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Bush quiere limitar las investigaciones del Congreso sobre los errores previos al 11-S

El Capitolio abre el debate de los fallos de la CIA y el FBI en la lucha contra Al Qaeda

Enric González

El Congreso de Estados Unidos inició ayer una investigación sobre los múltiples errores cometidos por el FBI y la CIA antes del 11 de septiembre. 'Hay que llegar al fondo del asunto, y creo que cuando hayamos terminado se demostrará que los servicios de inteligencia incurrieron en fallos enormes', dijo el senador Richard Shelby, jefe de filas de los republicanos en la comisión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes. George W. Bush se mostró, por el contrario, poco favorable a investigaciones profundas, y mucho menos públicas.

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El presidente presionó al Congreso y exigió que limitara al mínimo posible el trabajo de la comisión, 'para no poner en peligro fuentes de información'.

La jornada giró en torno a los secretos. La comisión parlamentaria se reunió a puerta cerrada en una estancia especial, insonorizada y sin ventanas, bajo la cúpula del Capitolio. Bush, por su parte, acudió a la sede de la Agencia Nacional de Seguridad, el organismo más clandestino de la estructura de espionaje estadounidense (su misma existencia era materia reservada hasta hace unos años), para expresar su apoyo a unos agentes 'buenos' que trabajaban 'muchísimas horas'.

El presidente trató de mostrarse como defensor de los servicios de inteligencia y, por reflejo, sugirió que la curiosidad del Congreso y sus profundas sospechas de ineficacia en la CIA y el FBI contribuirían a incrementar la vulnerabilidad de EE UU frente a posibles futuros atentados.

Bush tuvo que admitir que los fallos existieron. El goteo casi diario de revelaciones, las acusaciones mutuas entre FBI y CIA y el descubrimiento, por parte de la revista Newsweek, de que dos de los terroristas que estrellaron un avión contra el Pentágono estaban perfectamente identificados mucho antes del 11 de septiembre, parecen hacer inevitable una reforma profunda de las dos grandes agencias federales.

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'Acerca de si el FBI y la CIA se comunicaron adecuadamente entre sí, creo que está claro que no lo hicieron, y ahora estamos evaluando el asunto', dijo el presidente. Pero añadió que las cosas no habrían sido distintas si se hubiera compartido información. 'No encuentro ningún dato que indique que este país podría haber evitado los ataques', comentó en la base militar de Fort Meade, ubicada entre Washington y Baltimore, en cuyo interior se esconde la Agencia Nacional de Seguridad, un organismo especializado en el análisis de datos recogidos por otras cuerpos de seguridad y espionaje.

El principal mensaje de Bush consistió en una advertencia al Congreso. 'Me preocupa', dijo, 'que la investigación inmovilice recursos muy valiosos, haga perder tiempo y ponga en peligro fuentes de información'. Según él, estaba en juego la seguridad presente y futura de Estados Unidos, y convenía mantener en secreto las averiguaciones parlamentarias: 'No me opongo a que se investigue; lo que quiero es que lo haga una sola comisión, no varias, y que el trabajo se desarrolle con la máxima discreción. No quiero que gente válida quede inmovilizada por una serie de comparecencias en cadena, justo cuando intentamos librar una guerra contra el terrorismo'. 'Prefiero que nuestros agentes dediquen a la seguridad del país, y no a un comité parlamentario, sus largas horas de trabajo', insistió.

La agente Rowly

Las declaraciones de los parlamentarios, antes de encerrarse en la sala blindada del Capitolio, indicaban la intención generalizada de realizar una investigación exhaustiva, y no tan secreta como quisiera Bush. En principio, se mantuvo el propósito de abrir a la prensa las comparecencias a partir del jueves, el día en que debía prestar testimonio Coleen Rowley, agente del FBI. Rowley fue la agente de Minneápolis (Minnesota) que protestó contra sus jefes porque éstos no mostraron interés en investigar el ordenador de Zacarías Moussaoui, detenido en agosto de 2001 cuando tomaba clases de pilotaje. Moussaoui, para el que los fiscales estadounidenses piden la pena de muerte, es considerado el único miembro del grupo terrorista que no logró actuar el 11 de septiembre.

'Uno de los objetivos de la investigación es detectar los fallos cometidos y corregirlos. Pero también hay que procurar que las agencias federales de espionaje no se excedan en sus atribuciones; deben proteger a la gente sin vulnerar las libertades civiles y la Constitución', dijo la representante demócrata Nancy Pelosi, integrante de la comisión.

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