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ELECCIONES EN BRASIL

La economía mundial, pendiente de Brasil

El izquierdista Lula, favorito en las elecciones de hoy

Los convocados a las urnas son 115 millones, pero la expectativa de las elecciones de hoy va más allá incluso de la decena de países fronterizos con Brasil. La economía mundial está pendiente de lo que ocurra en el gigante de América Latina, que elige hoy, además de al presidente, a los 27 gobernadores y a los parlamentarios de los Estados y la federación. Los votantes dirán si desean continuar con el modelo de Fernando Henrique Cardoso, presidente los últimos ocho años, o quieren un cambio político, económico y social de mayor calado. Sólo el socialdemócrata José Serra desafía al claro favorito: el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.

El último sondeo disponible, publicado ayer, daba a Lula, antiguo sindicalista y fundador del Partido de los Trabajadores (PT), un porcentaje de votos estable del 43%, mientras que José Serra subía un punto y se situaba en 19%. Los otros dos candidatos, Anthony Garotinho (partido socialista) y Ciro Gomes (coalición Frente Laborista) obtendrían un 15% y un 13% cada uno. Los datos, recogidos el viernes tras el último debate televisado entre los cuatro candidatos, coinciden con los demás sondeos, que hasta ahora han asegurado hasta un 45% de votos para Lula. El vencedor heredará un país llamado a jugar un papel determinante en el futuro del continente americano, pero con unos problemas no menos mastodónticos que su superficie, de 8,5 millones de kilómetros cuadrados y una población de 170 millones de habitantes.

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Brasil no es un país pobre, pero es un país con muchos pobres. La renta per cápita, de 3.600 dólares en el año 2000, según el Banco Mundial, es 10 veces la de muchos países de África y Asia. El 77% de los habitantes del planeta viven en naciones más pobres que Brasil. Su economía ocupó la octava posición en el ránking mundial, aunque ahora ha pasado a la decimoprimera. Sin embargo, 53 millones de brasileños viven por debajo de la línea de pobreza, de los que 23 millones son considerados indigentes. Las dos cifras significan, respectivamente, el 34% y el 14,5% de la población total.

Un nivel de renta disponible que no es bajo y unas cifras de pobreza que no mejoran con el transcurrir de los años. Ésta es la clave para comprender el cuadro social brasileño.

Hay muchos pobres porque Brasil tiene, probablemente, la peor distribución de renta en el mundo. En realidad, según Naciones Unidas, sólo Sierra Leona, el país africano desangrado por 10 años de guerra, presenta una situación más desigual.

Con estas cifras, que son de una nación con recursos naturales inmensos y que ha sido capaz de desarollar una industria aeronáutica, militar, farmacéutica e informática del mejor nivel, no sorprende que el candidato que ha encabezado hasta el último día todas las encuestas de opinión es Lula. El ex sindicalista es quien mayor énfasis pone en la transformación social de Brasil, quien más habla de la reforma agraria para dar trabajo a los campesinos desocupados, para hacer productivas las ingentes haciendas dejadas de la mano de Dios y para dar de comer a los millones de hambrientos.

No cabe duda de que cuando los sectores más radicales del Partido de los Trabajadores y cuando algunas de las organizaciones que respaldan a Lula lanzan sus diatribas contra el Fondo Monetario Internacional, cargan las tintas contra la especulación financiera o advierten que hay que renegociar la deuda, los mercados se ponen a temblar. Entonces es cuando la cotización del real se dispara frente al dólar, la Bolsa cae y la inversión se paraliza o se retrae.

Las conclusiones del último Foreign Direct Investment Confidence Index (índice que mide la confianza de los inversores en determinados mercados), publicado en septiembre por la consultora estadounidense A. T. Kearney, señala que Brasil ha caído en el último año de la tercera a la decimotercera posición en la lista de países más fiables para la inversión extranjera directa. La encuestadora realiza esta consulta cada año entre los directivos de las 1.000 empresas más grandes del mundo. 'Creo que Brasil pasa por un parón técnico y que recuperará su posición cuando las percepciones mejoren', ha declarado Mark Essle, director presidente de A. T. Kearney para Brasil y América Latina.

El mismo informe indica que desde 1998 China aparece de manera consistente entre los mercados emergentes preferidos por los inversores extranjeros, junto a Brasil, India y México. Este año, China continuó creciendo en la lista de preferencias mientras que los otros países cayeron.

Las expectativas por el resultado de las elecciones brasileñas no son ajenas al sombrío panorama económico de la región, agudizado por la crisis argentina y su declaración unilateral de suspensión de pagos de la deuda, en diciembre. En agosto, los inversores extranjeros retiraron 151 millones de dólares de la Bolsa de Valores de São Paulo. Ello no significa que todo el dinero fuera enviado al exterior, sino que el inversor puede dedicar esos recursos para comprar activos considerados más seguros, como dólares y oro. La retirada de recursos de agosto fue la tercera mayor del año, después de junio y julio. Por cuarto mes consecutivo, la Bolsa de São Paulo registró salida de capital extranjero.

Los especialistas sostienen que la inestabilidad financiera no se despejará hasta que el próximo presidente defina su equipo económico y anuncie su plan de Gobierno. Hasta entonces, el dólar difícilmente bajará de la barrera de los 3,50 reales. En lo que va de año, el precio de la moneda estadounidense ha subido un 58%. La incertidumbre financiera provoca que muchas empresas prefieran liquidar sus deudas externas. Entre octubre y diciembre los vencimientos de títulos privados alcanzan los 3.500 millones de dólares.

El próximo presidente heredará el reciente acuerdo que el Gobierno de Cardoso firmó con el FMI, por el que el organismo internacional otorgará un préstamo de 30.000 millones de dólares. A cambio, Brasil se compromete a mantener un alto superávit fiscal primario. ¿Una hipoteca para el futuro Gobierno? Brasil tendrá que mejorar la balanza comercial y bajar los tipos de interés, que están en el 18% anual de promedio. La participación del crédito en el sector privado (28% del PIB) es de los más bajos del mundo, lo que denota el carácter desequilibrado de la economía.

No lo dicen abiertamente, pero los expertos del equipo de Lula insinúan que el acuerdo con el FMI se revisará si el PT llega al Gobierno. En otras palabras, el futuro presidente no se sentirá totalmente comprometido con lo que firmó Cardoso.

En el terreno de las privatizaciones poco queda por hacer. Petrobrás (la petrolera estatal brasileña) ya tiene una parte en manos del sector privado, el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) es la caja económica del Gobierno y el mínimo instrumento de gobernabilidad, por lo que no cabe esperar su privatización en un Gobierno de Lula. Las privatizaciones en el sector eléctrico han dado un pésimo resultado, por lo que se puede descartar la intervención del Estado. En todo caso, el PT ha dejado claro que piensa reforzar el papel de los entes de regulación.

Las elecciones de Brasil tienen, pues, dimensión continental. Desde Washington a Buenos Aires y en un buen número de cancillerías y Bolsas de valores seguirán con la máxima atención el resultado de la consulta de hoy, que dirimirá, de entrada, si los electores tendrán que acudir de nuevo a las urnas el próximo 27 de octubre para una segunda vuelta. Si el resultado del ganador es suficientemente amplio para darle directamente la presidencia de la nación, la asumirá el 1 de enero de 2003.

Un partidario del candidato favorito en las elecciones de hoy muestra un cartel que dice: Ahora es Lula.
Un partidario del candidato favorito en las elecciones de hoy muestra un cartel que dice: Ahora es Lula.AP

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