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Reportaje:

El mejor antídoto contra el 'éxtasis'

Una información clara es, hoy por hoy, la única forma de evitar muertes por consumo de pastillas

Pablo Ximénez de Sandoval

Los efectos a largo plazo del consumo de drogas de síntesis no se conocen todavía. Pero su consumo está perfectamente localizado: seis muertes por éxtasis en este año en ambientes de macrofiestas y discotecas han estigmatizado ya a la música electrónica. Esto permite que la prevención se pueda desarrollar directamente sobre el terreno. Organizaciones privadas, como la catalana Energy Control, informan sin tapujos sobre las drogas disponibles en el ambiente de la noche. Ésa es la línea de actuación que ha adoptado también el Gobierno vasco para evitar, si no el consumo, más muertes relacionadas con el éxtasis. En el aspecto policial, en lo que va de año se han requisado ya más pastillas que en todo 2001.

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A las cuatro de la madrugada del pasado viernes, Michael, un londinense presente en la primera noche del Sónar, confirmó la primera alarma en el puesto que la ONG Energy Control tiene dentro del festival Sónar, en Barcelona. Había adquirido por 10 euros una pastilla de tantas, en este caso en forma de rombo, con una raya en medio, blanca pero ligeramente rosada. Un técnico comprobó, tras un rápido análisis con un reactivo, que la pastilla no contenía MDMA, el principio activo del éxtasis. Le habían timado, y ya era el tercero, que se supiera. 'Me la dio un tipo grande con una camiseta negra', maldecía, mientras tiraba el éxtasis falso a la basura. Poco después, un cartel anunciaba: '¡Atención! Rombo blanco sin logo NO MDMA'.

Sónar, uno de los festivales de música techno más importantes de Europa y el primero en calidad según los críticos, no escapa al estigma de este tipo de música, asociada siempre al consumo de drogas de síntesis, sobre todo éxtasis. Desde 1996 han fallecido 35 personas y seis este año. La última, esta semana en Pamplona.

El viernes, el Gobierno vasco anunciaba una campaña para 'prevenir, concienciar y disuadir' del consumo de drogas que incluye la presencia en las fiestas de psicólogos, trabajadores sociales y farmacólogos. El objetivo es informar a los potenciales consumidores de drogas de síntesis y hacer en el lugar análisis de las pastillas, como ya hace en Cataluña Energy Control. En el caso de Sónar, éste es el cuarto año (de nueve ediciones) que se instalan a la entrada.

'Los propios grupos políticos están de acuerdo en que la información tiene que estar en los propios ambientes, y si es posible, partir de los organizadores', explica Josep Rovira, presidente de Energy Control. En sus folletos se pueden ver los distintivos del Plan Nacional sobre Drogas, la Diputación de Barcelona o el Instituto Municipal de Salud Pública de la ciudad.

Avanzada la noche, cada pocos minutos se acerca alguien con una nueva pastilla para saber qué es. 'Normalmente conocemos todas las pastillas, porque recogemos muestras en distintos puntos de la ciudad durante la semana y las analizamos en el Instituto Municipal de Investigaciones Médicas. Para cuando llega el fin de semana o fiestas como ésta, sabemos perfectamente lo que hay en el mercado. Aquí analizamos sólo las pocas que no conocemos'. Cada mes, detectan unos diez tipos nuevos sólo en Barcelona.

Frente al mostrador, cinco amigos que llegaron desde Tarragona observan decenas de folletos. Jordi, de 24 años, consumía pastillas 'a 5.000 pelas cada una' hasta los 19. 'Ahora ya no, por problemas de arritmias'. Mientras criticaba a uno de los pinchadiscos ('este tío va de pastillas seguro, ¡suena como si le estuviera estrujando los huevos a un gato!') se atrevía a afirmar que 'aunque esto esté muy tranquilo, aquí todo el mundo va de algo. El que no va de porros va de éxtasis o de anfetaminas. Y el que no, va borracho sin más. Cada cual con su droga'.

La jornada del jueves transcurrió sin problemas en Sónar. Casi 9.000 asistentes y apenas un desmayo 'por mezcla de alcohol y coca, como siempre', como decía un asistente de Cruz Roja. Sin embargo, consciente de lo deteriorada que está la imagen de las fiestas techno, la Generalitat solicitó a la organización que adelantara el fin de las actuaciones de viernes y sábado, previsto para las nueve de la mañana. El pasado domingo, cinco jóvenes acabaron en urgencias tras consumir GHB (una sustancia depresora muy potente) en una fiesta en Leganés, lo que ha supuesto la clausura del local y una investigación contra los organizadores. El propio Rovira explica que 'el Sónar no presenta una situación de riesgo clara. No es una macrofiesta de bakalao [la versión más machacona y repetitiva del techno, despreciada por los entendi-dos]'. 'Sin embargo', aclara, 'es música electrónica'.

Los efectos a largo plazo de las pastillas no se conocen. Dentro de la generación que está sirviendo de conejillo de indias de estas drogas, son excepcionales por el momento tanto las muertes como los casos crónicos de depresión, insomnio, paranoia o psicosis que se han detectado tras un consumo intensivo o continuado. Por ejemplo, en la red de atención a las drogodependencias (XAD) de la Generalitat apenas se iniciaron el año pasado 81 tratamientos de desintoxicación por drogas de síntesis (el 0,7% de los atendidos). De heroína fueron 3.234 y de cocaína 1.888.

Peter, canadiense de 19 años, probó el éxtasis por primera vez en Ibiza hace dos semanas, y el jueves llegó a Sónar dispuesto a repetir. Frente al puesto de Energy Control, él y sus dos amigos de Calgary no acababan de comprender cómo se puede informar sobre drogas pero no sobre cómo conseguirlas, que era su intención. 'Esto no es como Ibiza', afirmaba, 'en las discotecas de allí los camellos te asaltan para ofrecerte las pastillas, aquí tienes que buscarlas'.

Aparte de los extranjeros que creen que el puesto es un dispensario de drogas, 'normalmente la gente viene preguntando por su propio consumo, para saber qué se mete', explica Rovira.

Hacia las cinco de la madrugada, al rombo falso se añadió una pastilla con logo de Citroën, que tampoco tenía efecto en los consumidores. 'No sabemos lo que tiene, pero lo que es seguro es que no tiene MDMA. Vamos a avisar también sobre ésta', anunciaba un técnico de Energy Control. A raíz de la escena, Jaume, de 24 años, ironizaba: 'También es cachondo que sólo anuncien las pastillas que son falsas. Vamos, que te puedes meter lo que sea hasta que te dé un ataque, pero eso sí, lo importante debe de ser que no te timen'.

Jóvenes que acudían en la madrugada del viernes al puesto de información sobre drogas de Energy Control dentro del festival Sónar, en Barcelona.

Un aviso contra una pastilla fraudulenta encontrada el jueves en Sónar.
Jóvenes que acudían en la madrugada del viernes al puesto de información sobre drogas de Energy Control dentro del festival Sónar, en Barcelona. Un aviso contra una pastilla fraudulenta encontrada el jueves en Sónar.C. B.

Consumo en aumento

Según fuentes policiales, sólo hasta junio ya se han superado las 800.000 pastillas incautadas en todo el año pasado. El dato no permite conocer la evolución del consumo, puesto que sólo contabiliza el éxtasis que llega a manos de la policía, no el que circula. Pero las encuestas periódicas del Plan Nacional sobre Drogas indican que éste sigue aumentando. Pendientes los datos de la encuesta escolar (jóvenes entre 14 y 18 años) de este año, la de 2000 indicaba un aumento de consumidores de éxtasis, mientras que bajaban los de cocaína, anfetaminas y alucinógenos. Un 44% de los que prueban el éxtasis a esa edad se convierte en consumidor habitual. Sin embargo, la 'percepción del riesgo' es muy elevada, y los jóvenes de Secundaria ven el éxtasis tan peligroso como la heroína o la cocaína. El 85% de los encuestados piensa que puede provocar problemas graves o muy graves. La edad media de inicio al consumo es de 15,6 años y las motivaciones para su consumo se relacionan con divertirse (41,3%) y experimentar nuevas sensaciones (21,8%).

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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