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Entrevista:LUIS RUEDAS | Experto en ecología médica de los CDC de Atlanta (EE UU)

'Estamos asistiendo a lo que podríamos llamar la revancha de los patógenos'

La totalidad de las especies animales que se dan de forma natural en un medio ambiente constituye la biodiversidad. El hombre no está incluido, pues más bien vive contra la naturaleza que con ella. Cuanto más natural sea el entorno, más especies de roedores puede haber y éstos son el reservorio de diferentes microorganismos que, sin ser patógenos para el hospedador, pueden causar enfermedad en el hombre cuando interviene sobre el medio entorno natural', afirma Luis Ruedas Martín, del departamento de Patógenos Especiales de los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Atlanta (Estados Unidos) y actual director del Museo de Biología de Vertebrados de la Universidad de Portland.

Cada año se producen en el mundo varios millones de casos de infecciones zoonóticas
'La intervención del hombre sobre la naturaleza eleva el riesgo de infección'

Este experto español, nacido en Madrid hace 41 años y que ha desarrollado toda su carrera científica en Estados Unidos, se ocupa de estudiar las especies animales que sirven como reservorio de microorganismos patógenos para el ser humano y que causan en éste las llamadas enfermedades zoonóticas, como lo fueron en su origen, por ejemplo, las infecciones por los virus del Ébola y del sida, y lo siguen siendo otras muchas.

Tras años de observación, su conclusión es clara: 'Si a finales de los años sesenta creíamos haber ganado la batalla a los procesos infecciosos en los países desarrollados, ahora estamos asistiendo a lo que podríamos llamar la revancha de los patógenos y las enfermedades que causan'.

Esta es su explicación: 'Tenemos que entender que en un determinado medio ambiente hay un número, limitado, de recursos. Cuantas más especies animales haya, menor será el número de individuos de cada una ellas por la limitación de los recursos. Si disminuye la biodiversidad, es decir, el conjunto de especies, aumenta el número de individuos de las especies supervivientes, que gozan de la totalidad de los recursos. Entre las especies que mejor sobreviven a los trastornos medioambientales inducidos por el hombre figuran los roedores, que sirven de reservorio para muchas patologías', explica Luis Ruedas, que ha viajado a Madrid para intervenir en un encuentro científico sobre La revancha de los patógenos, organizado por CosmoCaixa, el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa.

Dos grandes prupos de enfermedades zoonóticas son las producidas por dos tipos de virus: los hantavirus y los arenavirus. La gran mayoría de estos microorganismos tienen como especie reservorio a los roedores, incluidos el ratón y la rata comunes.

Estos virus, según Ruedas, no producen enfermedad en el animal que les sirve de reservorio, pues surge 'una cierta simbiosis como resultado de una coevolución que probablemente ha durado millones de años'. Para estos microorganismos es beneficioso que su hospedador viva más y mejor, ya que garantiza su propagación.

La mayoría de las infecciones zoonóticas generadas por estos virus se expresan mediante fiebres hemorrágicas, algunas de las cuales son mortales. Se ignora, en palabras de Ruedas, por qué estos grupos de virus producen unas veces enfermedad y otras no y por qué en ciertos pacientes resultan mortales y en otros no. El contagio se adquiere por vía aérea mediante la inhalación de partículas ambientales que desprende el animal reservorio.

'Yo estudio', explica, 'la ecología médica de un grupo de roedores que sirven como reservorio del hantavirus llamado Sin nombre, descubierto en Nuevo México en 1993 y muy común en el suroeste de Estados Unidos. Una investigación de la Universidad de Nevada, en Reno, ha demostrado que los ratones de la especie reservorio del Sin nombre respiran mejor que los no infectados. A partir de entonces mis trabajos con estos roedores revelan que incluso viven más tiempo'.

¿Por qué la especie reservorio, que seguramente ha convivido en armonía con el virus durante millones de años, infecta ahora al hombre?, se pregunta el científico español.

'No lo sabemos muy bien', responde, 'y posiblemente le haya contagiado en otras etapas de la historia, sin que fuera diagnosticada la infección o porque ésta se presentase de forma asintomática. De hecho, en España todavía no se ha descrito ninguna enfermedad zoonótica, cuando sí se han identificado en áreas próximas de la Cuenca mediterránea y en otras zonas de Europa, como los países bálticos'.

Las infecciones zoonóticas de índole hemorrágica por hantavirus han existido siempre, pese a que emergen a la luz casi de forma repentina en la segunda mitad del siglo XX. Pero no es hasta la década de los noventa cuando empiezan a ser estudiadas científicamente mediante una nueva disciplina conocida como ecología médica.

Se calcula que en el mundo se producen al año varios millones de casos de infecciones zoonóticas, con una tasa de mortalidad tan variable, que oscila de menos del 1% (es el caso de la encefalitis por garrapatas, en Europa del Este) a más del 99,9% (como sucede en la rabia). Solamente en el continente euroasiático se producen unos 200.000 casos clínicos por hantavirus, que cursan con fiebre hemorrágica y síndrome renal.

En el continente americano es donde se han descrito más hantavirus y arenavirus. El caso índice o primero del hantavirus Sin nombre fue identificado en 1993 en Nuevo México. No obstante, el nombre de este grupo de microorganismos procede del virus Hantaan, descubierto en los años cincuenta en la guerra de Corea.

Según Luis Ruedas Martín, no todas las cepas de estos grupos víricos, que viven en armonía con ciertos animales (sobre todo los roedores, pero también murciélagos y musarañas) y que pueden infectar al hombre y causarle enfermedad, son susceptibles de producir una infección sintomática.

'Creemos', explica Ruedas, 'que sólo la mitad tienen capacidad patogénica o inductora de enfermedad y se cifra en cuatro estadíos, de menor a mayor gravedad. Los últimos hantavirus identificados hasta ahora, conocidos como Choclo y Calabazo, se hallaron en Panamá en 2000, al producirse un brote epidémico de más de 30 casos.

Estos brotes epidémicos, aunque sean pequeños, sugieren la necesidad de emprender estudios científicos, que nos ayudan a identificar patógenos e infecciones que serían de muy difícil detección si se produjeran muy pocos casos y de forma aislada.'

Pero no son sólo los virus son los microorganismos capaces de producir enfermedades zoonóticas. En la década de los setenta se describió en Connecticut (Estados Unidos) la enfermedad de Lyme, que en el país norteamericano afecta a 16.000 personas.

La infección está producida por una bacteria, cuyo reservorio animal no es una sola especie, sino una docena de mamíferos y aves y cuya transmisión está mediada por un vector, que es una garrapata. En el caso de la malaria, el mosquito Anopheles puede ser a la vez seservorio y vector del Plasmodium falciparum, parásito que causa la infección.

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