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Reportaje:

Preso en un hospital

Un minusválido baracaldés, con una enfermedad degenerativa, espera su ingreso en un centro apropiado

La historia de Daniel Espagarraiz, baracaldés de 43 años, es toda una odisea. Desde hace 19 años padece una enfermedad degenerativa, su madre (con la que vivía) está ingresada en una residencia con un cáncer y él lleva casi tres meses en el hospital bilbaíno de Santa Marina sin un sitio que le pueda acoger: no puede volver a su casa por su minusvalía y las instituciones no encuentran un centro para sus características.

La vida de Daniel se empezó a torcer en 1983. Era una veinteañero que había empezado a trabajar como soldador. Y le diagnosticaron lo que se ha convertido en su martirio: la siringomelia T2 conomedular o malformación de Arnold-Chiari, un mal que se sustancia en el desprendimiento del cerebelo, que afecta a la médula y posteriormente a las piernas, cada vez con menor movilidad.

'Cuando vine sólo necesitaba una muleta, ahora si ando 50 metros me quedo destrozado'

En 1985 obtuvo la invalidez absoluta pero la fortuna volvió a pasarle de largo. Le quedaban cuatro meses para cumplir cinco años de trabajo, los que la legislación establecía para cobrar la pensión de la Seguridad Social. Pese a promesas y esperanzas, se quedó sin nada, y ahora se ha tenido que conformar con 300 euros mensuales del Gobierno vasco por su minusvalía.

La asistencia de su anciana madre -sólo tiene como familiar a un primo- en el piso de Barakaldo en el que convivían era su asidero. Pero hace cuatro meses la anciana se rompió la cadera y la escasa movilidad de Daniel se convirtió en su tortura. 'Tenía que hacer sobreesfuerzos para ir a comprar comida y otras cosas y me puse peor'. Desesperado, tras el consejo de su amigo, presentó una denuncia sobre su caso en la Ertzaintza, que la tramitó al Ayuntamiento de Barakaldo y se tomaron las primeras medidas: su madre quedó ingresada en una residencia, con la ayuda económica de la Diputación, y Daniel fue trasladado al hospital de Santa Marina.

Allí, en la habitación 401, lleva casi tres meses y desde el 17 de junio se encuentra con el alta médica. 'Le dije al director que no podía irme a casa y que me quedaría en la puerta'. Daniel se desplaza, con gran dificultad, con dos muletas. 'Cuando vine sólo necesitaba una. Ahora si voy durante 50 metros me quedo destrozado'.

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La dirección de San Marina le ha comentado que se está buscando una solución. Pero el tiempo no juega a su favor. 'Esto no es lugar para mí. Cada día que pasa es peor, no puedo dormir, tengo depresiones'. La habitación no ayuda mucho: tiene tres camas más y 'hay mucho ruido'.

Osakidetza asegura que este baracaldés seguirá en Santa Marina 'hasta que la Diputación nos diga que hacer'. En el Departamento foral de Acción Social no hay de momento soluciones. 'Estamos viendo a ver dónde encaja. No puede ir a una residencia al ser menor de 50 años y discapacitado no lo es todavía. La ley tampoco permite acomodarle en cualquier sitio', afirma un portavoz de la Diputación vizcaína.

Ana Belén Quijada, concejal responsable de Servicios Sociales en Barakaldo, comenta la dificultad del caso. 'Le hemos ofrecido un servicio domiciliario [con una asistenta dos horas diarias] pero no quiere. El quiere ir con su madre a una residencia y eso no es posible. ¿Dónde se le va a ingresar? No puedes llevarle a un centro para esquizofrénicos. Estamos a la espera de que resuelva la Diputación y, cuando lo haga, vamos a seguir trabajando para que vaya a alguna residencia'.

Daniel tiene una única petición: 'Ir a un lugar adecuado a mis necesidades, que aquí ya me han dicho que no es. Podría ser Gorliz, donde hay piscina e hidroterapia, que me vendrían bien para la enfermedad'.

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