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Alemania y Suecia reducen los gases de efecto invernadero sin recurrir a la energía nuclear

El Reino Unido no ha construido desde 1995 nuevas centrales atómicas y ha cerrado dos generadores

Alemania y Suecia, entre otros países europeos, están reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero, como indica el Protocolo de Kioto sobre cambio climático, y han decidido dar la espalda a la energía nuclear. La comisaria europea de Energía y Transporte, Loyola de Palacio, ha asegurado que no se puede cumplir Kioto sin recurrir a las plantas atómicas, afirmación rechazada por la comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallstrom. El debate no es sólo sobre opciones tecnológicas y clima, sino que incide en el problema clave de cómo hacer frente a la creciente demanda energética.

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Quizás porque esta postura de la comisaria de Energía y Transporte ya sea de sobra conocida, sus declaraciones en favor de las centrales atómicas han causado poco revuelo en Alemania. Tanto el Ministerio Federal del Medio Ambiente y Seguridad Nuclear como expertos independientes creen que la mayor economía de la zona euro, que ya se ha decantado por la desconexión de sus plantas atómicas, está demostrando con los hechos que sí es posible hacer frente al problema del clima con la reducción de la energía nuclear. 'No necesitamos dejar a las próximas generaciones un mundo radioactivo para evitarles la catástrofe del calentamiento de la atmósfera', ha dicho el ministro verde de Medio Ambiente, Jürgen Trittin.

Alemania, de hecho, entre 1990 y 2000, último año para el que hay datos disponibles, ha reducido en un 19,1% sus emisiones de gases de efecto invernadero, acercándose de esta forma a la meta del 21% de reducción asignada para 2012 en el llamado reparto de la carga que acordó la UE para cumplir el Protocolo de Kioto.

Si bien es cierto que a este éxito ha contribuido, en cerca de un 40%, la desaparición de la altamente contaminante industria de la antigua República Democrática Alemana, también lo es que, incluso sin este efecto, Alemania está entre los países que mejor van ajustándose al cumplimiento del Protocolo de Kioto.

Avance germano

La reducción de las emisiones, además, se ha logrado sin recurrir a una mayor generación de electricidad en las plantas atómicas. Según datos del Foro Nuclear alemán, la proporción de esta fuente de energía en el total de la electricidad consumida en el país incluso ha disminuido del 39% en 1989 al 30% el año pasado. En términos absolutos de la electricidad generada, sin embargo, se registra un aumento de 146.000 millones de kilovatios hora en 1990 a 171.000 millones el año pasado.

Los avances en la reducción de emisiones se han registrado sobre todo en la industria y en la generación energética. También las emisiones de dióxido de carbono achacables a los hogares han disminuido un 11,5%. No ha sucedido lo mismo, en cambio, con aquellas correspondientes al tráfico automotor, que incluso han aumentado en comparación a 1990. Esta tendencia, sin embargo, parece estar invirtiéndose: como consecuencia de la llamada ecotasa y del encarecimiento de los derivados del crudo, el consumo de gasolina ha caído en los dos últimos ejercicios en casi un 2% interanual.

¿Bastará todo ello para que Alemania pueda desconectar, dentro de casi 20 años, su última central nuclear, tal y como ha decidido el Gobierno rojiverde? La oposición conservadora lo pone en duda e incluso podría optar por dar marcha atrás en este punto si llegara al poder, pero la mayoría de los expertos considera que, 'en principio, es posible', según formula el Consejo Asesor del Medio Ambiente en su último informe anual. La receta, según Jänicke: aumentar la eficiencia en el consumo de energía, por un lado, y, por el otro, la paulatina sustitución del carbón por gas y energías renovables. Estas últimas, según los planes del Gobierno, en 2010 deberán proveer un 12,5% de la energía consumida en Alemania. Ya hoy la industria de la energía eólica es una de las que más crece en el país.

El Reino Unido va camino de alcanzar los compromisos del Protocolo de Kioto para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en un 12,5% para 2010. Incluso los superará en tanto que el objetivo del Gobierno pasa por reducir la emisión de dióxido de carbono en un 20% para ese mismo año. De entrada, para 2000, las emisiones bajaron en un 13% con respecto a 1999. Varios factores contribuyen a esta tendencia. Por una parte, las exploraciones de gas natural y crudo, intensificadas a principios de los ochenta, redujeron la tradicional dependencia en el carbón. En la diversificación también jugó un papel determinante la industria nuclear, que alcanzó su máximo nivel en 1997, con una contribución del 28% al total de la producción eléctrica. Tres años más tarde, el 22% del suministro eléctrico se basó en la energía nuclear.

La producción nuclear va, por tanto, en descenso, dado que no se han construido nuevas centrales desde 1995 y se han cerrado dos generadores. El Gobierno no promociona la industria nuclear, pero tampoco descarta la posibilidad de construir nuevas centrales cuando expire el periodo de vida de las actuales. La industria del carbón entró en declive en los años ochenta y la fuerte competencia de las centrales de gas provocó un descenso de la producción del 40% entre 1992 y 1995. El ritmo del declive es desde entonces menos pronunciado. El porcentaje de electricidad generada con gas creció hasta el 33% para 1999, mientras que el carbón bajó del 38% en 1997 al 31% dos años más tarde.

La reestructuración industrial, con el ímpetu en el sector servicios, y ciertas políticas gubernamentales -principalmente la periódica subida del impuesto sobre el carburante, que se frenó hace sólo un año- han favorecido la reducción de los gases. El Gobierno aspira a generar el 10% de la electricidad para 2010 y el 20% para 2020 de fuentes renovables, particularmente de la energía eólica.

Suecia es uno de los países de la UE que está en vías de cumplir el Protocolo de Kioto: sus emisiones han caído en un 1,9% respecto a 1990. Una de las medidas que ha llevado a ese resultado es la política impositiva en materia energética. Los ciudadanos suecos pagan cada año 1.100 millones de euros en impuestos destinados a disminuir las emisiones. Suecia emite 60 millones de toneladas de carbono anuales, que equivalen al 0,3 % del total mundial.

La política de respeto al medio ambiente arrancó en los años de apogeo de la socialdemocracia y del Partido del Centro (entonces Partido Agrario), que determinó una mentalidad en la población predispuesta aceptar una contribución personal, si con ello se defendía el entorno. Es el mismo espiritu que llevó al referéndum por el que se decidió desmantelar la energía nuclear, política cuestionada por los partidos más ligados a los intereses de la industria.

Un policía alemán monta guardia ante la central alemana de Philippsburg, cerca de Karlsruhe.
Un policía alemán monta guardia ante la central alemana de Philippsburg, cerca de Karlsruhe.REUTERS

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