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LA CAÍDA DE CHÁVEZ

Un hombre tranquilo tras el 'huracán'

El nuevo presidente de Venezuela promete que desmontará el sistema del mandatario derrocado

Juan Jesús Aznárez

El líder empresarial Pedro Carmona, presidente de la junta cívico-castrense que conducirá a Venezuela hacia unas nuevas elecciones 'a corto plazo', prometió una democracia 'amplia, pluralista, de fuertes valores democráticos', diferente a la practicada por Hugo Chávez. El desarme de los grupos incontrolados del oficialismo y la sustitución de República Bolivariana de Venezuela por su anterior término, República de Venezuela, serán sus primeras medidas. Los militares dados de baja y los ejecutivos de Petróleos de Venezuela podrán recuperar sus puestos.

El presidente de la Federación de Cámaras de Venezuela (Fedecámaras), que agrupa a casi el 80% de los 10 millones de trabajadores venezolanos, es propietario de la productora de aceite Venoco y ha sido colocado en una responsabilidad consecuente con la asumida el pasado año: encabezar la resistencia de los empresarios frente a políticas calificadas de estatistas. 'No es nuestra intención derrocarle', declaraba a este corresponsal un día antes del paro patronal del pasado 10 de diciembre, que paralizó el país. 'Nuestro objetivo es cambiar el rumbo que se le está dando al país, y las actitudes autoritarias y hegemónicas observadas en el Gobierno'.

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Carmona forjó una alianza con la Confederación de Trabajadores (CTV) en el objetivo común de acabar con Chávez, y calificó de 'bajeza' las especulaciones promovidas desde el Gobierno respecto a su supuesta complicidad con el ex presidente Carlos Andrés Pérez para forzar el derribo del teniente coronel. 'El país sabe bien que soy independiente y nunca serví de puente a ningún político'.

De 60 años, frugal, pausado, aficionado al submarinismo y al golf en el Club Izcaragua, esquía en los Alpes. Ayer convocaba a 'la tranquilidad y la confianza. El país ha entrado en una nueva etapa en la cual prevalecerá un criterio plural'. 'Siento un gran pesar por las víctimas', dijo en sus primeras declaraciones, pronunciadas en Fuerte Tiuna flanqueado por jefes militares, que le eligieron como el hombre encargado de devolver la confianza en el país y atraer las inversiones ahuyentadas por la incertidumbre. 'Los autores de esos hechos serán sancionados severamente por la justicia. Venezuela llora a sus muertos y no perdona la forma alevosa en que esos sectores del oficialismo actuaban'.

El presidente de la mayor organización empresarial del país encabezó una huelga general de tres días que fue determinante para desencadenar la salida de Chávez. El empresario representa un sector que acentuó su militancia antigubernamental al considerar contrarias a la propiedad privada las últimas leyes promulgadas por el Ejecutivo. El ex presidente, informó, permanecerá 'en custodia' de los militares en tanto se ventilan sus eventuales responsabilidades en los sangrientos hechos del jueves, y las denuncias de corrupción lanzadas contra su Administración. Los colaboradores del titular de la junta interina dicen que el economista y diplomático, graduado en Cooperación y Desarrollo en la Universidad libre de Bruselas, es un avezado negociador. Deberá demostrarlo para complacer las previsibles apetencias de los grupos que participaron en favor del comandante.

Carmona, de pequeña estatura, delgado, sin estridencias, usa trajes a medida y raramente pierde el control o las buenas maneras. Antes de entrar en abierta confrontación con Chávez, le acompañó en dos giras por Colombia y Chile, y negoció con sus ministros, sin conseguirlo, un cambio en la orientación de las políticas públicas. 'No podemos continuar el clima de conflictividad', declaraba cuando los mutuos reproches y los insultos se impusieron como método. 'La prioridad es abrir espacios al diálogo que nos permita integrarnos en la discusión de las leyes'. No fue posible, y el sindicato entró en abierta colisión con el Gobierno bolivariano. 'No queremos una salida a la chilena', había insistido el 9 de diciembre pasado, en referencia a la huelga de camioneros que aceleró el golpe de 1973 contra el socialista Salvador Allende, derrocado por el Ejército chileno, a las órdenes de Augusto Pinochet. La arremetida no fue a la chilena, fue a la venezolana, invocándose 'fuerza mayor' en el desalojo del incómodo inquilino de Miraflores.

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