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El Guggenheim abre dos museos en Las Vegas

Los centros, de casi 7.000 metros cuadrados, tratarán de atraer a 33 millones de turistas anuales

El desierto cultural de Nevada nunca había visto nada igual. Jugadores, timadores, mafiosos, bailarinas, sí. Pero ¿grandes clásicos del arte? 'Éste no es un emplazamiento mucho más extraño que el de Bilbao. Cuando decidimos instalarnos allí, era un lugar que muy pocos conocían. Además, estaba el problema del terrorismo. Mucha gente estaba inquieta pero al final salió bien', dice Lisa Dennison, subdirectora del Guggenheim.

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'Las Vegas es una de las ciudades de mayor crecimiento en Estados Unidos. Tiene más de 33 millones de visitantes al año ¿Por qué no habríamos de llevar el arte donde está la gente? Si conseguimos que tan sólo el 5% venga al museo ya será un resultado extraordinario', asegura Dennison.

Las líneas sobrias y vanguardistas del arquitecto holandés Rem Koolhaas tendrán que competir con el cartón piedra del pequeño París, el Nueva York en miniatura, las excentricidades romanas del Cesar Palace o el exotismo caribeño del Mandalay. Koolhaas se dedicaba hasta ahora a encargos mucho más académicos: la Universidad de Utretch o el Campus del Instituto de Tecnología de Illinois. Tuvo apenas algo más de un año para diseñar y construir el proyecto.

'Hemos descubierto que el Guggenheim siempre es líder en este tipo de ideas. No dudo que este proyecto despierte un interés especial, pero seguro que otras instituciones nos seguirán dentro de poco', asegura Dennison. 'No nos rebajamos; al contrario, elevamos el nivel. Hemos contratado a uno de los mejores arquitectos y hemos elegido el mejor programa posible. Además, traemos a un socio de gran prestigio. Estamos seguros de que el público responderá muy bien, aunque parezca radical y revolucionario, porque llevamos arte a un sitio donde no suele haber'.

Los dos museos abren con programas conservadores: impresionistas y motocicletas. Obras maestras y grandes coleccionistas retoma a través de 45 obras (valoradas en unos 360.000 millones de pesetas, más que todo el hotel), la trayectoria del impresionismo al modernismo a través del Paisaje nevado de Van Gogh, la Mujer en el jardín de Monet o los Varios círculos de Kandisky. Una estética familiar y asequible para el turista medio de Las Vegas.

El Guggenheim-Hermitage tiene proporciones relativamente modestas, unos 800 metros cuadrados. La sala, recubierta de un material aterciopelado de tonos cobrizos, el acero Cor-Teen, que evoca el aspecto de las galerías originales del museo de San Petersburgo, está situada justo a la entrada del hotel y se puede ver desde el Strip, la principal arteria de Las Vegas.

La escala del otro Guggenheim es mucho más espectacular: un hangar diáfano de más de 6.000 metros cuadrados y siete pisos de altura que se reparte y divide según el uso. Aquí, grandes cintas de aluminio onduladas ideadas por Frank Gehry, el arquitecto del museo de Bilbao, muestran 130 motos, desde el engendro a vapor de Michaux Perraux hasta la Montesa/HR 315RY. Todo, aderezado con pósters de películas míticas como The wild one y, por supuesto, la gran oda a la carretera, Easy rider.

En un guiño a la estética kitsch de Las Vegas, Koolhaas ha añadido una desmesurada reproducción de la Capilla Sixtina en los paneles de la bóveda, que se abren o cierran para filtrar la luz natural. En los últimos años, muchos museos han tenido problemas para mostrar obras de arte cada vez más grandes al no disponer de espacio suficiente. 'El espacio de Las Vegas se ha inspirado en parte de la gran galería del Guggenheim de Bilbao', comentó el director del Guggenheim, Thomas Krens. Los museos tendrán los mismo horarios que la ciudad: de nueve de la mañana a once de la noche.

'Hace sólo un año, la idea de un museo Guggenheim en Las Vegas hubiera parecido cuanto menos impensable', confesó Krens hace un mes. 'Es cierto que Las Vegas ejerce una cierta fascinación sobre los norteamericanos y los turistas por su pasado atípico, pero la lógica detrás de este museo es más compleja que su simple emplazamiento. Las Vegas está cambiando. Hoy, el perfil de sus visitantes es muy parecido al de cualquier museo del mundo. Esto ya no es sólo un gran casino, sino un destino turístico más completo. Y situar la colaboración entre Estados Unidos y Rusia en el lugar de mayor crecimiento del país es una noción especialmente estimulante'.

Palabras repetidas por el director del Hermitage, Mikhail Piotrovsky: 'Queremos utilizar nuestra colección permanente para crear un experiencia cultural única. La exposición de Las Vegas también viajará al Hermitage y a los Guggenheim de Nueva York, Bilbao y Venecia. Esperamos interesar a un público nuevo, lo que, después de todo, es parte de nuestra misión'. Qué lejos ha quedado la guerra fría.

La idea del museo surgió del Venetian, la última locura hotelera de una ciudad acostumbrada a los despilfarros, un lujoso complejo de 1.500 millones de dólares (269.000 millones de pesetas), 35 pisos, 3.036 habitaciones de lujo, una réplica en miniatura de Venecia, sus canales y sus palacios, que terminó de construirse en 1999. Su dueño, el multimillonario Sheldon Adelson, hijo de un taxista de Boston, hombre hecho a sí mismo en todo su esplendor, propuso al Guggenheim traer arte al desierto cultural. 'Se les ocurrió que podríamos copiar el Museo Peggy Guggenheim de Venecia, pero nos pareció que era mejor idea crear un proyecto completamente original', cuenta Lisa Dennison.

Ya existía un precedente. El Bellagio, la penúltima locura hotelera, lo intentó sin mucho éxito cuando su propietario, otro multimillonario, Steve Wynn, decidió compartir con sus clientes su espectacular colección de Picasso, Cezanne, Van Gogh y Miró (valorada en 285 millones de dólares -unos 51.000 millones de pesetas-). El invento no funcionó y en octubre del año pasado se vendió la colección para cubrir los gastos del hotel.

El Hermitage se sumó al proyecto en junio de 2000. El año anterior había concluido, apurado por las dificultades económicas, un acuerdo de colaboración con el Guggenheim. Los dos museos reforzarban sus acuerdos de intercambio y la entidad norteamericana se comprometía a financiar, o al menos estudiar, la idea de aportar 100 millones de dólares en la remodelación del ala este de uno de los palacios que rodean el Hermitage. Al acuerdo se ha apuntado recientemente una tercera parte, el Museo Kunsthistorisches, de Viena, que también debería participar en el museo de Las Vegas.

Krens aseguró recientemente que esperaba una media de ingresos de unos 15 millones de dólares (2.700 millones de pesetas) al año, lo bastante como para rentabilizar un museo que ha costado el doble. Como siempre en los proyectos de colaboración de Guggenheim, la fundación se hace cargo de la gestión económica y artística del nuevo centro. Los responsables no han desvelado cómo se repartirán los beneficios. En principio, tienen previsto mostrar dos colecciones al año, desde lo más vanguardista a lo más clásico.

Una imagen de la exposición de motocicletas en Las Vegas.
Una imagen de la exposición de motocicletas en Las Vegas.AP
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