Mohamed VI crea un órgano para apaciguar la reivindicación bereber
El rey promete unas elecciones honradas
La monarquía marroquí ha sacado sus consecuencias de la violenta revuelta de los bereberes de la Cabilia argelina en defensa de la enseñanza y el uso de su idioma. De los 30 millones de habitantes de Marruecos, al menos un 30% de los marroquíes -algunos expertos apuntan que podrían ser hasta el 50%- son bereberes; es decir, descendientes de la población asentada en el país antes de la invasión árabe.
La idiosincrasia nacional, afirmó el soberano, es plural, 'porque está construida con varios afluentes, amazigh [bereber], árabe, subsahariana-africana y andaluza', que han 'contribuido a enriquecer nuestra identidad'. Los andaluces son en Marruecos los descendientes de españoles islamizados expulsados de la Península.
Para otorgar al amazigh el lugar que le corresponde, Mohamed VI anunció la creación de un instituto real específico, cuya tarea consistirá en 'seguir fomentando su integración en el sistema de enseñanza' y proponer políticas susceptibles de fortalecer el papel del amazigh en el espacio social y cultural y en los medios de comunicación nacionales (...)'.
Desde 1994, los medios audiovisuales transmiten algunos boletines en dialectos bereberes y, desde el año pasado, la lengua se enseña en algunas escuelas públicas, aunque el árabe sigue siendo el idioma dominante.
Todo esto se queda corto en opinión de las asociaciones culturales bereberes, que estos últimos años se han multiplicado. Algunas de ellas quisieron celebrar un congreso en junio en Buznika para debatir la creación de un partido político de carácter étnico, pero las autoridades se lo prohibieron.
El rey confirmó además que, a pesar del retraso en la aprobación de la legislación electoral y de las trifulcas internas en algunos partidos, los marroquíes acudirán a las urnas en el otoño de 2002. De la consulta que se celebrará 'con competencia y honradez' debe surgir 'una mayoría homogénea'.
Advirtió, no obstante, a los partidos de que 'es necesario evitar cualquier amalgama entre una campaña electoral en los plazos legales y una campaña electoralista y de bajo nivel político que siembra la confusión y envenena el clima (...)'. Aludía a las actuales peleas entre socialistas y nacionalistas del Istiqlal.
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