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La imposición de la tasa Tobin divide a la izquierda europea

El Gobierno belga, que preside la Unión Europea durante el presente semestre, presentó esta semana los puntos del orden del día de la próxima reunión del ECOFIN (reunión de los ministros de economía y finanzas de la UE), que se celebrará el 22 y el 23 de septiembre en Bélgica. Entre ellos, una propuesta de estudio sobre la tasa Tobin. Esta iniciativa, que se votó en el parlamento hace año y medio y que no fue aprobada por un escasísimo margen, pondrá de manifiesto la división de la izquierda europea ante este tema.

Enrique Barón, presidente del grupo socialista europeo, apoya sin titubeos la aplicación de la tasa en todo el territorio comunitario. Para Barón, 'es una forma de civilizar la globalización', la cual 'está imponiendo un gobierno global sin reglas, donde los mercados financieros pueden poner de rodillas a cualquier país'. Para Trinidad Jiménez, responsable de relaciones internacionales del PSOE, se trata también de 'una forma de corregir los efectos negativos de la globalización'.

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Barón considera que apostar por la tasa Tobin es un salto político importante que hay que dar, y que el hecho de que sea una cuestión novedosa y compleja no debe impedir su puesta en marcha. 'El Tribunal Penal Internacional también fue novedoso en su día y ahí está', añade Jiménez. Para los socialistas europeos la tasa Tobin plantea además una reflexión que consideran fundamental: la de la necesidad de democratizar instituciones como la ONU y sus agencias o la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Bélgica, con un Gobierno de coalición de izquierdas, al igual que sus socios socialistas españoles está a favor de la implantación de la tasa Tobin y es el gran impulsor del debate en el seno de las instituciones comunitarias.

El Gobierno británico, sin embargo, considera prácticamente imposible, además de perjudicial, la aplicación del llamado impuesto Tobin y se oponen, por tanto, a secundar la propuesta del primer ministro francés, Lionel Jospin, según fuentes próximas al Tesoro británico.

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Los expertos en finanzas temen que la imposición de una tasa fiscal sobre los movimientos transfronterizos de capital provoque la huida de las transacciones hacia los paraísos fiscales. Por otra parte, fuentes gubernamentales dudan de que la tasa propuesta tuviera un efecto positivo en la estabilidad de las divisas de los países del Tercer Mundo.

A nivel oficial, sin embargo, el Gobierno laborista de Tony Blair 'simpatiza con el sentimiento' de quienes quieren proveer más recursos a los países del Tercer Mundo y 'está interesado' en estudiar con los socios europeos fórmulas viables de progreso en la materia.

La izquierda alemana del SPD (partido socialdemócrata) también se ha pronunciado en contra de la tasa Tobin. 'Nadie en los países industrializados acepta la tasa Tobin y el Gobierno alemán tampoco', declaró esta semana el secretario de Estado alemán en el Ministerio de Economía, Alfred Tacke, al semanario alemán Der Spiegel.

En Italia, un sector de la izquierda convocó con urgencia un debate parlamentario sobre la tasa, en vísperas de la reunión del G-8 (los siete países más industrializados del mundo más Rusia) en Génova, en julio pasado. A favor de aprobar el impuesto se pronunciaron sólo los sectores más radicales de El Olivo, la coalición de centro-izquierda que ha gobernado Italia entre 1996 y mayo de este año. No hubo acuerdo tampoco dentro del principal partido de la izquierda, los Demócratas de Izquierda (DS), algunos de cuyos líderes -caso del ex presidente de la Cámara de diputados, Luciano Violante- se manifestaron en contra de este impuesto.

Finalmente, la propuesta del sector favorable a la tasa Tobin fue rechazada con el apoyo masivo de la coalición de centro-derecha que ha tomado el relevo en el Gobierno italiano, con Silvio Berlusconi a la cabeza. Tras la reunión del G8, el tema no ha vuelto a abordarse en el Parlamento italiano.

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