Sanidad
Pagar los impuestos ese creer en la democracia y practicarla al contribuir a que las arcas del Estado dispongan del dinero que los servicios públicos requieren. Los países en los que se disfruta de un mayor nivel de vida son aquellos en los que existen unos servicios públicos fuertes y bien financiados, que permiten a los ciudadanos gastar su dinero en cultura, ocio, viajes, estilo, es decir, en calidad de vida. En España, aunque llegamos tarde, desde los años ochenta disfrutamos de esas conquistas del llamado Estado de Bienestar, que hay que mantener con voluntad política y pagando impuestos. La obligatoriedad de pagarlos es también nueva en este país en el que todavía no valoramos lo suficiente el gesto democrático que supone. Pero pagarlos directa y democráticamente, es decir, cada uno según sus ingresos, su nivel de riqueza o de pobreza para que los que tienen más paguen más, los que tienen menos, paguen menos, y los que no tienen nada puedan disfrutar de la solidaridad que lleva implícita la voluntad y el gesto de pagar.
Hay otra manera de pagar impuestos más injusta que es la forma indirecta, la que se ejerce al adquirir un bien de consumo que se decida grabar y por el que todos pagamos lo mismo, independientemente de nuestra capacidad económica. Por ejemplo, la gasolina. En ese empeño está el Gobierno al decidir un impuesto sobre la gasolina para, según curioso argumento, para financiar la sanidad. Pretende el Gobierno que con esa competencia transferida, las comunidades autónomas se responsabilicen de este impuesto, pero lo rechazan no sólo las gobernadas por el PSOE, Andalucía entre ellas, sino incluso algunas de las gobernadas por el PP. Pagar impuestos indirectos no es lo más justo que puede proponer un gobierno, poner a los gobiernos autonómicos en situación de impopularidad si asumen la subida, es una manera de incurrir el bulto, pero, a estas alturas de ese ciclo de perfección que el Gobierno nos anuncia desde hace seis años permanentemente, lo más inquietante es saber que la sanidad pública necesita dinero por vía indirecta. Se estaba viendo venir por otra parte que tanta preocupación por el déficit cero no nos iba a llevar a ninguna parte, o peor aún, nos iba a llevar a pagar más, por los servicios que ya estamos pagando con nuestros impuestos democráticos.
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