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LA POLÍTICA DE SEGURIDAD DE EE UU

La CIA seguía a dos terroristas del 11-S desde enero de 2000

La agencia ocultó la información al FBI, al Departamento de Estado y al servicio de Inmigración

Hasta tres semanas antes de los atentados de septiembre la CIA no comunicó al FBI la presencia en Estados Unidos de dos terroristas vinculados al círculo de Osama Bin Laden. La Agencia Central de Inteligencia sabía desde enero del año 2000 que Nawaf Alhazmi y Jalid Almihdhar, dos de los terroristas que estrellaron un avión comercial contra el Pentágono, habían entrado en EE UU después de una cumbre terrorista celebrada en Malaisia. Sin embargo, según publica hoy la revista Newsweek, la CIA no comunicó esta información ni al FBI, ni al Servicio de Inmigración, ni al Departamento de Estado norteamericano, que facilitó visados a los sospechosos sin poner impedimento alguno.

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La información abre un escándalo más en el comportamiento perturbador de los servicios de espionaje de Estados Unidos en los meses anteriores al peor ataque terrorista sufrido por este país. La CIA, que no tiene potestad para investigar ni espiar dentro de EE UU, no pasó el testigo de la investigación a la agencia que podía haber tirado del hilo, el FBI. A su vez, esta institución no siguió las pistas que sugerían la preparación de un gran atentado. El cúmulo de ineptitudes se destapó el 23 de agosto del año pasado, cuando la CIA distribuyó un boletín urgente sobre la presencia de los dos sospechosos en EE UU y la posibilidad de que estuvieran preparando una acción inminente.

La CIA conocía la reunión de Malaisia y había seguido a Alhazmi cuando partió de allí hacia Bangkok. Desde el aeropuerto de esa ciudad, el 15 de enero de 2000 tomó un vuelo en dirección a Los Ángeles; dado que Inmigración no tenía su nombre en la lista de sospechosos, nada entorpeció su entrada en EE UU. Después, la CIA supo que otro de los presuntos terroristas se había trasladado a California en el mismo avión. Ambos obtuvieron un visado del Departamento de Estado que, sumido también en la ignorancia, les concedió un permiso de entrada y salida múltiple.

Según el semanario, sorprendentemente la CIA no hizo nada con esta información. Si el FBI hubiera tenido entonces los nombres de Alhazmi y Almihdhar, habría sido fácil identificar al resto de los secuestradores que preparaban los atentados del 11 de septiembre. En enero del año pasado, Alhazmi se había reunido en una escuela de aviación de Fénix con Hani Hanjour, que pilotó otro de los aviones secuestrados. En mayo viajaron a Nueva Jersey y abrieron una cuenta corriente junto a otros dos de los autores, Ahmed Alghamdi y Majed Moqed. Semanas después hicieron transacciones bancarias con dos secuestradores más; posteriormente acudieron a una cumbre en Las Vegas, en el verano, que habría conducido hasta Mohammed Atta, el estratega de los atentados.

Un alto cargo del FBI asegura en Newsweek que la actuación de la CIA 'es imperdonable', lo cual es una manera de tapar los propios errores. George Tenet, director de la CIA, llegó a asegurar ante el Congreso que los atentados no fueron debidos a una 'falta de atención, de disciplina ni de esfuerzo' por parte de su institución, lo que ahora queda en evidencia. El fiscal general, John Ashcroft, no pudo reaccionar ayer a la información: 'No he tenido tiempo de digerirla', aseguró.

Las nuevas revelaciones sobre la negligencia de la CIA llegan en un momento en que el funcionamiento del FBI se ha convertido en objeto de mofa y de crítica por parte de los principales periódicos y buena parte del Capitolio. Incluso los diarios conservadores piden la dimisión de su director.

Peticiones de dimisión

En una viñeta de Newsday, el director del FBI dicta un mensaje a un agente vestido con chaleco antiguo y manguitos de oficinista: 'Transmita a las delegaciones la orden de modernizarnos y reorganizarnos'. El funcionario, que opera con el dedo un aparato de código Morse, replica: 'Espere, jefe, más despacio'.

Ésa es la imagen del FBI pos-11 de septiembre: una agencia que suma episodios de ineptitud a su vetusto engranaje burocrático. El director, Robert Mueller, heredó el desastre interno cuando llegó al cargo una semana antes de los atentados, pero esa justificación que él mismo repite no le ha salvado del reparto de responsabilidades.

The Wall Street Journal, referencia obligada de los conservadores republicanos, quedaba a un paso de acusar a Mueller de mentiroso al pedir abiertamente su dimisión: 'En las semanas posteriores al 11-S proclamaba que el FBI nunca tuvo informaciones de antemano sobre posibles ataques terroristas, y así lo dijo durante meses. Después, cuando salieron a la luz los informes de agentes en Fénix y Minneápolis, matizó que, a pesar de las informaciones, el FBI no pudo haber hecho nada que hubiera cambiado las cosas'. El editorial de The Wall Street Journal concluía: 'El director del FBI podría aliviar el ridículo con una honorable dimisión'.

Un agente del FBI revisa los bajos de un automóvil.
Un agente del FBI revisa los bajos de un automóvil.REUTERS

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