La crisis regional golpea a Chile

Unos tamboriles interrumpían el orden de Santiago, a dos calles del Palacio de la Moneda (sede del Gobierno). Eran los trabajadores de CTC, filial de Telefónica, que protestaban en los últimos días contra ajustes en la compañía. Temen engrosar la tasa del paro, que asciende al 9,1%. El desempleo, la desanimada demanda interna y la poca confianza de los empresarios en el Gobierno socialista se han confabulado con un difícil frente externo, crisis regional y escándalos contables en Wall Street, para reducir el crecimiento de la economía más estable del área.

En la otra ladera de los Andes, Argentina suspendió pagos y devaluó el 72%. Pero en las últimas semanas la economía chilena padeció un contagio más lejano, de Brasil, que entró en la incertidumbre financiera cuando hace dos meses los bancos de inversión extranjeros comenzaron a asustarse de una posible victoria del izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva en las elecciones presidenciales de octubre, comenta el analista Martín Anidjar, de JP Morgan Chase. La devaluación del real de las últimas semanas (2,89 por dólar) deterioró al peso chileno, que pasó de cotizar de 645 unidades por dólar en abril pasado a 698 esta semana, lo que supone una depreciación del 8%. En octubre último, el dólar llegó a valer 720 pesos por el efecto tango, pero el banco de inversión Morgan Stanley predice que cerrará el año a 660.

Anijdar considera que la inestabilidad de Brasil sólo incrementa la volatilidad del tipo de cambio chileno. 'La economía de Chile está más atada al ciclo económico internacional', observa Andijar. Este país andino sigue de cerca la mejora de la cotización del cobre, que le reporta el 40% de sus ingresos por exportación. Chile deposita sus esperanzas en que la economía norteamericana consolide su recuperación y evite un enfriamiento por los escándalos en Wall Street.

Menos ventas

La crisis argentina no desestabilizó Chile, pero repercutió en el comercio exterior, las inversiones y el turismo. Argentina, que sólo representaba el destino del 3,5% de sus exportaciones, le compró en los primeros cinco meses del año el 65,2% menos. Las ventas a todo Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se contrajeron el 40,1%. La mitad de los argentinos que veraneaban en las frías playas chilenas se quedó este año en casa y, en cambio, cientos de chilenos están cruzado los Andes cada fin de semana para comprar chaquetas de piel y antigüedades a bajo precio en Buenos Aires y Mendoza (a 400 kilómetros al este de Santiago).

Chile sufrió como primer inversor latinoamericano en Argentina, en los sectores de grandes superficies, papel, alimentos y energía, entre otros.

El efecto tango también desencadenó la fuga de capitales de la región y desalentó la llegada de inversión extranjera directa (IED), que ahora privilegia a Chile y México, en detrimento de Argentina y Brasil. 'Es una preocupación', reconoce la ministra de Relaciones Exteriores chilena, Soledad Alvear, cuando EL PAÍS le pregunta por la reticencia del capital foráneo hacia toda la región, incluido su país. El ministro de Economía, Nicolás Eyzaguirre, declaró en un seminario que su país debe olvidarse de repetir la 'tremenda' inversión extranjera de la década de los noventa, que llegó con el final del proceso de privatizaciones. De ahí que Chile recibiera el año pasado el 6% de la IED en Latinoamérica, en lugar del 8% de 2000.

'La crisis regional le pega a Chile y le seguirá pegando', vaticina Matías Silvani, analista de UBS Warburg. Este país crecía a tasas de más del 6% en los noventa, hasta que se desaceleró a partir de 1998 por efecto de la crisis de Asia, uno de sus principales socios comerciales. El año pasado creció el 2,8% y los analistas privados rebajaron las perspectivas iniciales de expansión para 2002 del 4% al 2,4% o 2,9%. El Gobierno de la Concertación, que une a socialistas y democristianos desde 1990, prevé un 3,2%. Eyzaguirre descartó que su país recupere los niveles de crecimiento de los noventa por la crisis regional y la incertidumbre sobre la evolución de Estados Unidos. 'A ratos veo que se dice que Chile está en recesión', se asombró esta semana Lagos. 'No sabía que los países que crecen un 3% están en recesión. Recesión es cuando un país no crece', rezongó el presidente.

Silvani opinó que Chile se encuentra en mejores condiciones que sus vecinos porque dispone de 'fundamentos más fuertes': una economía abierta al mundo (aranceles del 6%) y por tanto no dependiente del intercambio regional; cuentas fiscales ordenadas, con un déficit fiscal del 0,8% del PIB para este año, según UBS Warburg; una deuda pública moderada, que supone el 44,7% del PIB (la externa representa sólo el 8,6%), y la buena cotización del cobre. El inversor extranjero confía en Chile y prueba de ello radica en que sus títulos públicos conservan el grado de inversión -máxima calificación de solvencia-, con una prima de riesgo del 2%.

Acuerdo con la UE

El reciente acuerdo de libre comercio con la UE, que entrará en vigencia el año próximo, alentará la llegada de capitales y mayor comercio en el medio plazo, según los analistas privados. Un convenio similar con Estados Unidos está retrasado desde 1994 porque el Capitolio retrasa la aprobación de la vía rápida para que la Casa Blanca selle directamente pactos comerciales. Mientras tanto, Lagos no ha podido revertir las bajas expectativas de los empresarios chilenos, a los que intentará ganar con una reforma del mercado de capitales e incentivos tributarios a la inversión. Mientras tanto, la débil recuperación económica aumenta las presiones para subir el gasto público y el Gobierno ha planteado una necesaria reforma del sistema de salud, que se financiará con impuestos y eliminación de subvenciones.

En pos de la inversión y el consumo, el Banco Central chileno redujo hace diez días los tipos de interés del 4% al 3,25%, un mínimo histórico. Los tipos habían comenzado el año al 6,5%. La entidad confía en la expansión de la economía global, pero alerta sobre las turbulencias en Wall Street y la región. Descuenta que los tipos bajos mantendrán la inflación anual menor al 4%, máximo que se propuso, porque la depreciación del peso no se trasladó a los precios de un mercado interno poco demandante.