"Lo mejor del Prado es el propio museo"
Miguel Zugaza Miranda (Durango, Vizcaya, 1964) aparecía ayer ojeroso en su despacho del Museo de Bellas Artes de Bilbao, cuyos ceniceros rebosaban de colillas de tabaco negro, al día siguiente de haber aceptado la dirección del museo del Prado de Madrid. Vestido impecablemente con un traje antracita abotonado al cuello y unos zapatos negros brillantes, al nuevo director del Prado le temblaban ligeramente las manos y su voz denotaba un agotamiento extremo. La noticia de su aceptación del nombramiento, tras haberlo rechazado días atrás, ha sido la sorpresa con la que se desayunaron ayer patronos y colaboradores del museo vasco.
Pregunta. El lunes mismo se le agradecía el haber elegido quedarse en el museo de Bellas Artes, y 24 horas después la noticia era la contraria.
'El director de un museo ha de tener capacidad de actuación en todos los órdenes del mismo'
Respuesta. Ha sido consecuencia del proceso de decisión, que para mí ha resultado complejo, y que en otras circunstancias habría quedado en el terreno personal. La decisión de aceptar la tomé el martes tras una conversación con la ministra de Cultura. Son decisiones complicadas que afectan a lo personal y a lo profesional, y la verdad es que yo tampoco tengo mucha experiencia en gestionar este tipo de asuntos.
P. ¿Qué le hizo aceptar la propuesta de Pilar del Castillo?
R. El proyecto, un reto de estas características en este momento de mi vida profesional. Para mí es muy importante que el Prado haya iniciado una transformación en todos los órdenes. Creo que mi experiencia en esos procesos puede contribuir a mi gestión en el Prado, aunque no hay modelos estándar de museos.
P. ¿Fue la ministra la que le convenció o Eduardo Serra?
R. En ambos he encontrado una confianza ciega hacia mí y lo que puedo contribuir en el museo.
P. ¿Ha hablado con Fernando Checa sobre su salida del Prado y sus problemas con el presidente del patronato, Eduardo Serra?
R. Checa ha sido profesor mío en la universidad y está dentro de la comisión asesora del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y respeto mucho su decisión.
P. ¿Pero ha hablado con él sobre sus desavenencias con Serra?
R. Sí, he hablado, pero no creo que deba comentarlo.
P. ¿Cómo es su relación con Eduardo Serra?
R. Me he encontrado con un hombre muy ilusionado, ambicioso con el museo. He tenido la sensación de poder trabajar con él.
P. Su gestión al frente del museo en Bilbao se ha caracterizado por su autonomía, ¿va a tener la misma libertad en el Prado?
R. Cada museo es diferente, y el Prado tiene una complejidad que el Bellas Artes no tiene. Pero hemos hablado y estamos de acuerdo en cuáles son las atribuciones de la dirección.
P. ¿Y son?
R. Que tenga todas las atribuciones desde un punto de vista ejecutivo, respetando las otras instancias de gobierno. Mi misión debe ser la de todo director de un museo, y tengo que disponer del conocimiento y la capacidad de actuación en todos los órdenes del museo. El director es el responsable diario de la institución.
P. ¿Y ha encontrado receptividad en Serra en esta cuestión?
R. Total. No ha habido discusión sobre ese punto.
P. Acaba de terminar la remodelación del Bellas Artes de Bilbao y se va a meter en la del Prado, ¿un reto más para usted?
R. El museo ha iniciado ya un proceso de transformación y para mí es una garantía que la responsabilidad del diseño y del proyecto sea de Rafael Moneo. Me ilusiona mucho trabajar con él y seguir la evolución del proyecto.
P. Existe también un plan museográfico, ¿va a contribuir a él?
R. Hay sólo un bosquejo que estudiaré detenidamente, y a partir del conocimiento en detalle se variará su planteamiento o lo que sea necesario.
P. Cuando le propusieron dirigir el Prado, ¿cuál era su sueño?
R. Los sueños hay que llevarlos al terreno de la realidad. Mi deseo ahora es tener un conocimiento real del museo, cuál es su situación, cuáles sus expectativas y necesidades. Creo que hay que tener no demasiados sueños y más sentido de la realidad.
P. Así que el efecto Zugaza se notará dentro de un tiempo, cuando conozca a fondo el Prado.
R. No creo que vaya a haber efecto Zugaza. Hay que ser realista y conocer muy bien el museo, desde el problema más pequeño al plan estratégico, no hacer un proyecto egocéntrico.
P. Cada director dejará una impronta.
R. Sería un error por mi parte pensar en la impronta. Lo mejor del Prado está en el propio museo. Mi ilusión sería que se hablara menos de los problemas del Prado y más de los cuadros.
P. Se va a convertir en el director más joven del Prado.
R. Creo que sí. Tengo 37 años. No veo la juventud como un handicap, sino que tiene el potencial de la energía que ahora necesito.
P. Y después del Prado, ¿qué?
R. No me planteo más allá. Encaro directamente los proyectos que van surgiendo. Éste es de una envergadura maravillosa e increíble, por eso lo he aceptado.
P. Esto también le va a cambiar su vida personal.
R. Si algo respeto muchísimo es a mi familia, y mi discreción en torno a ella es total.
P. ¿Va a llevarse a muchos pintores vascos al Prado?
R. La gente que es de Euskadi y se acerque al museo va a encontrar una puerta abierta.
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