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Columna
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La edad como factor limitante

Cerca de los cuarenta años de edad (38), y tras tres años alejado de las canchas, Michael Jordan decide volver al baloncesto más exigente de todos, la NBA. ¿Puede volver a su nivel físico de antaño? ¿Qué dice la ciencia de todo esto? ¿Cómo afecta la edad al rendimiento? Uno de los parámetros más estudiados en este sentido es el consumo máximo de oxígeno (abreviado VO2max), que refleja la máxima cantidad de oxígeno que un organismo puede absorber y utilizar para obtener energía. Algo así como la cilindrada del motor de un deportista, en un símil automovilístico. Además de ser uno de los mejores indicadores del estado de forma real y potencial del ser humano en deportes de fondo, es también un indicador de la capacidad de recuperación en deportes de equipo. Por ejemplo, capacidad de recuperación entre sprint y sprint, o para volver rápidamente a defender tras un ataque a la canasta contraria. A partir de los 30 años, se acepta que el VO2max de los seres humanos va decayendo progresivamente: en un 10% por cada década de la vida.

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Este descenso con los años posiblemente refleja dos hechos. Por un lado, una limitación de la máxima capacidad de bombear sangre del corazón, que ya no es capaz de latir tan rápido. Por otro, una cierta pérdida de masa muscular, que probablemente afecte más a las llamadas fibras rápidas, aquellas que se utilizan preferentemente en los esfuerzos más cortos o 'explosivos', como sprints, o saltos verticales.

De todos modos, este inevitable declive del VO2max con la edad es mucho menor, del 5% aproximadamente, en aquellos que siguen entrenándose duro a lo largo de los años. Así, por ejemplo, al que tenía un VO2max de 65 ml/kg/min a los 22-23 años todavía le quedan cerca de 60 ml/kg/min al acercarse a la barrera de los 40 años: suficiente para jugar al baloncesto a nivel competitivo, en cualquier caso. En resumen, si es por cilindrada, la edad no es un factor limitante.

Por otro lado, los tres años que lleva Jordan alejado de la competición no deberían de suponer un lastre insalvable. En efecto, lo que caracteriza a los deportistas con una genética privilegiada -y se supone que Michael Jordan lo es- no son sólo las cualidades físicas que la naturaleza les ha regalado: sobre todo, lo que les diferencia es la enorme entrenabilidad de sus cualidades. Es decir, la capacidad de mantenerlas, mejorarlas, o incluso recuperarlas tras un periodo de inactividad. Y todo ello con un periodo de entrenamiento más corto y menos intenso que el que necesita un deportista con una herencia genética menos afortunada.Lo que más parece resentirse con el paso de los años es la capacidad de recuperarse de los esfuerzos a medio o largo plazo (entre partido y partido, para entendernos). Aunque no se sabe exactamente por qué. Quizás tenga que ver el descenso progresivo que con la edad sufren los niveles de dos hormonas que aceleran el anabolismo (desarrollo) y la recuperación del tejido muscular después de los esfuerzos: la hormona del crecimiento y la testosterona. Así que, pasados los 30 años, cualquier deportista de alto nivel debería espaciar los entrenamientos duros, recortar en lo posible el número de competiciones y seleccionar más los objetivos. Con estas premisas, el rendimiento máximo puede seguir siendo similar al borde de los 40 años de edad que con 10 años menos. Lo malo es que en la NBA los jugadores deben jugar varios partidos a la semana. Pero 'lo bueno' -lo bueno para el rendimiento, que no para la salud- es que en esa competición está permitida la administración de hormonas anabólicas como la hormona del crecimiento, y la testosterona y sus derivados, los esteroides anabolizantes. Estas drogas aceleran artificialmente la recuperación de un jugador y atenúan la atrofia muscular que se va produciendo con los años.

Otros cambios degenerativos asociados a la edad, como el hecho de que el tejido conjuntivo de los músculos se vuelva menos elástico, también pueden mermar el rendimiento de aquellos que se acercan a la cuarentena y afectar, por ejemplo, a su capacidad de salto. Y es que el tejido conjuntivo actúa como un muelle entre salto y salto, capaz de almacenar energía elástica en las piernas del jugador. Así que con la edad es necesario prestar más atención a los ejercicios de estiramiento y flexibilidad, para preservar la función del citado tejido, que además es más proclive a lesionarse en los veteranos. Por último, otras cualidades esenciales en el baloncesto, como el tiempo de reacción o la coordinación, no tienen por qué sufrir un deterioro excesivo antes de los 40 años de edad. Y, en cualquier caso, los efectos de la edad varían mucho entre unos individuos y otros.

En realidad, más que en factores estrictamente fisiológicos, deberíamos pensar en el móvil más importante para cualquier actividad del ser humano: la motivación. Con los años, la mayoría de los deportistas tienden a perderla gradualmente. Y sólo con un 100% de motivación se consigue triunfar en el deporte. Posiblemente ésa sea la mejor arma de Michael Jordan, un jugador tan sobrado de cualidades que ha de buscar retos imposibles para conseguir motivarse al 100%.

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