El premio Nobel Stanley Prusiner abre una vía para curar el mal de las 'vacas locas'
La enferma británica tratada por Prusiner mejoró 'espectacularmente' en 19 días
Los dos fármacos cuya nueva utilidad ha descubierto el equipo de Prusiner son, según publica hoy la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la quinacrina y la clorpromazina. De ambas moléculas ya se sabía que pueden superar la barrera entre el flujo sanguíneo y las neuronas, un requisito fundamental para que sean eficaces para tratar el mal de Creutzfeldt-Jakob. Además, tienen en común su estructura básica en forma de tres anillos pegados. Que compartan la configuración amplía las posibilidades de investigación a otros fármacos de sus respectivas familias, las acridinas y las fenotiazinas.
Las diferentes variantes de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob se caracterizan porque una de las proteínas de la cubierta de las neuronas cambia de forma, con lo que pierde su funcionalidad. El agente infeccioso es el prión -la misma proteína pero doblada de manera diferente-. El prión tiene la capacidad de contagiar su estructura defectuosa a las proteínas sanas (ver gráfico). De esta manera, los priones, que de forma natural serían eliminados, se acumulan y causan un deterioro en el cerebro que es mortal en el plazo de unos 12 meses. La enfermedad sólo se puede diagnosticar con certeza una vez que el paciente ha fallecido.
El experimento del equipo de Prusiner se ha realizado infectando neuroblastomas (células tumorales) del cerebro de ratones con priones. La quinacrina y la clorpromazina no atacan al prión, sino que protegen -por un mecanismo que no se conoce todavía- a las proteínas de la membrana celular susceptibles de ser infectadas, ocultándolas.
De acuerdo con las conclusiones del estudio, a las tres semanas de tratamiento los priones habían desaparecido del cultivo celular. El resultado es positivo tanto si se usa uno de los fármacos por separado o los dos a la vez, aunque la quinocrina se ha mostrado diez veces más potente. Una de las ventajas de este tratamiento contra la Creutzfeldt-Jakob es que usa fármacos que ya estaban aprobados, por lo que se podrán empezar antes los ensayos clínicos, según Carsten Korth, director de las investigaciones.
La publicación del experimento coincide con la noticia que dio el domingo el periódico Mail on Sunday de la mejoría de Raquel Forber, de la que se cree que padece la nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jakob. La británica se encontraba en una silla de ruedas y no reconocía a sus padres, pero después de 19 días de tratamiento por el equipo de Prusiner ha sido capaz de hablar, caminar sin ayuda y usar los cubiertos.
El trabajo de la Universidad de California en San Francisco no es el único que obtiene resultados esperanzadores. La misma revista publicó el 13 de julio un ensayo británico similar al del equipo de Prusiner. En este caso, para evitar el contagio, las células se trataron con un anticuerpo específico de las proteínas de las neuronas, el llamado 6H4. El resultado es parecido: los priones desaparecieron durante más de seis semanas.
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