Una ventana abierta a las corrientes del mundo
Con tres lustros de vida, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se ha convertido en el gran escaparate del mundo editorial en el continente americano. En la ciudad ya no hay sitio en ningún hotel. No es extraño: han llegado más de 1.200 expositores procedentes de más de 30 países. En las distintas casetas habrá unos 80.000 títulos. Si se tienen en cuenta los 400.000 visitantes que recorrerán la feria, no es difícil calibrar una cita que cada año renueva su afán por proyectar la cultura, sobre todo la escrita en español, hacia todo el mundo.
Una caja de resonancia de cuanto sucede en el mundo del libro, pero también una oportunidad para pulsar los derroteros de una realidad, la de los países latinoamericanos, llena de conflictos y desafíos y cuentas pendientes. Así que ahí estan los 24.000 metros cuadrados del Centro de Exposiciones Expo Guadalajara, que recogen las ofertas editoriales más variadas, y luego está la ciudad entera para acoger, en distintos lugares, un sinfín de actos, mesas redondas, conferencias, premios, discusiones y negocios. También habrá fiesta. Música en directo, exposiciones y cuanto se tercie.
La feria arranca con un indiscutible protagonista, el escritor mexicano Juan García Ponce (Mérida, 1932), ganador del Premio Juan Rulfo de este año. El galardón está dotado con 100.000 dólares (unos 19 millones de pesetas). Pero se entregarán también otros premios, como el Sor Juana Inés de la Cruz, que premia novelas escritas por mujeres y que este año ha recaído en Nadie me verá llorar, de Cristina Rivera Garza (Tusquets).
Foros
Además de los premios, y de todas las propuestas que lanzará Brasil como país invitado, la feria ofrece foros literarios y culturales con la participación de múltiples escritores, donde se tratarán temas como la crítica literaria (con Roger Chartier), los caminos de la narrativa mexicana actual, la literatura de V. S. Naipaul o el papel de la poesía en la transición chilena, entre otras cuestiones.
Habrá también un ambicioso programa académico -donde problemas como la globalización o la educación ocupan un lugar preferente- y novedades, como el Pabellón Tecnológico, que invita a aterrizar en las arenas movedizas de las nuevas tecnologías. O exposiciones, como la del fotógrafo Alfonso Sánchez Portela y sus retratos de autores españoles.
El año pasado, España fue el país invitado en Guadalajara, y todavía queda la espuma de la polémica que se desencadenó entre críticos y autores. Es cierto que estos conflictos animan cualquier feria, aunque a veces sólo parezcan peleas de verduleras. Ya veremos lo que ocurre esta vez. ¿Plagios? ¿Histerias de vedettes dolidas? El encuentro de Brasil con México promete espectáculo.
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