Conquistadores de víctimas
Uno de los perjuicios ocasionados por el desembarco de las empresas españolas en América Latina a partir de finales de la década de los ochenta ha sido la consideración pública de dichas empresas como agentes del expolio exterior de esos países. Sobre la inversión masiva de capital español en Latinoamérica se elaboró la etiqueta poco original de los nuevos conquistadores, acuñada por Financial Times; y una vez que se tiene la etiqueta, lo que contenga el frasco importa poco.
Cecchini y Zicolillo se esmeran en demostrar durante 270 páginas que los lobbies españoles -de los que al parecer Felipe González y José María Aznar son agentes principales- y los corruptos gobiernos argentinos (sobre todo los de Menem) conspiraron para entregar el patrimonio nacional a las empresas depredadoras procedentes de Madrid. La tesis es tan respetable como casi cualquier otra, pero tal como está explicada en el texto tiene algunos problemas de desarrollo o entendimiento.
Los nuevos conquistadores. El papel del Gobierno y las empresas españolas en el expolio de Argentina
Daniel Cecchini y Jorge Zicolillo Editorial Foca ISBN 84-95440-29-6
Uno de los más llamativos, aunque no el principal, es el tono general del texto, rico en el esquemático lenguaje antiimperialista de la década de los setenta. Véase un ejemplo: 'Con el apoyo del Departamento de Estado norteamericano, las fuerzas armadas se hicieron con el poder [en 1976] con dos objetivos básicos: la eliminación física de la disidencia política e ideológica y la destrucción de la economía nacional para encadenar a la Argentina, en una posición de completa dependencia, al sistema financiero internacional'. Resulta difícil imaginar cómo puede articularse un programa 'para destruir la economía nacional', aunque la ruina puede alcanzarse por pura y extendida incompetencia. Algunos diálogos son poco verosímiles, como cabe esperar de las técnicas de periodismo de investigación que exhiben los expertos en el género. Como esta frase de López Murphy a Rato: 'Es imprescindible que me ayuden si quieren que las privatizadas sigan siendo una vaca lechera'. Nadie en su sano juicio expone su papel de forma tan desairada.
Tampoco consigue el texto demostrar de forma indiscutible el reparto intensivo de sobornos y coimas que enriquecieron a los cargos argentinos para favorecer las privatizaciones. No es improbable que existieran, por supuesto; pero siguen siendo hoy cuestión de probabilidad o de indicios. Los autores soslayan elegantemente uno de los elementos decisivos que explican la liquidación de las empresas públicas argentinas: su deplorable gestión y su discutible valor en el mercado. Sólo de pasada mencionan 'los servicios públicos en manos de empresas de Estado, ineficientes y fuertemente endeudadas -pero que bien conducidas serían altamente rentables'.
Caben otras objeciones al tono general del libro, pero, a modo de resumen, puede mencionarse una más: los autores meten a todas las empresas en el mismo saco, con independencia además de los modelos presidenciales de gestión. Al parecer, tan expoliadora fue la telefónica de Cándido Velázquez como la de Juan Villalonga. El análisis debería ser más matizado y las imputaciones de saqueo deberán matizarse más. La idea de una mina de oro empresarial explotada sin escrúpulos por multinacionales españolas choca abiertamente con la quiebra de sus cuentas de resultados a causa de la ruina argentina. La mina no debía ser tan rentable.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.