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La Fundación La Caixa recupera una gran fábrica modernista para su colección de arte

El nuevo centro cultural de la entidad en Barcelona abre con 72 de sus 800 obras

A María Corral casi le chispeaban los ojos. Su niña, la magnífica colección de arte contemporáneo de la Fundación La Caixa, se presentó ayer en sociedad. Primero a la artística, que ayer tuvo todo el día para conocer la colección y su nueva sede. CaixaFórum, el nuevo centro cultural de la entidad en Barcelona, será inaugurado el miércoles por los Reyes y el sábado abrirá al público con una gran fiesta popular. 'Es como si mi niño se graduase, pero soy yo quien tiene que pasar el examen', comentó Corral, que en breve dejará la dirección de la colección.

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La inauguración de CaixaFórum es un doble acontecimiento. Por una parte, supone la recuperación de un edificio modernista importante, la Fábrica Casarramona, construida entre 1909 y 1911 por el arquitecto y político catalán Josep Puig i Cadafalch. Por otra, ha significado la presentación de los fondos de arte de la entidad que, con una cuidada selección de 72 obras, refleja las grandes líneas conceptuales de esta colección considerada por algunos la mejor que existe en España de esta época. 'Nuestra filosofía era: primero tengamos la colección y después ya pensaremos en el edificio', señaló ayer Josep Vilarasau, presidente de la fundación y también de la entidad financiera. La colección comenzó a formarse hacia 1985, por iniciativa del propio Vilarasau y bajo la dirección de María Corral, y en estos momentos está integrada por unas 800 obras que en conjunto han costado unos 15 millones de euros. La reforma del edificio, iniciada hacia 1998, ha costado 30,05 millones de euros y cuenta con tres salas de exposiciones con una superficie total de 2.500 metros cuadrados, además de otros muchos servicios como mediateca, auditorio y salas de conferencias.

Tres grandes áreas

En estos momentos la colección, que en el futuro siempre tendrá un ala del edificio dedicada a la presentación rotatoria de sus fondos, se exhibe dividida en tres grandes áreas que se corresponden con las dos grandes naves de la fábrica y uno de los espacios centrales del complejo fabril que servía como almacén y venta al por menor. En una de estas naves se presenta lo que Corral denomina 'el espíritu de los ochenta'. La primera sala está dedicada al arte de carácter más minimalista, en donde, junto a piezas de Donald Judd, Robert Ryman, Agnes Martin, Robert Mangold y Ettore Spalletti, sobresale el Círculo catalán, de Richard Long, realizado con piedras de mármol.

A la derecha, otra sala presidida por un espectacular iglú de Mario Merz y una pieza igualmente contundente de Giovanni Anselmo, dos de los principales representantes del arte povera, se presentan pinturas representantivas de los nuevos expresionismos que marcaron los primeros ochenta con obras de Julian Schnabel, Barceló, Anselm Kiefer y Enzo Cucchi. A la izquierda, sigue la estética de los ochenta, aunque de raíz más contenida, con pinturas de Sigmar Polke, Tàpies, Baselitz, Sicilia o García Sevilla y esculturas de Susana Solano, Tony Cragg y Juan Muñoz.

En la otra gran nave, relacionada con las estéticas de los noventa, el espacio central está ocupado por pinturas a la vez conceptuales y coloristas de artistas como Uslé, Gordillo, Felicidad Moreno, Fiona Rae, Tim Rollins, Allan McCollum o Peter Halley. Las poéticas del cuerpo, la intimidad y las relaciones personales están representadas por obras de Pepe Espaliú, Elena del Rivero, Doris Salcedo o Txomin Badiola, así como por cuatro vídeoinstalaciones a cargo de Bruce Nauman, Sam Taylor-Wood, Javier Peñafiel y Shirin Neshat. En esta sala se presenta también la 'joya' de la colección, el Espacio de dolor, de Joseph Beuys, que no se había vuelto a montar desde su primera instalación en 1983. Junto a esta pieza histórica, que estará montada de forma permanente, se presentan también sendas instalaciones de Kounellis y Boltanski.

El espacio central está ocupada por las obras que han reflejado aspectos de crítica social con piezas de Cindy Sherman, Jorge Galindo, Guillermo Kuitca, Juan Ugalde o Paul McCarthy.

De fábrica a centro cultural

Cuando a Casimir Casarramona se le quemó su fábrica de hilados y tejidos, le encargó en 1909 un nuevo edificio a Josep Puig i Cadafalch, que realizó en una plaza de España entonces casi despoblada la que se considera una de sus últimas obras modernistas. De inspiración neogótica en su decoración, la fábrica fue alabada por el cuidado que había tenido en los aspectos de salubridad, luminosidad y funcionalidad de sus instalaciones. La fábrica cerró en 1920 y finalizada la guerra civil pasó a ser caballerizas de la polícia montada, que no abandonó sus instalaciones, muy degradadas, hasta 1992. La Caixa la había adquirido en 1963 y hace unos cuatro años decidió transformar el edificio, declarado Monumento Histórico Artístico en 1976, en su nuevo centro cultural.

El arquitecto director de las obras, Roberto Luna, ha realizado una intervención muy sobria en la parte histórica -cuya restauración exterior a cargo de Francisco Javier Asarta ha necesitado la sustitución de 40.000 ladrillos- y contundente en el sótano que, bajo la supervisión del ingeniero Robert Brufau, ha permitido casi doblar la superficie del edificio que cuenta ahora con 12.000 metros cuadrados.

Se accede a Caixaforum desde el sótano, en donde está situado el vestíbulo -con un gran mural de Sol LeWitt-, la mediateca, el auditorio y las reservas. El acceso desde el exterior ha corrido a cargo del arquitecto japonés Arata Isozaki, que ha diseñado dos grandes árboles escultura que señalan la entrada y un patio interior escalonado.

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