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Reportaje:

La huella de los desaparecidos

La Universidad granadina recibe hoy 3.000 muestras de ADN de familiares de ejecutados chilenos

Javier Arroyo

La mirada de los familiares de desaparecidos y ejecutados en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet vuelve a dirigirse a España. La Universidad de Granada recibe hoy oficialmente un maletín con 3.000 muestras de ADN de madres, hermanas y hermanos de los cientos de desaparecidos y ejecutados políticos habidos en Chile entre 1973 y finales de los ochenta.

El contenido de este maletín, que quedará depositado durante los próximos 75 años en Granada, es una dúplica de los ejemplos de sangre y saliva con los que el Servicio Médico Legal de Chile trabaja en la capital chilena para elaborar una base de datos de familiares de víctimas de la dictadura de Pinochet. En el futuro, los restos de estas víctimas que puedan aparecer, serán sometidos a un análisis de ADN y serán cotejados con los restos de familiares que, voluntariamente han donado sangre para que, igualmente, les analizen su ADN. Cada coincidencia entre familiares y restos significará una familia que encontrará un mínimo de paz y que podrá enterrar dignamente a un familiar.

Patricia Silva, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos -aquellos que fueron arrestados con apariencia legal y que acabaron fusilados- y Mireya García, vicepresidente de la Agrupación de familiares de Detenidos y Desaparecidos -los que desaparecieron directamente, sin derecho siquiera a la pantomima de papeles, juicios o consejos militares- están en Granada hoy asegurándose de que el maletín llega a su sitio.

Ambas creen necesario esta copia de seguridad. Las muestras que descansarán en Granada constituyen un 'banco de muestras de resguardo' por si algo desagradable llegara a pasar en Chile. 'Este gobierno está muy comprometido con este proyecto de identificación de desaparecidos por ADN, pero la situación puede cambiar en cualquier momento', dice Mireya García, a la que aún le brotan lágrimas cuando recuerda la historia de su hermano, Vicente Israel García.

Vicente fue detenido el 30 de abril de 1977 cuando tenía apenas 19 años. Los agentes de la DINA se lo llevaron al Cuartel Borgoña. Mireya sabe que, una vez allí, estuvo vivo al menos 20 días. Luego, se perdió el rastro. 25 años después, su hermana busca, busca y no encuentra. Ni el cuerpo ni la justicia. Esta historia de desapariciones la han vivido, más o menos, 1.200 familias. Sólo 175 han aparecido y han sido identificados.

El número de quienes fueron detenidos oficialmente y ejecutados es superior, aproximadamente 4.400. De ellos, a pesar de que fueron asesinatos documentados, aún quedan 185 familias que no han recibido ningún cadáver. Es el caso del hermano de Patricia Silva. Ricardo Silva fue oficialmente detenido junto a otros siete compañeros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, un sector del Partido Comunista chileno. A las pocas horas de su detención, en la madrugada del 16 de junio de 1987, todos los arrestados fueron ejecutados. Los cadáveres aún no han aparecido.

El maletín con las 3.000 muestras de ADN siempre procedentes de familiares por vía materna y dos o tres muestras por desaparecido, quedará, por tanto, depositado en la universidad granadina como material de seguridad ante cualquier cambio de aire gubernamental, involución o, sencillamente, deterioro. Si fuera necesario, los investigadores del Laboratorio de Identificación Genética de la universidad granadina romperán el lacre del maletín y extraerán la muestra que haga falta. Pero, eso sí, no la enviarán para su análisis a Chile. La analizarán y sacarán sus conclusiones en Granada y enviarán los resultados, nunca las muestras.

El protocolo de colaboración firmado por el Gobierno chileno, las agrupaciones de desaparecidos y ejecutados políticos y la universidad granadina prevé, en realidad, que el maletín permanezca en Granada 75 años 'prorrogables' si alguna parte así lo desea. Mireya García y Patricia Silva esperan que, para ese momento, todas las familias rotas por el régimen de Pinochet hayan encontrado la paz de, al menos, haber enterrado a su ser querido. Si no es así, el maletín, que llegó el pasado 29 de junio, se quedará más tiempo en España. Hasta que el último cadáver tenga nombre.

El último refugio

Ojalá lo hubiera hecho antes. A Mireya García no se le había ocurrido que fuera necesario tener una copia de seguridad de nada. Por eso, porque pensó que las cosas serían de la misma manera durante muchos años, su agrupación de familiares de detenidos desaparecidos colaboró con la Vicaría de la Solidaridad, dependiente del arzobispado de Santiago de Chile. Según García, durante ese periodo de trabajo en común, fue la Vicaría la que se encargó de archivar y guardar todos los documentos de los mucho o poco que se conocía. Cuando la Iglesia echó el cierre a la colaboración, se llevó esos papeles a la fundación Archivos Vicaría de la Solidaridad donde consultar la documentación es tarea ímproba. La iglesia cerró el grifo no sólo de la ayuda, sino de lo poca información que tenían y de muchos papeles oficiales. Por eso, Granada se convierte ahora en el último refugio para la esperanza de muchos chilenos. Si todo falla, si las cosas se tuercen, en Granada siempre encontrarán

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