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El Gobierno navarro crea una empresa pública para gestionar los restos MER y aparca la proyectada incineradora de Pitillas

El Gobierno de Navarra dio ayer un nuevo giro en su búsqueda de una solución definitiva para eliminar los residuos MER que genera la Comunidad foral y aprobó un proyecto de ley que deja en manos públicas la construcción de una planta incineradora para la destrucción de los materiales de riesgo. El culebrón de los MER en Navarra, iniciado hace ahora un año, escribió ayer un nuevo capítulo. Cuando todo parecía indicar que los restos cárnicos vinculados a la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) serían incinerados en una planta privada en la localidad navarra de Pitillas, la opción se ha hecho 'inviable', en palabras de la consejera portavoz del Ejecutivo de UPN, Nuria Iturriagagoitia, debido a las difíciles condiciones estipuladas por el Ayuntamiento local, sometido a una fuerte presión vecinal.

Cansado de dar vueltas a un problema que no encuentra solución, el Ejecutivo de Sanz, tras un pacto con CDN, decidió ayer trasladar la patata caliente al Parlamento foral y aprobó un proyecto de ley que declara 'servicio público' la incineración de los restos MER y determina que tal actividad será prestada por una empresa con capital total o mayoritariamente público en una planta de futura construcción, cuya localización no se determina. 'No podemos seguir dependiendo de que otras comunidades nos dejen incinerar en el exterior', declaró ayer Iturriagagoitia al presentar la iniciativa para eliminar de forma definitiva los restos MER.

tras los primeros casos de vacas locas, la mayoría de la comunidades autónomas comenzó a enterrar los MER, previo tratamiento, en vertederos controlados. Pero en Navarra los socialistas, que ostentan la presidencia del principal ente gestor de basuras, la mancomunidad de Pamplona, se opusieron a la inhumación y apostaron por incinerar. Ante la falta de instalaciones adecuadas, hasta 1.400 toneladas de restos MER congeladas en el interior de camiones frigoríficos. Tras diversas peripecias técnicas y políticas, el gobierno de UPN impulsó la creación de una planta incineradora. Pero los vecinos de Pitillas, el lugar elegido para construirla, plantearon una tenaz oposición que ha frustrado el proyecto.

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