El papa Francisco ha pasado “una noche tranquila”, pero sigue en situación “crítica”
“Continúo con confianza mi hospitalización”, ha dicho el Pontífice a mediodía en un mensaje leído en su nombre en el Ángelus. Sigue recibiendo oxígeno tras agravarse ayer su estado con una crisis asmática
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“La noche ha transcurrido tranquila. El Papa ha descansado”, este es el lacónico comunicado que el Vaticano ha difundido a las 8.21 horas de la mañana de este domingo, tras las horas de mayor preocupación por la salud de Francisco desde que el parte médico del sábado reveló un empeoramiento, con una crisis asmática. Como viene siendo habitual estos días, si no hay imprevistos, un parte médico como tal solo se divulgará hacia las siete de la tarde, en su décimo día de hospitalización. Fuentes vaticanas señalan que el Pontífice, de 88 años, sigue recibiendo oxígeno de alto flujo con cánulas nasales para facilitarle la respiración.
A las doce, el Papa ha enviado un mensaje escrito a los fieles para el Ángelus, que ha remitido a los medios y leído en su nombre en Radio Vaticana: “Continúo con confianza mi hospitalización en el Policlínico Gemelli, siguiendo con los tratamientos necesarios ¡y el descanso también forma parte de la terapia! Agradezco de corazón a los médicos y al personal sanitario de este hospital por la atención que me están demostrando y por la dedicación con la que realizan su servicio entre las personas enfermas (...) Estos días me han llegado muchos mensajes de afecto y me han impresionado especialmente las cartas y dibujos de los niños. ¡Gracias por esta cercanía y por las oraciones de confortación que he recibido de todo el mundo!”.
Jorge Mario Bergoglio está ingresado desde el 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma con una neumonía bilateral. Ayer registró varias complicaciones, tras el moderado optimismo del viernes, cuando dos médicos dieron por primera vez una rueda de prensa y transmitieron esperanza de recuperación si no había problemas. Pero eso es justo lo que ocurrió este sábado. El parte de ayer insistió en que las condiciones del Pontífice “siguen siendo críticas”. Había sufrido una crisis asmática prolongada y una transfusión de sangre por síntomas de anemia. “El Papa no está fuera de peligro”, concluía el informe. Las próximas horas son decisivas para saber si el tratamiento está funcionado y supera estas recaídas.
Bergoglio presentó el sábado por la mañana una crisis respiratoria asmática prolongada que requirió la aplicación de oxígeno de alto flujo. Además, los análisis de sangre revelaron trombocitopenia [nivel bajo de plaquetas], asociada a anemia, y esto obligó a hacerle una transfusión de sangre. Por otro lado, aunque estaba despierto y había pasado el día sentado en un sillón, la nota admitía que estaba “sufriendo más que ayer”. El pronóstico ayer por la tarde era reservado. Fue el comunicado más dramático desde que está ingresado
Según especialistas consultados por la prensa italiana, esto significa que el aire en los pulmones del Papa, que ya sufre una bronquitis crónica, se ha reducido aún más por una inflamación en los bronquios, que ha reducido el oxígeno en la sangre y ha obligado a suministrarle aire. La anemia podría deberse a la infección que sufre el paciente o a una hemorragia interna. Los médicos explicaron ayer viernes que la principal amenaza en este momento sería que los gérmenes presentes en los pulmones puedan pasar a la sangre, una septicemia. Sería la complicación más grave, que de momento no se ha presentado, según la información disponible.

No está intubado
El equipo médico ya había advertido en su comparecencia del viernes que el Papa estaba bien y había mejorado, aunque “basta poquísimo para desequilibrarlo”. Los facultativos explicaron que Bergoglio no está intubado ni conectado a ninguna máquina y respira autónomamente. Solo a veces, apuntaron, se le coloca una mascarilla en momentos en que tiene dificultad para respirar, pero solo ayer se especificó en el parte y se habló de una crisis respiratoria peor de lo habitual.
Otros días, en anteriores comunicados, se hacía referencia a veces a que, en todo caso, el Pontífice estaba “de buen humor”. Pero el sábado esa expresión no apareció. Tampoco se mencionó, como en otras ocasiones, que había desempeñado alguna tarea de trabajo. Aunque ayer también, como otros días, se hicieron públicos nombramientos de obispos, que requieren la firma del Papa.
La terapia, señalaron los facultativos el viernes, está funcionando, pero el Pontífice necesita tiempo. “Está como un hombre de 88 años con una infección polimicrobiana: virus, hongos, bacterias”, indicaron los médicos, que precisaron que el Pontífice no tiene ninguna otra patología y su corazón “está perfecto”. En cualquier caso, si todo va bien, estará en el hospital al menos “toda la próxima semana” y se prevé una larga convalecencia.
El Papa, que desde 2023 sufre problemas respiratorios en cuanto llega el frío, fue ingresado el 14 de febrero tras arrastrar durante al menos diez días una bronquitis que no terminaba de curarse. También debido, en parte, a su insistencia en seguir manteniendo su ritmo habitual de trabajo. Él mismo contó en una audiencia pública que padecía la bronquitis, le costaba respirar y en dos ocasiones delegó la lectura de su discurso. El domingo 9 de febrero llegó a presidir la misa al aire libre en la plaza de San Pedro, pese al intenso frío. Finalmente, el 14 de febrero, tras mantener las audiencias programadas y dado que le fatigaba cada vez más respirar y hablar, decidió acudir al hospital Gemelli.
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