Comienza la rebelión en Villa Miseria
Los guetos pobres inician un movimiento de protesta que desborda a los sindicatos tradicionales
Los niños juegan descalzos en las calles sin asfaltar y sin red de alcantarillado, las casas de madera y chapa carecen de agua 'totalmente potable' y cobijan a familias con un mínimo de seis hijos cada una. Podrían ser habitantes de una favela de Río de Janeiro o de un pueblo joven de Lima, pero en realidad son vecinos del barrio José Luis Cabezas, un asentamiento humano pobre de solemnidad que está a una veintena de kilómetros del centro de Buenos Aires, la ciudad que gusta considerarse la más europea de América Latina. La nueva Argentina ha generado una nueva pobreza, cada vez más ostensible, y que ha llegado a las puertas de la capital. Por primera vez, estos nuevos pobres han empezado a protestar de manera organizada. La mecha de la revuelta ha prendido en un movimiento conocido como los piqueteros.
Aquellas tierras eran un basural cuando fueron tomadas en marzo de 1997 por un grupo de vecinos, que las transformaron en el barrio José Luis Cabezas, en memoria del reportero gráfico asesinado tres meses antes. Hay 170 asentamientos de características similares en el distrito de La Matanza, el más poblado de la provincia de Buenos Aires y símbolo, entre otras cosas, de la desigualdad en una Argentina agobiada desde los frentes económico, político y social.
La Matanza es un distrito que, según el último censo realizado hace 11 años, tiene 1.350.000 habitantes. La población actual estimada supera el millón y medio, superior a la de toda la Patagonia argentina. Tiene 170 villas-miseria y asentamientos en los que viven 600.000 pobres sin esperanza, 126.000 desempleados puros y una deserción escolar del 40%. Pero la realidad de La Matanza no siempre fue negra. En una época no tan lejana, fue un distrito industrial, con 15 fábricas textiles, siderúrgicas, de automóviles (Wolkswagen, Mercedes...) y de repuestos. En 1976, con la instauración de la dictadura militar, comenzó la aniquilación del desarrollo interno. Desde aquella fecha hasta la actualidad, la industria argentina quedó reducida a dimensiones miserables con la pérdida de 1,6 millones de puestos de trabajo.
No es casual que el nuevo movimiento de protesta popular haya surgido en La Matanza, un distrito con una larga historia de organizaciones sociales que crecieron en los años ochenta al calor de las grandes ocupaciones de tierras, y en los noventa con la profundización de la lucha por el trabajo que hoy adquiere ribetes nacionales. La semilla de un nuevo método de protesta que consiste en cortar el tráfico en importantes vías de comunicación fue sembrada hace cinco años en el sur de Argentina. Allí aparecieron los primeros piquetes. Pero fue en La Matanza donde la semilla prendió con fuerza para extenderse por todo el país.
Hay opiniones, como la del líder piquetero Luis D'Elia, que sitúan el origen de los piquetes argentinos en la inmigración española. 'Mi abuelo era español y anarquista', recuerda. 'A comienzos del siglo pasado decía que la acción del piquete pretendía evitar que se rompiera una huelga. Nosotros tomamos esta experiencia del piquete y le agregamos el elemento de llamar la atención a la sociedad y la experiencia de ocupantes, que viene de la toma de tierras'.
En La Matanza se ha producido en las últimas tres semanas el corte de carreteras de mayor repercusión (de uno, dos y tres días), por ser el más próximo a la capital federal, concretamente en el kilómetro 22 de la ruta 3, la más larga de Argentina, que va de Buenos Aires a Ushuaia. Los cortes de carreteras promovidos por la llamada asamblea piquetera contra el ajuste fiscal decretado por el Gobierno de Fernando de la Rúa, que perjudica seriamente a sectores económicamente débiles, han proporcionado una notoriedad a un movimiento que ni sus líderes esperaban. Dos de ellos proceden, precisamente, del distrito de La Matanza: Luis D'Elia, de 44 años, docente de profesión, concejal por el Frente para el Cambio, perteneció al Frepaso y a la Alianza gubernamental. Se define como un cristiano de izquierda que se entiende bien 'con toda la izquierda'. 'Me fui en profunda divergencia, porque el Gobierno traicionó el contrato que había firmado con la sociedad el día de la elección. El ajuste trae más desocupación y más recesión porque hay rebaja de salarios, menos consumo y, en consecuencia, menos recaudación impositiva y menos capacidad del Estado para afrontar sus obligaciones. Conclusión, los neoliberales argentinos se endeudan en Argentina en dólares, a tasas financieras tremendas para mantener la recesión, y los piqueteros estamos en la calle para decir que no queremos que esto siga un día más. Tenemos la convicción de que en poco tiempo Argentina será piquetera'.
Juan Carlos Alderete, de 49 años, padre de seis hijos, nacido en Salta y afincado en La Matanza desde hace más de 20 años. Metalúrgico de profesión, ha desempeñado numerosos trabajos en la industria láctea, textil, camionero... hasta que en 1995 fue despedido de su último trabajo. Es uno de los principales líderes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), de creciente presencia en numerosas provincias, y que define como 'una corriente sindical y nacional con tres afluentes: trabajadores en activo, desempleados y jubilados'. 'Para nosotros', explica Alderete, 'las acciones de los piqueteros recuerdan los tiempos en los que se ocupaban tierras para crear nuevos asentamientos humanos. Cuando nos fuimos a asentar en aquellos terrenos, íbamos con lo que teníamos, desde tiendas de campaña y simples lonas'.
D'Elia barrunta presentarse en las elecciones legislativas de octubre y Alderete no ha aceptado participar en ninguna candidatura, a pesar de haber recibido propuestas de distinto signo. 'El Gobierno nacional ya intentó comprarme a mí y a Luis D'Elia, pero contestamos que se habían equivocado con nosotros'.
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