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Separadas tras 22 horas de operación unas siamesas unidas por la cabeza

El equipo quirúrgico, formado por 50 personas, advierte del riesgo de complicaciones

Dos siamesas unidas por el cráneo que nunca se han podido ver la cara fueron separadas ayer por un equipo de neurocirujanos de la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU). La operación duró 22 horas y las niñas de un año están en buen estado, aunque una de ellas tuvo que ser intervenida de nuevo debido a un hematoma subcutáneo que oprimía el cerebro. El director del del centro médico, Michael Karpf, señaló que, a pesar del éxito de la operación, las pequeñas no están aún fuera de peligro. 'En las próximas semanas existe la posibilidad de que se presenten complicaciones', dijo.

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María Teresa y María de Jesús Queij Álvarez, nacidas en Guatemala el 25 de julio de 2001, llegaron al mundo unidas por la parte superior de la cabeza. Además, tenían los rostros en dirección contraria, lo que dificultaba aún más sus movimientos. No sabían lo que es sentarse, ni gatear, ni mirarse. Por eso sus padres, campesinos humildes, no paraban ayer de llorar de la emoción y de dar gracias al equipo de 50 médicos y enfermeras que salvaron a sus hijas. Leticia Alba y Wenceslao Queij López, también expresaron gratitud a la organización norteamericana Healing the Children que correrá con el gasto de más de 1,5 millones de euros.

Las niñas ingresaron hace 10 meses en el hospital infantil Mattel de la UCLA para los análisis y el tratamiento preoperatorio. La intervención se pudo realizar porque, aunque las siamesas compartían algunos huesos craneales y varios vasos sanguíneos, sus cerebros estaban separados.

El porcentaje de casos con estas características es de uno cada 2,5 millones de nacimientos. Únicamente se han realizado cinco operaciones similares en el mundo, y sólo una de las parejas intervenidas sobrevive.

Las niñas guatemaltecas ingresaron al quirófano a las 8 de la mañana del lunes (5 de la tarde en España) pero la intervención comenzó seis horas después. Los doctores procedieron primero a separar los cráneos y tras nueve horas separaron la 'circunferencia' craneal que las niñas compartían. Superada esa primera dificultad, los neurocirujanos iniciaron entonces la separación de los vasos sanguíneos. Ésta era la parte más delicada de la cirugía porque tenían que acertar qué vaso pertenecía a qué niña y luego redirigir el riego sanguíneo. Finalmente, a la una de la madrugada (diez de la mañana de ayer en España) consiguieron culminar la separación. Previamente, los médicos habían insertado a las niñas unos globos subcutáneos que estiraban la piel. Con esa piel les taparon la herida de la operación, que tardará varias semanas en cicatrizar.

Hubo momentos de peligro y el equipo estuvo muy tenso en la primera fase de la operación, según relataban ayer algunos de sus miembros al admitir, además, que estaban agotados. Uno de esos malos momentos fue cuando una de las niñas empezó a perder sangre. Inmediatamente le aplicaron transfusiones y controlaron la situación. Uno de los jefes del equipo médico, Henry Kawamoto, cirujano de reconstrucción plástica explicó al finalizar la operación que no se habían presentado complicaciones graves que no hubieran anticipado en los numerosos estudios que habían hecho de las siamesas. 'Nuestra meta ahora es que las niñas puedan salir andando o, por los menos, gateando', dijo.

Hemorragias

Como advirtió el director del centro médico, Michael Karpf, este tipo de cirugía entraña siempre un alto riesgo de hemorragias, inflamación cerebral y otras complicaciones que pueden provocar un daño permanente.

Los casos de siamesas unidas por la cabeza ocurren sólo en un 2% de todos los nacimientos de siamesas. La historia médica sólo ha registrado medio centenar de casos de 'siamesas craneófagas', de las que el 15% ha vivido hasta los cinco años, pero sólo se conoce un caso en el que hayan llegado a ser adultas, según datos del Instituto de Neurocirugía del hospital Cedars-Sinai en Los Ángeles.

La causa del fallecimiento suele ser el agotamiento de los órganos vitales de uno de los hermanos que realiza las funciones para las dos. Una vez que ese corazón, hígado o riñón se agota, la pareja de siameses muere. El porcentaje de éxito en las cirugías de separación ha aumentado de un 25% a un 65 % en la última década y media gracias a los adelantos tecnológicos que han permitido precisar el perfil preoperatorio y perfeccionar la técnicas quirúrgicas.

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