Fustigadas y lapidadas
31 países aún aplican penas físicas, entre ellas el marcaje con fuego o el apedreamiento, que afectan en su mayoría a mujeres
Miles de mujeres de todo el mundo sufren agresiones físicas - en muchos países en aplicación de su legislación penal-, que llegan hasta la muerte, ejecutada de las maneras más brutales imaginables. Una de las protagonistas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, fue Safiya Hussani, nigeriana de 30 años condenada a morir lapidada por cometer adulterio y cuya apelación será revisada el próximo 18 de marzo. Pero Hussani no es la única. En al menos 31 países, las penas corporales forman parte de la legislación vigente, advierte Amnistía Internacional, a pesar de que muchos de estos países hayan firmado el Pacto de Derechos Civiles y Políticos que prohíbe expresamente penas crueles, degradantes e inhumanas y la Convención contra la Tortura. Afganistán, Arabia Saudí, Bahamas, Botsuana, Emiratos Árabes Unidos, Rusia (Chechenia), Irak, Irán, Kenia, Libia, Nigeria, Pakistán, Singapur, Somalia, Sri Lanka, Sudán, Tanzania, Yemen y Zimbabue, son algunos de los países que aplican penas físicas.
Estos castigos se aplican mayoritariamente a mujeres. Además de la pena de muerte, los tribunales imponen castigos corporales como la amputación de miembros, la flagelación o el marcado a fuego. Los llevan a cabo funcionarios del Estado, en ocasiones en público y están revestidos del manto de respetabilidad que rodea a los castigos legales. En algunos países, las víctimas han sido condenadas a penas de hasta 100 latigazos, que les han producido discapacidades permanentes y otras han muerto.
Abok Alfa Akok, una mujer sudanesa, consiguió gracias a la presión internacional que se anulara su sentencia a morir lapidada. La reducción de pena consistió en 75 latigazos que le fueron propinados de inmediato. A pesar de que Abok es miembro de la etnia dinka, cristiana y animista, fue condenada por la ley islámica. Y aunque sólo habla inglés y dinka, el juicio se desarrolló en árabe. Otras mujeres no fueron tan afortunadas como esta mujer sudanesa: en Irán, una mujer fue lapidada el pasado año tras ser declarada culpable de 'corrupción en la tierra' por haber aparecido supuestamente en una película pornográfica.
Pero además del Estado, son muchos los agresores que hacen que las mujeres continúen siendo las principales víctimas de la violencia, ya sea en las guerras, en el seno de la familia o en las prisiones. En países como Kenia, las leyes protegen los delitos sexuales dentro del matrimonio. Y en Pakistán, Irak, Jordania y Turquía son frecuentes los asesinatos de mujeres por honor, el cual puede ser ofendido por razones tan diversas como mirar a otro hombre de manera sospechosa o negarse a contraer matrimonio.
Los datos dan miedo. Según la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido abusos físicos o psíquicos. En España en 2001 murieron más de 40 mujeres a manos de sus compañeros o maridos, según datos oficiales. En Europa, una de cada cinco ha sufrido la violencia doméstica, según la UE. Cerca de 130 millones de niñas han sufrido mutilaciones sexuales y dos millones más corren el riesgo de sufrir esas prácticas cada año, asegura Naciones Unidas. En Estados Unidos una mujer es golpeada cada 15 segundos y 700.000 son violadas cada año, según un informe oficial. En Egipto, el 35% de las mujeres acusan a sus maridos de malos tratos, denuncia AI.
Esta organización lleva recogiendo testimonios de mujeres torturadas en todo el mundo desde 1997. En la gran mayoría de los casos, los culpables siguen sin ser procesados. Es el caso de Zeynep Avci, una mujer kurda torturada por policías turcos en 1996: 'Me pusieron una esponja mojada en la nuca e hicieron que me recostara sobre un banco eléctrico. Me dieron descargas eléctricas durante varias hora; después me pusieron sobre otra mesa Y trajeron una porra. Me dijeron: 'Arrodíllate' y me metieron lentamente la porra en el ano. De pronto me empujaron y me obligaron a sentarme encima de la porra. Empecé a sangrar, uno de ellos se subió sobre mí y me violó'. Una guineana relata cómo fue agredida por soldados cuando fue arrestada por manifestarse en 1998: 'Me violaron hasta que perdí el conocimiento [...]; todavía hoy me encuentro totalmente perdida'.
Historias éstas, reflejadas en el informe Cuerpos rotos, mentes destrozadas. Torturas y malos tratos a mujeres de AI, se repiten en todo el mundo. No hay un solo continente que se libre. Las golpeadas, violadas, quemadas y lapidadas sólo tienen en común una cosa: su condición de mujer.
La violencia contra las mujeres tiene sus raíces en una cultura global que les niega los mismos derechos que al hombre. El relativismo cultural ya no es un argumento válido. Así lo afirma tajante Eva Suárez-Yanos, presidenta en España de Amnistía Internacional: 'Los Gobiernos deben condenar la violencia contra las mujeres, erradicar las leyes discriminatorias y educar a sus fuerzas de seguridad. La cultura y la religión no es una excusa para la violación. El problema no es la religión, sino la interpretación que cada país hace de ella'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.