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EL CINE ESPAÑOL PIERDE A UNO DE SUS MEJORES ACTORES

Un abrazo en Barajas

Eran las 6.30 cuando el avión de Air France aterrizó en la terminal de carga de Barajas. Varios coches aguardaban allí a la familia de Paco Rabal. Decenas de periodistas esperaban también. La parada en Madrid era de tránsito pero fue especialmente emotiva. Los coches que trasladarían las cenizas del actor y a su familia a Águilas emprendían la lenta caravana.

Asunción Balaguer, sus hijos Benito y Teresa y su cuñada Marta ocupaban el primero de ellos, un Mercedes azul oscuro. Al ver la masa de periodistas que se abalanzaron sobre el vehículo decidieron parar y salir. Teresa Rabal, sujetando a su madre, habló primero. 'Muchas gracias por todo, de verdad, mi padre era un hombre esencialmente bueno, siempre nos habéis respetado por ello...'. La hija del actor rompió a llorar. Detrás, en otro coche, los nietos de Francisco Rabal miraban en silencio la escena, en las inmediaciones del aeropuerto.

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Asunción Balaguer habló entonces: 'Ha muerto como él quería: alegre. Murió con una sonrisa en la boca y después de una copa de champaña. No ha sido un mal final'. 'Venga mamá, vámonos', interrumpió Benito.

El Mercedes abandonó con dificultad la terminal. Dentro del coche, la caja blanca con las cenizas del actor estaba en manos de la mujer de Benito Rabal, que de la mano de su suegra permanecía serena.

El rumbo hacia Águilas sólo se paralizó por unos minutos. Una llamada avisó a los familiares de que en la terminal internacional del aeropuerto de Madrid aguardaban 'un grupo de buenos amigos'. Sancho Gracia, Rafael Álvarez El brujo y Juan Diego, entre otros, esperaban taciturnos. Al ver a Asunción Balaguer se abrazaron como niños a ella. Benito Rabal rompió a llorar.

Juan Diego se tapaba la boca. Miró al suelo: 'No, no puedo ir a Águilas'. 'Que podemos decir que no se haya dicho', dijo Sancho Gracia. Alguien le preguntó a Juan Diego si la noche anterior había vuelto a ver Los santos inocentes, emitida por un canal de televisión en homenaje al actor. 'No, no. No me hace falta volver a verla, no quiero verla. La imagen de Paco abrazado a aquel pájaro, llorando en el suelo, es una imagen que me acompañará siempre'. Alguien preguntó entonces si sabían algo de Fernando Fernán-Gómez, el viejo y gran amigo de Rabal. Y alguien contestó: 'No quiere salir de la cama'.

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