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Homenaje al Colegio de México, refugio del exilio intelectual español

La institución acogió desde la guerra civil a casi 500 filósofos, poetas y científicos

Cuando estalla la guerra civil española, Daniel Cossío convence al entonces presidente mexicano, el general Lázaro Cárdenas, para crear una institución que acogiera a los intelectuales republicanos que huían de España. Así nace la Casa de España, el germen del Colegio de México. El exilio encontró allí refugio y generosidad; a cambio, su aportación científica y pedagógica fue inestimable. Mientras, España se desangraba y perdía su inmenso capital cultural.

Poetas como León Felipe, filósofos como José Gaos, musicólogos como Adolfo Salazar y Jesús Bal y Gay, el historiador Ramón Iglesia, hombres de ciencias, de letras, arquitectos y médicos (aproximadamente unos 500), la élite intelectual y científica española, que venía de la Institución Libre de Enseñanza y de la Residencia de Estudiantes. Una magnífica base intelectual que se fraguó en España a base de hacer un esfuerzo enorme desde principios de siglo, y que con la guerra civil tuvo que abandonar su país.

México les espera con los brazos abiertos. 'Una parte importante de todo ese esfuerzo fructificaría en México. Allí existían bastantes intelectuales, pero el país acababa de salir de una revolución y no había ambiente propicio. Los españoles llevaron con su ejemplo la profesionalidad y la idea de que la vida universitaria y científica debe evolucionar con los problemas de la sociedad, aportan la profesión del conocimiento', contó ayer Andrés Liria, presidente del Colegio de México.

Esta institución, que ha cumplido 60 años y que recibe este año el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, fue homenajeada ayer en la Fundación Ortega y Gasset, en Madrid. Uno de los profesores, Javier Garciadiego, recordó a Alfonso Reyes, intelectual mexicano y primer presidente de la institución. Garciadiego dijo del escritor que, al igual que los republicanos en México, sufrió el exilio en Madrid, y fue durísimo. Sobrevivió a base de traducciones y 'escribiendo morralla', como diría el propio Reyes. Cuando cambió la suerte y fue elegido presidente de la Casa de España, fue 'para pagar la deuda moral con los intelectuales españoles que le protegieron en Madrid. Él sabía por experiencia propia lo que era ser exiliado', destacó el profesor.

Reyes se hizo cargo de la presidencia de la Casa de España en 1938, hasta su muerte en 1951. Entonces, la institución era una especie de oficina de tramitación de los 'transterrados', un término del filósofo español José Gaos. Deja de serlo cuando la derrota de la República era ya evidente, y en 1940 se crea el Colegio de México, que habría de ser uno de los más prestigiosos centros académicos de toda América Latina. Los exiliados eran becados para lograr una especialización o continuar en ella.

'El Colegio de México es la prolongación de la generación del 27 si la guerra no hubiera existido', manifestó Fernando Rodríguez Lafuente, miembro del patronato de la Fundación Ortega y Gasset. Esta idea la recogió Lafuente de un encuentro con Octavio Paz. 'El poeta me confesó: 'Mi obra literaria reúne todos los elementos que habría reunido la generación del 27 si no hubiera existido la guerra civil y hubiese podido desarrollar su obra'.

Ahora, el Colegio de México cuenta con siete departamentos especializados en ciencias sociales y humanidades. Unos 300 alumnos posgraduados pasan por sus aulas cada año, a los que se añaden las 600 tesis que dirigen los profesores anualmente. La íntima relación entre investigación y enseñanza es uno de los grandes legados que dejaron aquellos exiliados. Muchos de sus hijos permanecen en México, son también intelectuales y, según Liria, 'se cuecen aparte; son indescriptibles, pero inconfundibles'.

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