La segunda huelga general contra Duhalde paraliza Argentina
El presidente busca con urgencia el respaldo para cumplir hoy con las exigencias del FMI
La jornada de huelga nacional 'contra el hambre, la desocupación y la entrega del país' convocada por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), disidente de los sindicatos tradicionales, paralizó ayer casi por completo la actividad económica. Se trata del segundo paro contra el presidente Eduardo Duhalde. Los piquetes colapsaron el acceso a las principales ciudades y ya por la tarde comenzaron a registrarse algunos incidentes violentos.
El secretario general de la CTA, Víctor de Gennaro, aseguró al caer la tarde, en el acto central realizado frente a la sede del Congreso en la capital federal, que la participación popular en la protesta había 'superado las previsiones'. Los portavoces del Gobierno rebajaron los índices de absentismo en la Administración pública a menos del 30%, pero los dirigentes gremiales advirtieron de que la mayoría de los empleados había abandonado sus puestos de trabajo a media mañana para participar de las manifestaciones espontáneas.
El paro de los maestros fue masivo. Tampoco hubo clases en los colegios secundarios y las universidades públicas. La CTA, una central de centro-izquierda conducida por peronistas y socialistas, se basa en la poderosa Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y en el sindicato de los maestros, las dos organizaciones gremiales más importantes entre sus afiliadas, además de las que representan a los desocupados. La huelga de ayer contó además con el apoyo de los camioneros de carga, que comenzaron el lunes un paro 'por tiempo indefinido'.
Los dirigentes de la CTA habían anunciado la realización de 'más de mil acciones directas' de norte a sur a cargo de sus fuerzas de choque, los piqueteros. Los cortes de carreteras, puentes, accesos, vías de tren y calles estratégicas colapsaron el tránsito durante el día y los movimientos de entrada y salida de las principales ciudades. De las protestas en la capital de la provincia de Córdoba, segunda ciudad del país, en el centro geográfico de Argentina, participaron también los sindicatos adheridos a la CGT.
Buenos Aires, la capital del país, quedó aislada por el sur y por el norte poco antes del mediodía. Las principales avenidas del centro de la ciudad fueron cortadas al tránsito a medida que los empleados públicos salían a las calles para manifestarse. Los ahorradores que reclaman la devolución de los depósitos atacaron con palos y martillos las casas centrales de los bancos, cerradas desde que comenzó la crisis por vallas metálicas y rodeadas de policías.
En la jornada anterior a la de la huelga, una sucursal del BBVA-Banco Francés del barrio de Villa Urquiza había sido atacada con un cóctel mólotov que provocó un incendio y destruyó gran parte del local. Otras sucursales fueron atacadas en La Plata, Rosario, Santa Fe y Córdoba, pero a última hora de ayer la policía no había reportado ningún ataque de este tipo contra entidades. No obstante, sí se comenzaron a registrar algunos incidentes violentos a última hora de ayer en algunas provincias patagónicas.
El presidente Eduardo Duhalde dedicó la jornada a tratar de conseguir los votos que necesita hoy en el Senado para derogar la Ley de Subvención Económica, uno de los requisitos que impone el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de considerar la reanudación de la asistencia financiera al país.
El peronismo tiene mayoría en la Cámara alta, pero el jefe de grupo parlamentario no logra convencer a los disidentes y no le alcanza con el apoyo de los representantes de partidos provinciales. Duhalde se ha dado esta semana para cumplir con las exigencias del FMI, pero hasta ayer no había logrado grandes avances.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.