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Las cenizas de Paco Rabal reposarán en su pueblo natal

Las cenizas del actor vuelan desde Burdeos a España para ser depositadas en Águilas

El avión de Air France despegó del aeropuerto de Burdeos-Mérignac a las 5.20 horas de la tarde, rumbo a Madrid. A bordo viajaban Asunción Balaguer, Benito y Teresa Rabal, Luis Rodrigo y las cenizas de Francisco, Paco, Rabal, el esposo de la primera, padre de los dos siguientes y abuelo del cuarto, uno de los escasos actores españoles de cine que ha contado con una proyección internacional.

Unas 26 horas antes, en ese mismo aeropuerto de Burdeos, fallecía Paco Rabal. 'En el avión acababan de servirnos algo de comer. Decidimos compartir una copa de champán y fue entonces cuando le dio el ataque de tos', explica la que ha sido su compañera durante más de 50 años. 'Se ahogaba, cambió de color, no pudo decir nada'. Las azafatas y parte de la tribulación del vuelo de British Airways que cubría el trayecto entre Londres y Madrid hicieron lo imposible por reanimar al actor. 'Le dieron oxígeno, le dieron masajes para intentar devolverle el tono cardiaco, pero sólo pareció recuperarse durante unos instantes'.

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Y fue en ese momento cuando el piloto tomó la decisión de aterrizar en Burdeos, la ciudad donde han muerto Goya y Rabal, tras solicitar atención médica inmediata. 'El médico sólo pudo certificar la defunción. Pero quiero que quede constancia de mi agradecimiento por las atenciones y la eficacia de la gente de la compañía aérea'.

María Asunción Balaguer conoció a Francisco Rabal haciendo teatro. 'Yo aún no había cumplido los 25 años cuando coincidimos en El águila de dos cabezas, de Jean Cocteau, en la compañía de Tamayo. La gente se fijaba mucho en él, en su voz y en su figura, aunque tuviese papeles muy cortos'. Ella también se fijó en él y Paco en ella. Medio siglo más tarde seguían viajando juntos y él expiró entre sus brazos. 'Es lo único que me consuela, que todo fuera tan rápido, que no tuviera tiempo de sufrir'.

La pareja volvía de Canadá, del Festival de Cine de Montreal, donde el actor había recibido un premio por toda su carrera. 'Le hacía tanta ilusión que se había hecho un esmoquin nuevo para la ocasión. Luego supo que el galardón se lo daban a las cuatro de la tarde, que no es hora de trajes de noche, claro. De ahí y de la circunstnacia de no poder fumar, surgió que leyera un texto escrito para la ocasión, titulado No smoking'.

Benito, Teresa y Luis llegaron pues a Burdeos cuando su padre y abuelo ya había muerto. Había que ayudar a resolver los embrollos jurídicos de una repatriación y, sobre todo, hacer compañía a Asunción. 'En el consulado español se han ocupado de todo. Lo que podía demorarse dos o tres días ha estado resuelto en uno solo gracias a ellos. Y a las autoridades francesas, que han aceptado derogar algunas normas estrictas, como la de que la cremación de un cuerpo sólo puede efectuarse 24 horas después de fechada el acta de defunción. De lo contrario no hubiésemos tenido tiempo de coger el avión para Madrid y, menos aún, de ir luego para Águilas, donde papá siempre dijo que quería ser enterrado tras la incineración, bajo un almendro, entre la gente honrada', dice Benito.

Para los dos hijos, Paco Rabal 'supo ser un padrazo porque siempre que pudo nos llevó con él'. Daba igual que rodase en Roma. 'Alquilaba un piso y, durante un mes, estábamos ahí viéndonos cada día'. Teresa recuerda la impresión que le produjo ver el primer televisor. '¡Es que además ponían un programa de circo! Yo no tendría más de tres años, era la primera mitad de la década de los cincuenta, y aquello me pareció mágico'. Benito aprendió a andar en los estudios de cine romanos de Cinecittà. 'El plató era enorme y papá estaba al fondo, en medio de la luz'. Teresa no ha olvidado: 'Me compró un muñeco al que había que ponerle polvos de talco'. La madre rememora ese viaje de otro modo. 'Nos acompañó la niñera, que estaba muy preocupada porque los letreros italianos le parecían llenos de faltas de ortografía'.

Benito esperaba dirigir este año un largometraje, -El fogón- protagonizado por su padre; Teresa le esperaba para que presidiese el festival internacional que organiza su fundación; Luis quería saber más cosas de ese abuelo que le ha insuflado genes de artista; María Asunción Balaguer se pregunta cómo podrá vivir sin él. 'Era un hombre que te llenaba todos los minutos del día', comenta. Ante el crematorio de Burdeos, en medio de un bosque, los teléfonos móviles de los jóvenes no dejan de sonar. El presidente del Gobierno, José María Aznar, y su mujer, Ana Botella, llaman para dar el pésame. Y lo mismo hacen los ministerios de Cultura y de Exteriores. 'Ayer noche nos telefoneó Marisa Paredes, en nombre de la Academia del Cine. Quería venir de inmediato. Es verdad que todo el mundo parecía quererlo mucho'.

Rabal, con Fernando Rey y Fernando Fernán-Gómez, componían una tripleta de actores republicanos, rojos, que supieron sobrevivir al franquismo. Hoy sólo Fernán-Gómez sigue con vida. Para Benito, el secreto de su longevidad artística tiene una explicación simple: 'No se puede ser buen actor si no eres una buena persona', dice el hijo sonriendo mientras recuerda cuando un vendedor de lotería de Águilas le preguntaba: 'Ahora Paco, ¿ya es un actor de verdad?'.

El clan Rabal no quiere prolongar las ceremonias fúnebres. 'A Paco no le hubiera gustado', coinciden los cuatro. De ahí las prisas por ir a Águilas. 'Está bien que los amigos se despidan de él pero luego hay que volver a la vida de cada día'. María Asunción Balaguer se declara bien dispuesta 'a volver a rodar de nuevo, a seguir trabajando' y se deshace en elogios hacia una compañera. 'Aurora Bautista es excepcional y tiene mucho humor. Claro que ella siempre tuvo muchos registros. Recuerdo cuando Marta Grau la ayudaba, en el Institut del Teatre de Barcelona, a preparar su personaje de Locura de amor'. De nuevo la memoria del cine español se pone en marcha. Una memoria en la que Paco Rabal ocupa el lugar de un gigante.

María Asunción balaguer observa, en Burdeos, la urna con los restos de Paco Rabal.
María Asunción balaguer observa, en Burdeos, la urna con los restos de Paco Rabal.EFE
Asunción Balaguer (en el centro) recibe, junto a sus hijos Benito y Teresa, el saludo de familiares y amigos, entre ellos los actores Juan Diego (a la derecha) y Sancho Gracia (a la izquierda).
Asunción Balaguer (en el centro) recibe, junto a sus hijos Benito y Teresa, el saludo de familiares y amigos, entre ellos los actores Juan Diego (a la derecha) y Sancho Gracia (a la izquierda).LUIS MAGÁN

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