El enciclopédico historiador jesuita Miquel Batllori obtiene el Nacional de las Letras
El sabio catalán, autor de una vastísima obra, continúa en activo a sus 92 años
Miquel Batllori (Barcelona, 1909) calcula haber escrito más de 75 libros a lo largo de su vida: la obra completa de este historiador y humanista ocupará 19 volúmenes. Ayer, el gran sabio catalán obtuvo el Premio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Educación y Cultura y está dotado con cinco millones de pesetas. Jesuita cosmopolita y políglota, especialista en la Edad Media, el Renacimiento y la Ilustración, Batllori fue premiado por el conjunto de su obra, que abarca innumerables aspectos y épocas, como el siglo XIX, la historia de la cultura catalana, la independencia americana, las relaciones Iglesia-Estado en la II República o el estudio de figuras como Gracián, Llull o Balmes.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1995 y Nacional de Historia en 1988, Miquel Batllori nació en pleno corazón de Barcelona, en la plaza de Cataluña, 1. Se licenció en Derecho a los 18 años, y en 1932 se exilió en Roma, tras la disolución de la Compañía de Jesús por las autoridades republicanas. Allí dirigió durante muchos años el Instituto Histórico de los jesuitas.
Sacerdote desde 1940, licenciado también en Filosofía y Letras y Teología y doctor en Historia, Batllori es autor de una vastísima obra que la editorial valenciana Tres i Quatre publica desde hace años, con una previsión final de 19 volúmenes.
A punto de aparecer en español está Recuerdos de casi un siglo, biografía en primera persona que han recopilado las historiadoras Cristina Gatell y Glòria Soler para Círculo de Lectores (en catalán) y El Acantilado (en español). Esta versión será presentada el lunes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid por Gonzalo Anes, Miguel Herrero de Miñón y el propio Batllori, que ayer pasó la tarde encerrado en la Academia de la Historia. En enero saldrá una edición del Criticón de Gracián ilustrada por Antonio Saura con un epílogo suyo.
Modestia
Fue Tuñón de Lara quien dijo que los trabajos de este catedrático de Historia Moderna en la Universidad Gregoriana, miembro también de la Real Academia de Bones Lletres de Barcelona y del Institut d'Estudis Catalans, han aportado la documentación más rica para el conocimiento de la II República española y las relaciones Iglesia-Estado de aquella época. Él se quita importancia con su modestia habitual: 'Desde 1968, a raíz de la invasión soviética de Praga, he dedicado todos los veranos a la historia contemporánea. Pero eso no deja de ser un hobby veraniego'.
Batllori es un ensayista ocupado en múltiples intereses. Si algo caracteriza a este hombre espartano, que usa sombrero y bastón, es su infatigable dedicación al estudio. 'Los escritores de ahora se especializan más', comentaba recientemente, 'pero yo soy de una época en la que se tendía a abarcar mucho'.
Tiene una vertiente americanista, a través de la figura del papa Alejandro VI, el valenciano Rodrigo de Borgia; Baltasar Gracián es su eje de aproximación al barroco; los jesuitas exiliados por Carlos III, su tema de encuentro con la Ilustración; Jaume Balmes, su referente para la España del XIX, y el cardenal Vidal i Barraquer, el centro de sus estudios sobre la época contemporánea.
Profundo investigador de la cultura catalana (siempre se asombra de ser premiado como 'catalán que se ocupa de las cosas españolas'), el autor de Ocho siglos de cultura catalana en Europa (un libro de 1958 reeditado por Círculo de Lectores en 1997) ha dicho siempre que la identidad catalana se apoya en 'su proyección europeísta'.
En ese libro analiza la catalanidad a través de las figuras más destacadas de cada época y del ambiente en que se movían, 'una herencia del neopositivismo que predominaba en la Universidad de Barcelona cuando yo estudiaba', recuerda el historiador, que fue gran amigo de Gregorio Marañón. Batllori se esfuerza últimamente mucho más en revisar sus textos para las obras completas que en otras cosas. 'No creo que llegue a ver el final', ha comentado alguna vez, 'pero espero dejarlo todo preparado'.
Le preocupa poner el punto final a su obra. Así podrá morir tranquilo. '¿La muerte? La tengo siempre presente, pero no me angustia. Deseo que cuando me falle la inteligencia, Dios se me lleve'. El jurado del Nacional de las Letras estuvo presidido por Fernando de Lanzas y formado además por Carlos Bousoño, Xosé Ramón Barreiro, Henrike Knor, Joaquim Molas, Raúl Guerra Garrido, Jon Kortazar, Gustavo Bueno, Darío Villanueva, Luis Racionero, Luis González y José Jiménez Lozano.
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