El comercio justo español no supera todavía el 1% del europeo
En la actualidad existen en Europa unas 3.000 tiendas solidarias
Una década después de introducirse en el mercado español, la venta de productos de comercio justo ha alcanzado los 1.000 millones de pesetas anuales, la mayor parte facturados en Cataluña. En 1990 la venta de estos productos supuso una facturación de sólo 13 millones de pesetas, cifra que ha aumentado desde entonces a un ritmo acelerado. Este comercio permite a los productores pobres, generalmente del Tercer Mundo, una compensación justa por su trabajo, que debe garantizar unas condiciones laborales dignas.
Los 13 millones de pesetas facturados en 1990 por la venta de productos de comercio justo se convirtieron en 200 millones en 1994. Dos años después, en 1996, ascendían a 520 millones, y en 1997 la facturación rondaba los 700 millones de pesetas. Cataluña, junto con Madrid, es la comunidad autónoma que más contribuye a la venta de estos productos, puesto que representa un tercio del total español, según datos de la Xarxa de Consum Solidari.
'Estas cifras demuestran lo que venimos defendiendo desde el principio, que el comercio alternativo es viable y tiene aceptación', explica Xavier Masllorens, director de Comunicación y Educación de Intermón Oxfam, una de las organizaciones no gubernamentales que se dedican a comercializar productos de precio justo.
El incremento ha ido ligado a la progresiva canalización de estos productos en el comercio tradicional a través de grandes superficies, supermercados y tiendas. 'El futuro del comercio justo pasa por poderlos adquirir en todas partes y no limitarlos únicamente a las tiendas especializadas', subraya Masllorens. Precisamente, Intermón Oxfam lleva a cabo una campaña que invita a los consumidores a enviar postales a diversas cadenas de alimentación -Caprabo, Mercadona, Continente, El Corte Inglés y Alcampo- para que vendan este tipo de productos, concretamente el café Equita, auspiciado por esta organización, procedente sobre todo de plantaciones de Tanzania y Guatemala. Por ahora, más de 2.000 personas ya se han sumado a esta iniciativa.
Los productos alimenticios, como el café, té, azúcar, chocolate, cacao, plátanos y mermelada, son los que tienen más cabida en el mercado tradicional. El resto, textiles y artesanales, se venden en las tiendas solidarias que Intermón Oxfam y otras ONG, como Setem y Sodepaz, tienen distribuidas por toda España.
Toda una filosofía'El comercio justo es toda una filosofía', cuenta Masllorens. 'Es una alternativa económica que garantiza a los productores de países empobrecidos una compensación justa por su trabajo, y se evita que salgan perjudicados como ocurre normalmente'. La procedencia de estos productos es diversa. Intermón Oxfam, por ejemplo, cuenta con proveedores en más de 30 países, entre ellos Perú, Bolivia y Guatemala.
Las organizaciones que compran, distribuyen y venden estos productos pactan con los productores unas reglas del juego que nada tienen que ver con las del comercio internacional convencional. Estas organizaciones pagan por adelantado un 50% de los pedidos para evitar el endeudamiento de los productores y establecen con ellos relaciones comerciales a largo plazo garantizando niveles mínimos de oscilación, tanto de volumen de compra como de precios. Así, estos productos no están sujetos a las fluctuaciones del mercado internacional y tienen asegurada una estabilidad económica que no les puede proporcionar el comercio convencional.
Respecto al resto de Europa, en España el comercio justo se introdujo bastante más tarde, aunque esta circunstancia se ha visto algo compensada gracias al espectacular aumento de ventas experimentado en tan sólo una década. Aun así, el comercio justo español no supera el 1% del europeo.
La primera iniciativa de comercio justo, entonces llamado comercio alternativo, nació en Holanda en 1969, donde un grupo de jóvenes católicos de un pequeño pueblo, Breukelen, abrió una tienda en la que se vendían productos artesanales procedentes de los países del sur en protesta por el impacto económico que les ocasionaban los intercambios comerciales.
A partir de esta experiencia aparecieron establecimientos repartidos en Alemania, Suiza, Austria, Francia, Suecia, el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos. Estas tiendas eran gestionadas por diversas organizaciones que en 1989 fundaron la Asociación Europea de Comercio Alternativo (EFTA), que actúa con la Federación Internacional de Comercio Alternativo (IFAT) y NEWS, entre otras. La expansión del fenómeno cobró relevancia a partir de los años ochenta, cuando pasó a llamarse comercio justo. En la actualidad se calcula que existen en Europa unas 3.000 tiendas solidarias, aunque los productos de comercio justo pueden encontrarse en unos 70.000 puntos de venta gracias a su comercialización en el mercado tradicional.
Las organizaciones Traperos de Emaús en el País Vasco y Cooperativa Sandino, actualmente Ideas, en Andalucía, fueron el origen del comercio justo en España, en 1986. El movimiento se fue extendiendo con el surgimiento de organizaciones de comercio justo como Equimercado y Alternativa 3, y la vinculación de ONG como Intermón-Oxfam, Sodepaz y Setem.
Consumo responsableCon el tiempo, el fenómeno cobró peso y en 1996 se creó la Coordinadora Estatal de Organizaciones de Comercio Justo, mientras que en Cataluña nació la Xarxa de Consum Solidari, que actualmente agrupa a más de 100 entidades, desde ONG hasta asociaciones de vecinos, cooperativas de consumidores ecológicos y comités diversos.
Según explica su presidente, Xavier Montagut, la red apuesta por un consumo responsable y solidario desde un punto de vista social, teniendo en cuenta los países del sur y los sectores de la población más desfavorecidos de nuestro país, y desde un punto de vista ecológico. Los componentes de la red llevan a cabo actividades de sensibilización en varias ámbitos, como son la venta y distribución de productos de comercio justo, sesiones educativas en escuelas y barrios, así como la participación en la esfera política a favor de un comercio internacional justo.
Una de las condiciones que debe garantizar el comercio justo es que los productos han sido elaborados en unas 'condiciones éticas inmejorables', destaca el director de Comunicación y Educación de Intermón Oxfam, Xavier Masllorens. El comercio justo, a nivel internacional, ha establecido unos criterios bajo los cuales se lleva a cabo la compraventa.
Las mismas organizaciones velan por su cumplimiento a través del seguimiento y las auditorías del sistema de trabajo en el país de origen. Así, se asegura que no hay niños trabajando en condiciones de esclavitud, que los hombres y mujeres reciben un trato igualitario en el trabajo y en la toma de decisiones, y que perciben el mismo salario por igual tarea. También debe garantizarse que parte de los beneficios que obtienen de estos productos se destinan a inversiones de carácter social.
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