José Francisco Cox, quien después de las denuncias partió a Colombia, y desde allí, a Europa, para recluirse en un monasterio.
Mediante una declaración emitida después de una reunión urgente, la Conferencia Episcopal se hizo cargo de las denuncias en la prensa contra uno de los obispos más conocidos del país. En el texto, titulado Horas dolorosas llaman a la conversión, la Iglesia sostiene: 'No podemos ni queremos justificar conductas impropias en obispos ni sacerdotes. Nos duelen profundamente. A todos los que han sido dañados por ellas les pedimos perdón'. El comunicado cita una frase que el propio Cox dijo en La Serena: 'Pido perdón por ese lado oscuro que hay en mí y que se opone al evangelio'.
Aunque era un secreto a voces dentro de la Iglesia católica y algunos sacerdotes lo habían denunciado a la jerarquía, el caso de Cox sólo saltó a la prensa la semana pasada, después de que se conocieran denuncias en contra. Enterada de las publicaciones que se hacían en contra del obispo organizador de la visita del Papa en la dictadura y del Jubileo 2000, la Iglesia católica logró incluso diferir las publicaciones durante unos días, lo que permitió a Cox salir de Chile.
Las primeras denuncias apuntaron que el obispo manoseaba los genitales de menores después de misa. Otras reprochaban que parecía excesivamente cariñoso con los niños y alguno lo vio salir excitado desde atrás del altar, abrochándose su ropa. Las víctimas de Cox, sin embargo, han preferido el anonimato y hasta ahora el prelado no afronta ninguna denuncia en los tribunales.
'Engatusaba con billetes'
El único testigo de los abusos, Hernán Godoy, de 30 años, afirma que el obispo Cox es homosexual y no pederasta porque 'también lo vimos con adultos'. Recuerda que cuando estaba en primaria, después de una misa, Cox le invitó junto con varios compañeros de curso al arzobispado de La Serena. Allí le pasó dinero para que fuera a comprar unos dulces. 'Cuando llegué de vuelta había una escena fuerte: se estaba besando con uno de mis mejores amigos sentado en su falda. Me callé, me hice el tonto'.
Godoy agrega que el prelado siempre engatusaba 'con billetes'. En otra oportunidad, durante su confirmación, Cox lo abrazó contra un hombro, mientras junto al otro hombro estaba un segundo menor abrazado. 'Como estaba muy apretado, yo no veía nada, hasta que presencié un beso con el otro amigo. Fue un beso como de novela. Me apretaba mientras me decía 'malilla', 'malulo'. El testigo agrega que en la Iglesia católica muchos sabían y callaban, sea por la influencia del arzobispo o por hipocresía. Un conocido suyo, que le pidió a su madre no ir más a la parroquia, recibió una respuesta de ella que refleja esta actitud: 'No te preocupes, a monseñor no le gustan los morenos, le gustan los rubios', cuenta Godoy.
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