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El Guggenheim plantea un relato del arte del siglo XX a través de los barrios de París

La exposición rememora la historia de la 'topografía legendaria' de la capital francesa

Los barrios de París, desde el Montmartre de las vanguardias y el Montparnasse bohemio de los años treinta al Saint-Germain-des-Prés de la posguerra y el Barrio Latino de los sesenta, vieron pasar a los artistas que cambiaron el arte del siglo XX. La exposición París: capital de las artes, 1900-1968, que hoy abre al público el Museo Guggenheim Bilbao, recurre a 'la topografía legendaria de la ciudad' para rememorar la historia de ese largo periodo. 'La selección se aparta de los ismos del arte y recurre a la memoria histórica', dijo una de sus comisarias, Sarah Wilson.

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París: capital de las artes, una producción de la Royal Academy of Arts de Londres, con el patrocinio de la Fundación BBVA, es una extensa exposición que presenta 250 obras de arte de 150 artistas, con la pretensión de ofrecer un relato de la vida artística de la capital francesa, que a lo largo del siglo se concentró en distintos puntos de la ciudad, según el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte.

'No es una exposición francesa, sino europea, de una diáspora que llegaba a París desde toda Europa y desde América', explicó Wilson. La exposición comienza con una referencia a Les demoiselles d'Avignon, de Pablo Picasso, la obra -ausente porque su préstamo es prácticamente imposible- que en 1907 abrió el camino revolucionario del cubismo en un estudio del barrio de Montmartre, entonces un villorrio donde florecían los locales nocturnos. Los grandes del cubismo son el núcleo del capítulo dedicado a ese barrio. Obras de Picasso, Braque, Delaunay, Juan Gris, María Blanchard tratan de sugerir su ambiente artístico en las dos primeras décadas del siglo pasado.

Al margen del seguimiento de las corrientes artísticas, la exposición se ordena cronológicamente. La entrada en los años veinte trasladó el protagonismo a Montparnasse y supuso un retorno a la figuración, que se plasma en una sala dedicada al desnudo femenino, con obras de Dufy, Picabia, Maillol, Bonnard y Modigliani, entre otros. Es también el lugar donde se ubica un grupo de pintura surrealista, presentado como una premonición del fascismo y la guerra.

A Saint-German-des-Prés le corresponde la etapa de la ocupación nazi, reflejada en figuras brutas de Dubuffet y en la soledad de las esculturas de Giacometti. Pero el barrio de los existencialistas también se presenta como el escenario de la explosión de la vitalidad de la creatividad y el color en la posguerra. Es el lugar en el que aparecen las pinturas de Yves Klein y las esculturas de César y Germaine Richier en oro y bronce, y se cierra con el arte cinético y el op art.

La sala dedicada a los sesenta y el Barrio Latino quiere cerrar la exposición 'con energía', reuniendo el compromiso político y también la renovación de la elevación a la categoría de arte de los objetos cotidianos, y el nuevo realismo de artistas como Christo y Niki de Saint Phalle.

Wilson defendió que la exposición ubica a los espectadores en los barrios parisinos. En la práctica, sin embargo, el paso de un escenario a otro apenas se percibe en un montaje austero, en el que se ha prescindido del apoyo gráfico o audiovisual, habitual en otras exposiciones del Guggenheim.

Desde su cargo de secretario de exposiciones de la Royal Academy, el comisario Norman Rosenthal ha defendido que Londres fue en los noventa el centro mundial del arte visual contemporáneo. Ayer, en cambio, no marcó un epicentro. 'Ahora no existe una capital del arte', sentenció. 'El arte está en todas partes'.

Un aspecto de la exposición en el Guggenheim Bilbao con la obra <b></b><i>El origen de Jackson Pollock</i> (1967), de Erró.
Un aspecto de la exposición en el Guggenheim Bilbao con la obra El origen de Jackson Pollock (1967), de Erró.SANTOS CIRILO

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