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Reportaje:

Un rincón ruso en la UE

La UE y Rusia buscan fórmulas para no aislar el enclave de Kaliningrado tras la ampliación

Pilar Bonet

Rusia y la UE no han encontrado aún la forma de solucionar los problemas de desplazamiento y tránsito que la ampliación de la UE plantea al millón de habitantes de Kaliningrado, el territorio ruso encajonado entre Lituania, Polonia y el mar Báltico, separado geográficamente del grueso de la Federación Rusa. El futuro del enclave fue uno de los temas centrales de la cumbre del Consejo de Estados Bálticos, que celebró ayer su décimo aniversario en la ciudad costera de Svetlogorsk, en Kaliningrado.

Además de los ministros de Exteriores de los 11 países miembros, asistían a la cumbre el jefe de Gobierno de Rusia, Mijaíl Kasiánov, y el comisario de Relaciones Exteriores de la UE, Chris Patten. La presidencia española de la UE, que ha declarado Kaliningrado como una de sus prioridades, estuvo representada por el secretario de Estado, Ramón de Miguel. Kaliningrado debe ser un 'puente europeo' y no un 'callejón sin salida europeo', manifestó Kasiánov, que se reunió con sus colegas de Polonia y Lituania, Lezek Miller y Algirdas Brazauskas, respectivamente, en una minicumbre trilateral.

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Con unas dimensiones equivalentes a la mitad de Cataluña, la región de Kaliningrado fue parte de la Prusia oriental alemana hasta el fin de la II Guerra Mundial.

Desde el punto de vista de Moscú, expresado ayer por Kasiánov, la mejor solución sería que los rusos de Kaliningrado pudieran seguir viajando sin visado por el territorio de Polonia y Lituania, tal como lo hacen en la actualidad. Kasiánov, sin embargo, se mostró abierto a un compromiso que suavice el régimen de Schengen, al que se deberán adaptar Polonia y Lituania cuando entren en la UE.

Presionados fuertemente por Bruselas en este sentido, los Gobiernos de Varsovia y Vilnius han anunciado ya la introducción en 2003 de un régimen de visados para los habitantes de Kaliningrado que se desplacen por sus respectivos territorios.

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La UE ha dejado claro que no está dispuesta a hacer excepciones al régimen de Schengen. Sí lo está, en cambio, a facilitar la expedición de visados para que éstos se den de forma efectiva, rápida y barata, y también a ayudar a poner en pie infraestructura de control y seguridad. De momento, sin embargo, la disponibilidad de consulados y de puestos fronterizos en torno a Kaliningrado (que en el pasado fue zona militar cerrada a los extranjeros) no permite asegurar una transición suave al régimen de visados. Éste obligará a los habitantes de Kaliningrado a obtener pasaportes exteriores, documentos que resultan caros para un ruso de a pie y que en el caso de Kaliningrado se distribuyen con gran lentitud.

Moscú, que por un lado quiere un tratamiento de favor para Kaliningrado y por otro lo teme, se ha mostrado reacio ante las ofertas de ayuda técnica para la expedición de pasaportes que le han sido hechas por la UE en las negociaciones sobre el futuro del enclave, según informaron fuentes europeas. Para que Kaliningrado no se convierta en un cuerpo extraño y desestabilizador en la UE ampliada, todas las partes reconocen la necesidad de un compromiso. Kasiánov dijo ayer que debe encontrarse una solución en un plazo rápido para que 'un millón de europeos' no se vean aislados de su propio país. Desde Bruselas, sin embargo, las prisas rusas se interpretan como un deseo de determinar las condiciones de ingreso de Polonia y Lituania en la UE.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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