El 40% de los infartados muere sin llegar al hospital
Un estudio de la Sociedad Española de Cardiología revela importantes diferencias en la prevención y el tratamiento
Las enfermedades cardiovasculares, primera causa de mortalidad en España, ocasionan 130.000 muertes al año. Y aunque España se sitúa muy por debajo de los países del norte de Europa en cuanto a incidencia de la cardiopatía isquémica, esta dolencia sigue siendo la más letal: este año se estima que sufrirán un infarto agudo de miocardio 63.000 españoles. El 55,7% de ellos morirán en los primeros 28 días. Y casi el 40% de los infartados morirá sin recibir asistencia hospitalaria. Además, no todos los infartados que puedan llegar al hospital recibirán la misma asistencia. El mapa de la cardiopatía presenta en España notables desigualdades, no sólo en la incidencia de enfermedades cardiovasculares e infartos, sino también en cuanto a estructura sanitaria disponible para atender estas patologías. Y las diferencias geográficas presentan algunas sorpresas.
'Existe un déficit de camas adecuadamente monitorizadas para atender a los enfermos'
Todos estos datos figuran en las conclusiones del documento Cardiopatía isquémica en España. Análisis de la situación en 2001, elaborado por la Sociedad Española de Cardiología en colaboración con el Ministerio de Sanidad y que ayer fue presentado en la primera jornada del Congreso de Cardiología que la sociedad celebra en Barcelona.
La cardiopatía isquémica es el enemigo número uno del sistema sanitario. Pero su incidencia no es homogénea entre las distintas comunidades autónomas. De hecho, las regiones de España con mayor tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica casi doblan en número de casos a las de menor incidencia de esta patología.
Así, Cantabria, Castilla y León, Madrid y La Rioja son las comunidades autónomas con un menor índice de fallecimientos por cardiopatía isquémica, con menos de 50 casos por cada 100.000 habitantes. Mientras, en el polo opuesto, con más de 66,5 muertes por cada 100.000 habitantes, se encuentran Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Canarias.
'Son datos sorprendentes, ya que la mayor tasa de mortalidad se produce precisamente en aquellas comunidades más conocidas por sus buenos hábitos alimenticios y por la diversidad de su dieta', explica Lorenzo López Bescós, vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología. Pero no sólo la dieta influye en la cardiopatía, aunque uno de los factores de riesgo más frecuente dentro del perfil del enfermo de isquemia del corazón tiene mucho que ver con la alimentación. La hipertensión está presente en casi el 50% de los casos. El tabaco es el otro gran factor desencadenante. El 50% de quienes padecen la enfermedad fuman y más del 25% tienen dislipemia o son diabéticos.
Las diferencias entre comunidades en la incidencia de la cardiopatía isquémica persistirá, de acuerdo con las previsiones del Ministerio de Sanidad. Las autoridades sanitarias estiman el número total de casos de infarto agudo de miocardio por comunidades autónomas en 2001. Así, mientras que Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid registrarán cada una de ellas entre 4.000 y 5.500 casos de infarto agudo de miocardio, regiones como Cantabria, Navarra y Baleares contabilizarán entre 500 y 600.
La constatación de estas diferencias entre comunidades autónomas es importante porque pone de manifiesto que existen importantes desigualdades, tanto en las medidas de prevención como en la distribución de los recursos sanitarios y la calidad del tratamiento que reciben los enfermos. De hecho, el propio documento del Ministerio de Sanidad reconoce estas deficiencias. 'Los estudios PRIAMHO e IBÉRICA demuestran que existe un déficit de camas adecuadamente monitorizadas para atender a los enfermos con infarto agudo de miocardio [...]. Estos datos sugieren que pueden existir diferencias en la accesibilidad y disponibilidad de atención sanitaria o diferencias de criterio entre áreas geográficas y entre hospitales dentro de un área, diferencias que sería deseable reducir'. Estas mismas desigualdades se dan a la hora de realizar las pruebas diagnósticas y de aplicar los procedimientos terapéuticos.
El propio Ministerio reconoce que el retraso entre el inicio de los síntomas y la asistencia sanitaria es un gran obstáculo que hay que eliminar. 'Los tiempos de retraso entre el inicio del dolor y la monitorización del paciente se sitúan por encima de las dos horas, sin diferencias importantes entre las diversas zonas geográficas ni entre los distintos estudios. Este retraso es imputable a la falta de reconocimiento por parte del paciente de que debe buscar asistencia médica urgente y, en parte, al sistema sanitario. Como bien muestra el estudio ARIAM, el tiempo se acorta si el paciente llama directamente al 061, mientras que se alarga más si consulta al médico de cabecera o acude a un centro de asistencia primario', indica el informe.
'Es preocupante que este retraso no haya disminuido entre la realización del estudio RESCATE y el IBÉRICA, ya que entre ambos hay una diferencia de cinco años', concluye.
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