Rusia y la UE estudian la utilización del euro en sus relaciones comerciales
Solana dice que 'habrá sorpresas positivas'
Rusia y la Unión Europea decidieron ayer en Moscú examinar la posibilidad de la utilización del euro en sus relaciones económicas y comerciales. Javier Solana admitió que no se entró en detalles, excepto en lo referente a la posibilidad de que la moneda única pase a ser, junto al dólar, referencia en el mundo del petróleo, la principal fuente de divisas en Rusia. El responsable de política exterior y de seguridad de la UE pronosticó que, cuando el euro esté en los bolsillos de los ciudadanos (a partir del próximo 1 de enero) y sea algo más que una moneda de cuenta, 'habrá grandes sorpresas positivas para todos'.
En la cumbre euro-rusa, el líder del Kremlin, Vladímir Putin, trató durante tres horas y media con la troika comunitaria (el primer ministro sueco, Göran Persson; el presidente de la Comisión, Romano Prodi, y el propio Solana) un amplio catálogo de temas. Entre ellos figuraban las amenazas a los derechos humanos en Chechenia, la libertad de prensa o la construcción de una sociedad civil, el futuro del enclave de Kaliningrado en la perspectiva de la ampliación de la UE, el suministro de gas y petróleo rusos a la Unión, el pacto para la eliminación de residuos nucleares -una prioridad de la presidencia sueca afectada por la disputa sobre la responsabilidad en caso de accidentes-, las reformas políticas y económicas en el país más grande del planeta, los avances hacia la integración rusa en la Organización Mundial de Comercio y la situación en los Balcanes, Oriente Próximo y Corea del Norte. Putin y Persson pudieron intercambiar opiniones de primera mano sobre este último país, cuyo enigma han intentado descifrar en recientes visitas.
Relación estratégica
Según Solana, la cumbre fue más técnica que la del pasado marzo en Estocolmo ('más política' y en la que Putin fue huésped de los líderes de la UE), y eso permitió la redacción de un comunicado conjunto en el que, sin reflejarse avances concretos sustanciales, se reafirma una 'relación estratégica a largo plazo basada en valores comunes'. El objetivo, señala el texto, es 'establecer un área más amplia de cooperación en Europa y las regiones vecinas para estimular el crecimiento económico, la prosperidad, el desarrollo social, la limpieza del medio ambiente, la seguridad y la estabilidad'.
La distancia que media entre la UE y Rusia (mitad Europa, mitad Asia) es inmensa, pero ambos están interesados en fortalecer una relación vital desde todos los puntos de vista. La cuestión clave es si Putin, que tanto presume de cimentar una estabilidad sin precedentes en los diez últimos años, está dispuesto a adaptarse a unas reglas del juego que favorezcan las inversiones extranjeras, permitan entrar en la OMC (China lo ha hecho) y reduzca las distancias medidas con el metro de los valores democráticos y de las normas del estado de derecho. Cuando menos, Putin aseguró ayer que Rusia es un 'socio fiable' de la UE y está dispuesta a buscar con ella 'respuestas conjuntas a los retos y amenazas globales, y la solución de los conflictos regionales'.
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