'La biomedicina está entrando en la era de las proteínas'
Celera Genomics, la compañía estadounidense que aceleró súbitamente la secuenciación del genoma humano, está dispuesta a dar un nuevo empujón a la investigación biomédica. Su apuesta se llama ahora proteómica, el estudio de las proteínas que surgen de la expresión del código genético. Stephen Hoffman (Nueva Jersey, 1948), vicepresidente de la compañía, será el encargado de dirigir la nave con un objetivo muy concreto: aprovechar el arsenal tecnológico de Celera Genomics para el diseño de nuevos fármacos, vacunas y métodos preventivos en cáncer y enfermedades infecciosas. Stephen Hoffman contó ayer sus planes en la inauguración del curso del IDIBAPS, en el Hospital Clínico de Barcelona.
'Los políticos deben apoyar la genómica y la proteómica, y darse cuenta de que son nuevas ciencias que persiguen mejorar la salud humana'
Pregunta. ¿Por qué Celera Genomics va a invertir en proteómica?
Respuesta. El primer objetivo de Celera Genomics fue la secuenciación del genoma humano. Desde la fundación de la empresa hemos participado en la obtención del genoma de otros organismos y hemos consolidado nuestra principal línea de negocio, explotar las enormes bases de datos que hemos generado. Ahora mismo disponemos de un arsenal biotecnológico muy potente, tal vez el mayor del mundo, y muchísima información. Pretendemos sacarle jugo.
P. ¿Cómo se lo van a sacar?
R. Vamos a continuar secuenciando distintos organismos. Hemos terminado ya la secuencia del ratón y esperamos poder concluir el próximo año la de Plasmodium falciparum, el microorganismo responsable de la malaria. En el primer caso, los datos están disponibles para la comunidad científica mediante el pago de una suscripción. En el segundo, el acceso va a ser gratuito ya que forma parte de una colaboración con un consorcio internacional.
P. Pero eso tiene que ver poco con la proteómica.
R. El estudio de las proteínas es el siguiente paso. De la secuenciación del genoma humano o de la mosca del vinagre hemos aprendido que la complejidad biológica no depende del número de genes sino que, muy probablemente, depende de las proteínas. Su estudio, pues, va a ser crucial. Tenemos las herramientas y la información. Podríamos decir, por tanto, que Celera Genomics ha inciado su transformación en empresa biofarmacéutica.
P. ¿Con qué objetivos?
R. Lo que estamos viendo es que, en realidad, las nuevas dianas terapéuticas, fármacos o vacunas, deben basarse en el conocimiento de las proteínas. Para alcanzar este objetivo en un tiempo razonable hay que desarrollar nuevas tecnologías como secuenciadores o herramientas para el análisis de los datos informáticos. Hay que industrializar la biología, abandonar la inercia del estudio de genes o proteínas individualizados.
P. Eso nos lleva a hablar de fábricas biológicas, que es la esencia de las empresas biotecnológicas.
R. Preferimos hablar de factorías proteómicas, como lo va a acabar siendo Celera. Inauguramos, en cierto modo, la era de las proteínas. De lo que se trata es de estudiar las enfermedades y ver qué proteínas están implicadas, cuales pueden ser la mejor diana para un nuevo fármaco o una vacuna. En nuestro caso, vamos a trabajar en la identificación de posibles dianas terapéuticas de interés en enfermedades infecciosas y cáncer, y en el diseño de moléculas específicas.
P. Usted procede de la investigación básica en malaria. ¿Tienen previsto hacer algo en este campo?
R. No ahora, pero sí a medio plazo. De momento, estamos trabajando en el genoma de Anopheles gambiae (el mosquito que transmite la malaria) a través de un proyecto internacional liderado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, en sus siglas inglesas). Esperamos tener el primer borrador en cuarenta días.
P. España no participó de la secuenciación del genoma humano y está entrando tímidamente en esta segunda fase. ¿Cómo valora usted esta situación?
R. Demos la vuelta a la cuestión. Cualquier investigador o país, lo primero que deberá hacer a partir de ahora es entender qué está pasando, qué información estamos obteniendo y preguntarse qué hacer con ella. Cualquiera puede construir un edificio con centenares de secuenciadores, ordenadores y otros aparatos sofisticados, pero lo que importa son los datos, aprender a usarlos y decidir qué hacer con ellos. Los científicos deben acostumbrarse a estas nuevas herramientas y deben formarse en esta nueva visión. Los políticos, por su parte, deben apoyar este tipo de iniciativas. Deben darse cuenta de que es nueva nueva ciencia que persigue mejorar la salud humana.
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