Un disfraz de nazi para Harvey Keitel
Las razones que impulsan a un actor a interpretar a un personaje pueden ser de lo más pintorescas. Harvey Keitel es en La zona gris un mando subalterno de las SS encargado de controlar el funcionamiento del comando judío que -por la promesa de unas semanas o meses más de vida- se hacía cargo de llevar a cabo materialmente el gaseo e incineración de los cadáveres en las duchas y crematorios del campo de Auschwitz, en Birkenau (Polonia). 'En Brooklyn, de niño, me gustaba disfrazarme de nazi', confesó ayer el actor norteamericano. 'Quizá nos gustaban sus uniformes, no lo sé, pero solía jugar a nazis con mis amigos. Supongo que era un problema de desinformación: mis padres no me ensañaron lo suficiente sobre todo aquel simbolismo. Ese recuerdo siempre me ha rondado la cabeza y por eso quería interpretar a un nazi, por un sentido de la responsabilidad y para sacarme de encima un mal recuerdo'.
'El holocausto no se ha olvidado ni se olvidará', continúa el actor, 'siempre iremos en busca de quienes somos, en busca del demonio que todos llevamos dentro y que nos amenaza y persigue'.
Keitel es el único actor norteamericano que tras los atentados de Nueva York y Washington ha viajado a San Sebastián. 'He venido porque para mí esta película es importante', dice. '¿Cree que no tengo miedo? Tengo miedo. La única diferencia entre los héroes y los cobardes es la dirección hacia la que corren', añade con una fría sonrisa.
Keitel -'sí, soy judío, mi madre es judía'- es un actor parco en palabras y lento en las respuestas. Sólo parece animarse cuando no se sabe muy bien cómo alguien introduce en la conversación la palabra 'jamón'. '¡Oh¡', exclama el actor dándose unas sonoras palmaditas en el estómago. 'Jamón, mucho mejor que el italiano. Pata negra. Increíble'. Keitel continúa entusiamado con la conversación culinaria y pregunta si se pueden comer 'tapas' a cualquier hora del día. Luego se interesa por un restaurante al que fue hace años en Madrid: 'En Madrid comí la mejor carne que he probado en mi vida. ¿Aquí es tan buena la carne? ¿Es mejor el pescado?'. 'Viven bien ustedes, muy bien', dice mientras saca un Cohiba del bolsillo, lo toca, lo huele, lo mira y, al puro estilo Lauren Bacall, pregunta: '¿Tiene alguien aquí una cerilla?'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.