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Moradiellos analiza el peso internacional en la guerra civil

José Andrés Rojo

'Me alegro de que los nacionalistas estén haciendo progresos', le escribía Winston Churchill a su mujer el mismo día de la caída de Irún en manos de las tropas franquistas. Y añadía, poco después

que 'mejor para la seguridad de todos si los comunistas son aplastados'. Eran palabras del mismo hombre que se afanó para que sus amigos conservadores leyeran Mein Kampf, de Hitler, y se hicieran cargo de la magnitud de los peligros que amenazaban Europa.

Todo eso ocurría en el cada vez más remoto siglo XX, durante la guerra civil española. Una guerra que, si bien se desencadenó por cuestiones estrictamente internas, no tardó mucho en tener implicaciones internacionales. Lo difícil es entender lo que pasó, cómo fue que uno de los bandos -el rebelde- recibiera ayudas sofisticadas de alemanes e italianos, que Francia y Gran Bretaña se mantuvieran neutrales, que la Unión Soviética facilitara apoyos a la República y, en fin, que mediaran en el conflicto otras cuestiones que exigen un fino análisis. Es, precisamente, a lo que se ha aplicado el historiador Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) en su libro El reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la guerra civil española (Península), que ayer presentaron en Madrid el también historiador Hilari Raguer y el propio autor.

Son unas 300 páginas de apretada y rigurosa síntesis que reconstruyen la compleja situación de Europa desde las trincheras de la guerra que se libraba en España. Reforma, Reacción, Revolución: de ese triángulo de erres rabiosas se sirve Moradiellos para acercarse al sustrato profundo de los movimientos políticos, ideológicos y sociales que sacudían a las naciones europeas, sobre las que se insinuaba un futuro incierto por la ascensión de regímenes autoritarios y expansionistas, que padecían la resaca de la Gran Guerra, que habían asistido al triunfo bolchevique o que sufrieron la crisis financiera de finales de los veinte. Un paisaje, pues, extremadamente complicado.

Ruido de balazos

Es en ese mundo donde estalló una guerra en uno de los extremos de Europa. A su manera, también España había sido sacudida por el baile de las tres erres y la Reacción, de la mano de unos militares, desencadenó el ruido de los balazos para imponerse sobre la frágil alianza de los reformistas y los revolucionarios. Los países europeos no permanecieron ajenos a la contienda. Las posiciones variaron según el momento y los movimientos de los otros. Los acuerdos diplomáticos a veces nada tuvieron que ver con la realidad. El futuro que se adivinaba calamitoso fue un factor decisivo para la toma de decisiones, donde influyeron datos geográficos y estratégicos. Moradiellos, para ilustrar una de las posiciones, se acordó ayer de un personaje de Shakespeare: 'Esto es una locura, pero hay lógica en esta locura'.

Hilari Raguer destacó del trabajo de Moradiellos su vasta investigación, su brillante asimilación de diferentes lecturas y la excelente narración de los hechos.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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