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LA POLÍTICA DE SEGURIDAD DE EE UU

Bush se reserva el derecho de atacar sin previo aviso a 'terroristas y tiranos'

El presidente de EE UU despliega un discurso belicista en la academia militar de West Point

Estados Unidos tiene que atacar al enemigo antes de que el enemigo ataque; la guerra contra el terrorismo no se gana a la defensiva. Estas dos ideas definen la filosofía militar de George W. Bush, que este fin de semana ha formulado un planteamiento belicoso del orden internacional sumamente alejado del lenguaje moderado que empleó hace unos días en su viaje por Europa. En una larga intervención ante un público entregado a su arenga -cadetes en la Academia de West Point-, Bush aconsejó a los estadounidenses que 'estén preparados para acciones preventivas' de su Ejército.

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El presidente estadounidense, George W. Bush, no había pronunciado un discurso tan poco moderado desde las semanas posteriores a los atentados del 11 de septiembre. Aprovechó la ceremonia de graduación de la Academia de West Point para trazar una línea clara entre sus declaraciones en suelo ajeno -Berlín, París, Moscú- y su mensaje de consumo interno.

'La guerra contra el terror no se gana a la defensiva', dijo el presidente de Estados Unidos en un discurso de casi una hora, interrumpido constantemente por aplausos enfervorizados y gritos de exaltación patriótica.

Con frases bien diseñadas para provocar esa reacción, Bush expuso poco a poco el concepto de su nuevo orden mundial, que es un escenario internacional tan plagado de amenazas -según su visión- que obliga a atacar para no ser atacado: 'Tenemos que combatir al enemigo, destrozar sus planes y enfrentarnos a las peores amenazas antes de que surjan'.

Según Bush, el Pentágono y los servicios secretos estadounidenses deben modernizarse y prepararse para esta nueva política de acción rápida: 'Nuestra seguridad requiere transformar el Ejército para que esté listo para atacar sin previo aviso en cualquier esquina oscura del mundo. Nuestra seguridad requiere resolución por parte de los estadounidenses, que deben estar preparados para acciones preventivas cuando sean necesarias en la defensa de nuestra libertad y nuestras vidas'.

Bush, que antes de ser presidente criticaba con desprecio a Bill Clinton por querer convertirse en una especie de 'policía del mundo', tiene ahora en su punto de mira a un tercio del planeta cuando anuncia que EE UU 'debe destapar células terroristas en 60 o más países', una frase que pronunció con énfasis de obligación en el verbo 'deber'.

La propuesta político-militar llegó salpicada de referencias a amenazas genéricas que dan un carácter supuestamente imperativo a estos planteamientos: 'El peligro no ha pasado. Sabemos que los terroristas tienen más dinero, más hombres y más planes. Los peligros más graves a los que se enfrenta la libertad están en el cruce entre el radicalismo y la tecnología. Cuando se extiendan las armas nucleares, químicas y biológicas junto con nuevas tecnologías de misiles, cuando eso ocurra, incluso estados débiles y grupos pequeños pueden lograr un poder catastrófico para atacar a grandes países'.

El presidente Bush se quedó a un paso de recuperar su eje del mal de manera explícita, pero el concepto estaba insertado en su discurso cuando habló de 'dictadores desequilibrados con armas de destrucción masiva'. También aseguró que Estados Unidos no puede creer 'en la palabra de tiranos que firman con solemnidad acuerdos de reducción de armas y sistemáticamente los rompen'.

Agresión y terror

Según el Gobierno de Estados Unidos, al menos Irán, Irak y Corea del Norte están incluidos en esa categoría. 'Los países que optan por la agresión y el terror pagarán un precio', señaló. 'Las grandes potencias tienen una oportunidad histórica' de promover la paz mundial después de un siglo XX marcado por los conflictos, manifestó Bush en la histórica academia militar. Finalmente, como garante del orden mundial, el presidente estadounidense concluyó: 'No vamos a dejar la seguridad de Estados Unidos y la paz del planeta en manos de unos cuantos tiranos y terroristas locos'.

Tan militarista fue el discurso que el diario The New York Times lo interpretó como una maniobra de preparación psicológica para una guerra contra Irak. Sin embargo, cuando consultaron a la Casa Blanca sobre este extremo, el diario neoyorquino recibió la misma respuesta que Bush dio en Europa: 'No hay planes de guerra sobre la mesa de su despacho'.

George W. Bush saluda a un cadete de West Point después de pronunciar su discurso.
George W. Bush saluda a un cadete de West Point después de pronunciar su discurso.AFP

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