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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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Confabulación para el engaño

Joaquín Estefanía

TODO TIENE QUE VER CON TODO. La contaminación bursátil de las últimas fechas está en relación con factores macroeconómicos, geopolíticos, de resultados empresariales, de expectativas y, sobre todo, de falta de confianza. Los tiempos son lo suficientemente complicados como para tener en cuenta las explicaciones monocausales. Lo que hay que analizar en cada momento es cuál de las causas en juego es la determinante. En la jornada de pánico de los mercados de valores de casi todo el mundo del pasado miércoles había un elemento nuevo que no estaba presente en las jornadas anteriores: el enorme fraude contable detectado en WorldCom, uno de los iconos más notables de la nueva economía.

¿Hay muchas Enron y WorldCom en los parqués? Las dudas sobre empresas, analistas, auditores, se han generalizado. No parece posible una vuelta a la normalidad bursátil sin resolverlas

A finales del año pasado, poco después de los atentados del 11 de septiembre, se produjo la mayor suspensión de pagos de la historia empresarial de Estados Unidos: la de la empresa eléctrica Enron. Los inversores descubrieron con el caso Enron que se podían hinchar artificialmente los beneficios de una sociedad de modo continuo, para ofrecer explicaciones a los accionistas de un nivel de endeudamiento muy inferior al real; en un alarde de contabilidad creativa, Enron creó una amplia red de empresas filiales e instrumentales con las que maquillaba las cuentas de la matriz. Además, mientras suspendía pagos, cancelaba la cotización y despedía a miles de trabajadores, un centenar y medio de altos ejecutivos se hacían ricos a través de remuneraciones variables.

El caso WorldCom es de la misma familia que el de Enron, aunque de contenido diferente. En la primera compañía (multinacional que trabaja en más de 60 países, segunda operadora de telefonía de larga distancia en EE UU, con 67.000 empleados, de los cuales ya se ha anunciado el despido de 17.000), la manipulación contable ha consistido en presentar como inversiones los gastos incurridos en la creación de la red telefónica, en el servicio de conexiones de alta velocidad de Internet y los viajes de sus ejecutivos por todo el mundo. Transformaron 3.850 millones de dólares gastados en 3.850 millones invertidos. Así, sus máximos directivos consiguieron presentar unos falsos beneficios de 1.400 millones de dólares en 2001 y otros 130 millones en el primer trimestre de este año. El fraude es millonario. El elemento de continuidad es que tanto Enron como WorldCom fueron auditadas por Andersen, sin que en ninguno de los dos casos la auditora detectase las irregularidades.

Se podría pensar que tanto uno como otro fraude son una excepción en la América Corporativa. Pero si así fuese, su incidencia en las bolsas a través del desconcierto, la incertidumbre y la incredulidad de los inversores y accionistas habría sido como mucho puntual. Y no es el caso. Las dudas sobre la verdadera situación de las empresas que cotizan en Bolsa, sobre el auténtico nivel de los beneficios de las mismas, se ha extendido a la velocidad de la luz y ha contagiado también al continente europeo.

Entre Enron y WorldCom hay una amplia gama de empresas de la vieja y la nueva economía, de bancos de negocios y bancos tradicionales, de compañías auditoras y de consultoría, que han entrado en sospecha. Lo que significa que los criterios de regulación y control han fallado. La liberalización de la economía americana, como ya habían denunciado analistas independientes sin intereses directos en Wall Street, se ha hecho sin reglas del juego. La Securities and Exchange Commission (SEC), la comisión del mercado de valores norteamericana, tiene en estos momentos más de 60 empresas bajo investigación, lo que induce a muchos a pensar que los ejemplos descubiertos no son la excepción, sino la regla.

Han pasado más de 15 años desde que el escándalo de los bonos basura llevase a la cárcel a personajes como Iván Boetsky o Michel Milken, y hemos entrado en otra crisis de credibilidad empresarial de mayores proporciones que entonces. ¿Hay muchas Enron y WorldCom en los parqués? Las dudas sobre empresas, analistas, auditores, se han generalizado. No parece posible una vuelta a la normalidad bursátil sin resolverlas.

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