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'El mulá Omar nos lo ha robado todo'

La situación en Kandahar aún no es segura. Nadie puede viajar

Francisco Peregil

¿Cómo distinguir a quien es talibán y quien no lo es? 'Nosotros nos conocemos todos', declara un portavoz de Gul Agha. 'Por eso, aunque Hamid Karzai dijo que habrá amnistía para el mulá Omar, no la va a haber. Ni para él ni para otros 25 líderes talibanes a los que vamos a buscar ahora. A los talibanes que se nos rendían los abrazábamos, les dábamos besos y dinero para irse a Pakistán o a sus casas con sus familias. No hemos apresado a ninguno porque queremos trabajar en paz'.

¿Y dónde está Omar? 'Parece ser que en las montañas de Helmand, junto a mil hombres', responde Gul Agha. 'Pero antes de irse', añade Jalid Yusuf, uno de sus dos portavoces, 'robaron todo lo que pudieron. Aquí, en la casa del gobernador, no dejaron ni un simple vaso. Y del banco, el propio Omar se llevó 96 millones de dólares (19.000 millones de pesetas). Ha dejado el banco vacío'.

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¿Y Osama Bin Laden? ¿Dónde? 'En Kandahar, seguro que no. El sentimiento general es que anda por el sureste de Jalalabad, pero, esté donde esté, lo perseguiremos hasta encontrarlo', señala Gul Agha.

'La paz está al 80%', señala Gul Agha en una entrevista concedida a EL PAÍS. 'Hay árabes que no quieren rendirse, y algunos talibanes que se resisten también. En un semana empezaremos la operación limpieza. Yo calculo que nos llevará cuatro semanas tener todo despejado'.

¿Y qué fue de los miles de árabes que supuestamente defendían Kandahar? 'Habría unos tres mil o cuatro mil. Y la mayoría emigraron. Se han ido. Debe de haber de quinientos a mil dispersados aún por Kandahar', dice Gul Agha.

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El gobernador de Kandahar reconoce que los talibanes no entregaron sus armas al rendirse. Y que las únicas armas que entregaron fueron las capturadas a los '300 o 400 talibanes que se rindieron'. Por tanto, la situación en Kandahar aún no es segura. Y, si alguien quiere moverse en la provincia, tiene que hacerlo con el permiso de Gul Agha. Por eso los comerciantes se apelotonan junto a su puerta. Y a partir de las ocho y media, toque de queda. Nadie puede viajar. A no ser que...

Sirva este ejemplo: para enviar el artículo del día yo necesitaba el ordenador que se encontraba a dos horas de viaje, en la ciudad de Spin Boldak. Eran las siete de la tarde, las tres en España, y era imposible llegar allí por el toque de queda. Bastó un papel firmado por Yusuf Pastun, mano derecha de Gul Agha. Y la compañía de uno de sus comandantes.

Sin embargo, aún había talibanes luchando en el trayecto de Kandahar a Pakistán. Y, por eso, ni el propio comandante de Gul Agha se atrevió a viajar de noche. 'En cuatro semanas le aseguro que limpiaremos todos los montes y caminos', sentencia Gul Agha.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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