Fetiches de estrellas de Hollywood para auténticos mitómanos
San Sebastián enseña las botas de James Dean, el frac de Groucho Marx o unas bragas de Marilyn Monroe
A falta de estrellas en carne y hueso, los mitómanos ya tienen su consuelo en San Sebastián con un recorrido por los más variados fetiches de grandes estrellas de Hollywood. Más de 50 piezas y una treintena de fotografías se muestran desde ayer en el Kursaal de la capital donostiarra en la exposición Sueños de cine, organizada por Cine Classics y que estará abierta al público durante todo el certamen.
Todos estos objetos, pertenecientes a la colección privada del matrimonio barcelonés formado por los distribuidores Maite Mínguez y Luis del Val, es la primera vez que se muestran al público, pero no será la última.
Protegidos por urnas de cristal, se pueden ver desde el frac que Groucho Marx vistió en Los hermanos Marx en el Oeste (1940) hasta las gastadas botas que James Dean calzó en Rebelde sin causa (1955) o el taparrabos marrón, éste en un excelente estado, que cubrió a Johnny Weismüller en el papel de Tarzán. Marlon Brando también tiene su fetiche con los auténticos calzones blancos con los que se batió en Rebelión a bordo (1962). A su lado, luce casi inmaculada la casaca de color hueso con incrustaciones rojas con la que Charles Chaplin se metió en la piel de Hitler en El gran dictador.
Pero si hay una auténtica estrella en Sueños de cine, ésa es Marilyn Monroe. De la mítica actriz norteamericana se expone uno de los trajes que utilizó en El príncipe y la corista (1957), un vestido claro de seda con incrustaciones de perlas, algo ajado ya, así como unas gafas que luce en una conocida fotografía realizada en un automóvil descapotable junto a uno de sus maridos, Arthur Miller, unos zapatos de tacón en terciopelo verde y un sombrero de encaje negro. No falta el elemento erótico de ese mito erótico como son unas bragas de seda color melocotón con flores bordadas, pertenecientes al vestuario personal de la protagonista de La tentación vive arriba.
Es de Marilyn Monroe de la intérprete que el matrimonio propietario de esta colección, que se conoció hace 25 años en los mercadillos de Barcelona haciéndose con postales y fotografías de cine, posee mayor número de objetos. Más de 200 piezas pertenecientes a la actriz han ido acumulando a lo largo de 12 años, buscando en subastas en Los Ángeles o Nueva York, o dirigiéndose directamente a los herederos, y cuyo destino final será un museo dedicado en exclusiva a Marilyn. Así, tienen a gala poseer una cajita regalo de la madre de la actriz cuando ésta tenía ocho años o, algo más morboso, como es el estuche en el que Marilyn guardaba sus píldoras que le causaron la muerte en agosto de 1962.
Maite Mínguez y Luis del Val no quieren hablar de los precios que han pagado por todas estas piezas mitómanas, aunque sí reconocen que las más caras, aunque no las más queridas para ellos, han sido los trajes de Marilyn.
En la muestra del Kursaal hay piezas para todos los gustos. La lámpara que adornaba la mesa en el café de Rick, en Casablanca, en el mágico y trágico reencuentro entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, se expone junto al fotograma de la escena en la que aparece la pieza y el bastón con el que deleitó Fred Astaire en el musical Sombrero de copa. Hay otros objetos más personales, como una corbata amarilla de rayas perteneciente a James Cagney o un elegante batín de seda en tonos oscuros de Bogart, con sus iniciales bordadas en la solapa. No faltan recuerdos femeninos como un gran collar de perlas blancas de Claudette Colbert, un bolso negro de Bette Davis o una pitillera dorada de Marlene Dietrich.
El recorrido por Sueños de cine se convierte en todo un recuerdo por las mayores fantasías y misterios que ha logrado el cine generación tras generación. Todo un gran sueño para los amantes del glamour y los auténticos mitómanos.
Babelia
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