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Lula promete mantener la autonomía ante EE UU para defender los intereses de Brasil

El candidato favorito quiere negociar un acuerdo de libre comercio en otras condiciones

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En una entrevista reciente con la prensa brasileña, el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, se despachó a gusto con el líder de la primera potencia, George W. Bush: 'De cada diez palabras que pronuncia, nueve son para provocar una guerra'. Si Lula llega, como anuncian las encuestas, al palacio de Planalto (sede de la Presidencia) las relaciones entre el gigante del Norte y el gigante de América del Sur no serán fáciles.

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'Brasil tiene que cuidarse', dice el candidato del PT. 'Queremos que sobrevivan nuestra industria y agricultura', añade. Uno de los rasgos distintivos de la política exterior de Brasil, desde los tiempos de Juscelino Kubitschek (1955-1960), ha sido la relativa autonomía de Estados Unidos. El Gobierno de Fernando Henrique Cardoso no fue diferente en este aspecto.

Brasil mantuvo una dura pugna con EE UU en el foro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) debido a las patentes de las medicinas contra el sida. Quien encabezó aquella lucha fue el ministro de Sanidad de la época, José Serra, hoy candidato del oficialismo a las elecciones del domingo y máximo rival de Lula.

Proyectos de gran importancia geoestratégica para Washington, como el Plan Colombia, en el que EE UU deseaba contar con el apoyo incondicional de Brasil, han sido recibidos fríamente por Cardoso, que lo considera una amenaza a los intereses específicos del país. Otro punto de discordancia es Cuba. Cardoso, como José Sarney, rechazó el embargo unilateral a la isla caribeña y, a diferencia del ex presidente argentino Carlos Menem, nunca se apuntó al discurso anticastrista.

El punto de mayor fricción entre Estados Unidos y Brasil es la propuesta de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lanzada en diciembre de 1994 por el entonces presidente Bill Clinton en la primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami. Desde la óptica de Washington, Brasil ha mantenido una actitud obstruccionista. Cardoso se defiende: la economía brasileña ya pasó por un proceso de apertura traumático que no contó con la reciprocidad de los países desarrollados.

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El proceso de integración comercial desde Alaska a Tierra de Fuego está empantanado en buena parte por el proteccionismo estadounidense y la grave crisis económica latinoamericana. En la última reunión de Quebec, en abril de 2001, los presidentes establecieron un calendario de negociaciones y ratificaron el año 2005 como fecha para la entrada en vigor del ALCA, un área con más de 800 millones de habitantes y un PIB superior a los 12 billones de dólares.

Las buenas intenciones expresadas en Quebec no fueron más allá de las palabras. En contra de lo prometido, Estados Unidos adoptó una serie de medidas proteccionistas que cerraron más el mercado norteamericano a los productos latinoamericanos: aumento de los aranceles de importación a 510 productos considerados sensibles 'sobre los que no hay posibilidad de acuerdo' (acero, zumo de naranja, alcohol, azúcar, carnes y tabaco, entre otros), ampliación de los subsidios a la producción agrícola y sanciones contra la importación de madera canadiense.

Negociar el ALCA

'Un Gobierno de Lula encarará con tranquilidad las negociaciones sobre el ALCA, que es una de las pautas de la Administración Bush en sus relaciones con América Latina', dice António Palocci, coordinador del programa del PT. Lula, por su parte, reitera que el ALCA es inadmisible tal y como lo plantea hoy Estados Unidos -'más que un acuerdo de libre comercio sería un proceso de anexión económica del continente'-, y reconoce que ningún país como EE UU defiende sus intereses. 'Voy a hacer lo mismo que ellos hacen para el pueblo estadounidense. Voy a discutir, defender los intereses del pueblo brasileño y después vamos a discutir los intereses de los otros'.

Está claro el argumento contra el ALCA y lo que podría perder Brasil si firmara el acuerdo. Pero, ¿qué perdería si lo rechazara? EE UU es el mayor importador del mundo, al que llega el 25% de las exportaciones brasileñas. La balanza comercial entre los dos países se ha invertido desde 1994, año en que comienza a ser deficitaria para Brasil. La inversión directa de EE UU en Brasil ha pasado de 18.900 millones de dólares en 1994 a 40.000 millones, mitad del total invertido en América del Sur.

'Lula tiene una posición de propagandista', dice Luis Paulo Vellozo, alcalde de Vitoria y coordinador del programa de José Serra, candidato del oficialista Partido Socialdemócrata (PSDB). 'Serra ha dejado claro que Brasil nunca firmará un acuerdo desventajoso, pero al mismo tiempo nunca se negará a conversar para firmar acuerdos bilaterales y multilaterales'.

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